LA SEMANA SANTA Y LA REINA DOÑA SOFÍA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Terminó la Semana Santa entre luces y sombras primaverales y la bendición del Cielo sobre nuestra Patria España. Han sido días de lágrimas ocultas que conformaban las nubes al regar nuestros campos tan necesitados. Lluvia, sol y sobre todo fe.

Permítanme que me quede con una imagen a comentar y compartir con ustedes.

Málaga, Mena, la Legión. Madrid, Cristo de los Alabarderos, de la Fe. La Reina Doña Sofía.

El Jueves Santo desde primeras horas de la mañana, con un fuerte temporal de viento y lluvia, la Reina presidía el desembarco de la Legión en Málaga acompañada del Jefe de Estado Mayor del Ejército, JEME, para a continuación asistir a la entronización del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas (Mena) acompañando en su fervor al Protector de las Damas y Caballeros legionarios. Fe y devota emoción.

A pesar del desapacible día la Reina presidía el acto con egregia figura, temple castrense y ejemplo constante. Pasaba revista a la Compañía de la Legión. Quien ha mandado a los legionarios conoce el significado que oculta la hierática expresión de sus rostros. Desde la lejanía se oyó un grito que yo les aproximo: ¡Viva la Reina! Parecía provenir de una garganta legionaria. Era el que todos llevaban, silenciado por el solemne momento, en la carta escondida en su pecho: ¡Viva la Reina! Málaga vibraba con su Semana Santa. Inolvidable Mena.

No ha quedado ahí la presencia de Doña Sofía. El Viernes Santo, acudió al Palacio Real de Madrid para acompañar al Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos, que tiene su sede canónica en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas.

La Reina Doña Sofía siempre ha tenido un enorme cariño a sus Fuerzas Armadas siendo un permanente apoyo para todos y mostrando una especial sensibilidad hacia la tropa.

Su presencia procesionando con ellos es un símbolo de enorme importancia y esa es nuestra obligada lectura: La Corona, la Fe, el pueblo y sus Fuerzas Armadas. Todos en la calle, abrazados a la Fe, dando testimonio de su tradición, la de ese pueblo que reza, que a pesar de todo reza, y desbroza el camino para que lo recorra la esperanza. Y allí la Reina.

¡Al Cielo con Él! ¡Al Cielo con Ella! Por ir a tu lado a verte… Mi más leal compañera… Cristo de la Fe de los soldados de España.

A lo lejos, mirando hacia ese cielo amenazador de tormenta, mientras corrían las nubes empujadas por mil vientos de la primavera oscilante, me llegaba la imagen del Rey Don Juan Carlos. No pude contener una lágrima que humedecía la imagen de nuestro reciente pasado.

Gracias Señora por acompañarnos, por ser portadora de una esperanza puesta en nuestra tradición que la encabeza el amor a España desde los siglos y por los siglos de los siglos.

Han sido días de fe y esperanza. Recuperadas. No olvidadas.

¡Al Cielo…! Resurrección.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

SANTÍSIMO CRISTO DE LA FE. CRISTO DE LOS ALABARDEROS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Cristo de la Fe. Cristo de los Alabarderos saliendo del Palacio Real de Madrid

 

Es una larga historia que guardo en la recámara del alma. Ese lugar que se descubre cuando entras en el silencio interno:
‹‹Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará››.
Viernes Santo en Madrid. Noche del silencio. Catequesis popular que inunda las calles. Cada uno busca su devoción, su encuentro en privado y lanza su plegaria. Él nos lo dijo. ‹‹Pedid y se os dará››, y allí, a ello vamos mientras damos gracias agradecidos. Tiene que haber un rincón en alguna de las calles, un recodo del recorrido donde desde lo oculto pueda dirigir mi plegaria al Cristo de la Fe con el que mantengo una relación desde la intimidad hace muchos años. http://www.cristoalabarderos.es/Pregon/Pregon2008.pdf
Fue una lejana mañana cuando, casi sin querer, tuvimos el primer encuentro en la Iglesia de San Sebastián de Madrid. Pero esa es otra historia que algún día tendré que contar. Hoy buscaba la mirada entre los dos, sin intermediarios, de soldado a soldado. Como aquel de la Fe, el Centurión de Cafarnaúm. Algo parecido tenía yo que tratar. Petición por medio; en nuestra debilidad siempre pedimos más que damos. Él lo sabe, pero espera, creo que le gusta que se lo cuentes, aunque lo sepa de antemano.
Había mucho ruido en Madrid. El silencio se hace necesidad en ciertos momentos, sobre todo cuando buscas un encuentro en secreto. El Sacramento, recordé. Era el mejor lugar para, a la luz de las tímidas farolas, encontrarnos en silencio. La calle del Sacramento tiene una larga historia de alabarderos y de fe. Allí está la Iglesia Catedral Castrense, la Casa de nuestro Cristo de la Fe, el de los Alabarderos.
Me aposté en la calle Sacramento, esperando su paso, el encuentro disimulado. El olor del incienso lo anunciaba, se acercaba ya con el gesto que este Cristo de la Fe tiene que parece que mientras te mira -siempre te mira- quiere bajarse de la Cruz y andar como alabardero a tu lado. Es un Cristo cercano, protector como sus titulares alabarderos. Quizá porque estuvo muchos años alejado, guardado en una pequeña capilla, esperando. La fe es algo sencillo, como Él, que muchas veces tenemos escondida y olvidada. Todo se encuentra en ese misterio. El resto viene por añadidura. En esas andaba cuando… Se detiene el Cristo y con Él hablo…
Pero me interrumpe algo, voces conocidas.
¡Buenas noches mi general!
¡Buenas noches mi general!
Creo que me ha mirado. Me llega su mirada a través de los ojos penitentes de sus hermanos: El Mayordomo Capataz, Antonio Calahorro y Nico S. Camacho.
Nos conducen a mi mujer y  mí ante el Cristo. Conduce la Fe y ante Él nos llevan: ‹‹aquí están››, el general tiene algo que decirte. Allí de repente nos encontramos. Delante del penitente, un solo de miradas, peticiones al aire, el Cristo que mira, la Fe ¡Ay la fe si se pierde! Y claro que hablamos. Como hablan los soldados. Breve y concreto. Muy claro. Obediencia y entusiasmo. A los ojos el mensaje y a sus órdenes estamos.
Hubo mucho tiempo en aquel minuto que duró todo. Fue mayor la intimidad que la que yo esperaba. Cara a cara, entre Madrid rebosando de gente, se hizo el silencio que necesitaba. Gracias hermanos.
Quizá entendí más que nunca, allí delante de aquella bendita imagen, empujado por amigos de fe, lo que otro soldado dijo:
‹‹Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios››
Ya estaba todo hablado. Ya todo estaba consumado.
SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO
CRISTO DE LA SANTA FE
TENME SIEMPRE A TUS PIES
Y ESCLAVO DE TU AMOR.
DAME TU GRACIA SEÑOR
Y NO ME DEJES, QUE YO QUIERO
COMO UN FIEL ALABARDERO
LLEVAR A LA CRUZ EN TU HONOR.
SEA MÍ TU DOLOR
Y TU LUZ ME LLEVE AL CIELO
PUES DE TU BONDAD ESPERO
ALCANZAR EL REINO ETERNO
Y ALABARTE POR TODOS LOS SIGLOS.
AMEN.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

15 abril 2107