Después de unas elecciones en Cataluña confusas, sin claros resultados, el ganador no lo quiere ser y el perdedor le exige que lo sea. Los tibios que se mueven a un lado y a otro -del vencedor y del derrotado- se frotan las manos esperando sacar ventajas de la situación. Algo se resiente, algo más grave que el parón de la economía catalana, es decir de la española: la unidad de España. La estrategia de silencios y acuerdos bajo cuerda es la escenificación de la gravedad de la situación. En estos momentos críticos -los resultados de las elecciones del 21D son prueba palpable- España no está para otra negociación que no sea mantener a toda costa su unidad. Los partidos que eso dicen defender deben no solo parecerlo sino hacerlo. España no es posible sin Cataluña y no hay la más mínima posibilidad de que nadie acabe con España. Pero…
Ha habido un ganador de las elecciones catalanas: Ciudadanos. También un sonoro perdedor: el Partido Popular. En mitad de en medio: el Partido Socialista de Cataluña. Ganador, perdedor, y el otro, callan y otorgan. Lo mínimo exigible ante la grave situación, gravísima, es mantener un discurso de unidad, sí, política también, que deje claro, con fortaleza, que Cataluña no quiere romper España. Los partidos políticos que hemos citado deben estar, por encima de cualquier diferencia, por la unidad de España y por ello luchar. Decirlo claramente y hacerlo. No lo hacen, aunque lo dicen.
Ciudadanos ha ganado las elecciones y debe saber que la victoria tiene un precio; que ponerse en cabeza y asumir responsabilidades es duro, pero es lo que se le exige al mando. ¿Qué no lo va a conseguir?, ¿qué se va a desgastar?, ¿interés partidista? Señal de que no están hechos para mandar. Estrategia de segundón. Se les exige afrontar con seriedad y responsabilidad su papel de ganador. Dar la cara.
El Partido Popular ha sido derrotado. Tiene que buscar una victoria. Ello hará olvidar el pasado de tibieza. Renovarse y rearmarse. Ello exige escuchar a los que en su día fueron sus votantes. A ellos hay que rearmar moralmente. No lo tiene fácil con su táctica de seguir erre que erre.
El Partido Socialista de Cataluña se ha quedado en la mitad. Ni frío ni calor. No sabe, no contesta. Debe definirse, sin ambigüedades. La pesca en río revuelto le ha supuesto recoger las redes vacías.
La estrategia en estos graves, gravísimos momentos, se llama España. Deben reunirse y unirse por la unidad. El resto es accesorio y puede esperar.
El resto de partidos, independentistas y dependientes, deben saber que los límites que pretender traspasar están defendidos a capa y espada por estos tres partidos.
Empiecen a hablar de España en Cataluña. Quien habla de Cataluña habla de España, pero quien solo se mira al ombligo habla con su estómago.
Aquí, a lo que se ve, no ha ganado nadie porque el que ha ganado no quiere dar la cara. Los otros tampoco.
De lo que se tiene en el corazón habla la boca.
Todos deberían saber que en materia de arte militar existe el principio de no suponer que el enemigo no acudirá, sino más bien contar con la propia presteza en presentar batalla; de no confiar en que no atacará, sino hacerse uno mismo invencible.
Mucho que aprender y practicar. El enemigo acude siempre que se abandona el terreno. Lo ocupa y lo defiende.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
30 diciembre 2017