La fiscalía, al fin, se ha pronunciado.
Llevo tiempo dándole vueltas al tema de la injusticia que se está cometiendo con nuestro Rey Don Juan Carlos, de manera impúdica, y cómo nadie sale en su defensa que es la de España y la historia de estos años tan brillantes para nuestra Patria.
Desde mi humilde persona procuro luchar y recabar apoyos para ello, por España y nuestra historia, con resultados, como es lógico, mínimos ya que aquí, en este humilde blog, no hay inversión ni diversión, aunque haya mucha intención.
No importa porque sé que muchos lo leen y mantengo la alerta de la infantería española, que son todos ustedes; pero es insuficiente a todas luces.
Como les digo le doy vueltas al tema y creo que sería necesaria una campaña bien dirigida para devolver a España la figura de su Rey y ensalzar su deteriorada imagen que ha sido manipulada (con mala intención) por gente cuyos nombres nos avergonzaría de darse a conocer, incluso el de algunos que dicen haber sido sus fieles amigos y hoy gozan de brillantes ingresos y posición, gracias a él. Son legión. Pero ese no es el tema, aunque me duele y calle.
El tema es que desconozco los pasos a dar y con quién contar para iniciar una campaña de recuperación de la imagen de nuestro Rey, en justicia y equidad. No hay derecho a este silencio mediático y generalizado que hace que nuestro Rey sufra, callado y con dolor, el mayor de los sacrificios que se le ha pedido (y no ha sido el único).
Han echado al Rey de España ¿dinero, mujeres…? ¡Venga Ya! ¡Traición! ¿Quién le ha echado? ¿El Gobierno, la Fiscalía, el CNI, los medios?, ¿o ha sido el algoritmo?
No es fácil transmitir la idea cuando el sentimiento puede más que el pensamiento, pero ustedes que son gente de «sentir y sufrir España» comprenden la inquietud que les transmito y este mi interrogante: ¿Podemos hacer algo?
No somos nada. No podemos dar más que cariño y la vida si necesario fuera.
Creo que puede hacerse incluso más que dar la vida. Y nadie lo hace por España.
Hay otros intereses por medio.
Esto es una reflexión sin más. De esas que en la soledad le preguntas al amigo: ¿Qué hago?
Sé la respuesta de los mediocres.
—¿¡Para qué te metes en estos líos!?
¿Tendrán razón?
La historia reciente de España, su plena inmersión democrática, tiene un nombre: Juan Carlos I. La internacional también. La económica, científica, cultural, militar y deportiva no se entiende sin la figura de un Rey que ha estado en todo y con todos.
Don Juan Carlos no necesita ni quiere un apoteósico recibimiento ni un regreso en olor de multitudes. El Rey, herido por el asno doméstico que mató al león de una coz, solo quiere un regreso a su patria, tranquilo y en paz, en armonía con su pueblo y con respetuosa majestad a la Corona que encarna su hijo.
Durante estos últimos años se le ha pedido el mayor de los sacrificios: abandonar su Patria. Ha sufrido el mayor dolor de un Rey: alejarse de su Patria. Lo ha hecho con estoicismo, en silencio por España, por la Corona y jamás ha hecho el más mínimo ademán de forzar la situación, ni siquiera buscar apoyos para crear un clima favorable, ni pedir nada ni rehusar. Tremendo sacrificio.
Pasa el tiempo y ese silencio se hace cada vez más sonoro e insoportable, nos llega el ruido del dolor. Alguien debe escuchar e interpretar. Lo que tenga que ser sea. En España.
La Corona de España está teñida de sacrificios y esta monarquía constitucional iniciada en España con Don Juan Carlos tuvo el mérito de la reconciliación, de la estabilidad, de pasar la voz al pueblo español. Darle mayoría de edad mientras el Rey lo enseñaba al mundo: ahí está España. Esa es España. El Rey moderaba y su magistratura daba ejemplaridad sin tomar partido en la contienda política, por encima de ella. Incluso fue puesto a una durísima prueba cuando alguien quiso embestir a España, darle una cornada mortal en el corazón. Mantuvo el orden constitucional dentro de la legalidad vigente. A otros nos gustaría haberlos visto en su lugar.
No dejó por ello de empujar, de alentar y ser un estímulo moderador siempre. Símbolo y exponente de la nación.
¿Alguien lo duda? ¿Argumentos para rebatir lo dicho?
Sin duda en algún momento la nación no ha estado a la altura. Pero todos nos incluimos. No ha habido Poder del Estado que pueda tirar la primera piedra.
Leo en Carlos Seco Serrano: «Conmueve la magia de la realeza a aquellos que no la aman, cuando un buen día les sacude la presencia del hombre que la simboliza, de la bandera que lo precede o de la música que lo acompaña. Una escena dolorosa, la partida de Carlos X, hacía decir a Balzac: “Aun detestando a los reyes, debemos morir defendiéndolos, en el umbral de sus palacios, porque un rey somos todos nosotros, un rey es la patria encarnada…».
Definido en sus primeras palabras: «Quiero ser el Rey de todos los españoles». Todos. Un proyecto común y en comunidad. Como dice Jaime Mayor Oreja: «El Rey de los monárquicos y de los republicanos, el Rey de los vencedores y de los vencidos, el de los que permanecieron en España y el de los que salieron de ella, el de las derechas y el de las izquierdas, y también el Rey territorial de todos: los castellanos, los catalanes, los asturianos, los vascos o los canarios… El Rey de España y el Rey de las Españas, de las interiores y de las exteriores, de las pasadas y de las futuras. El Rey de la memoria y el Rey de la modernidad».
Ese ha sido el Rey Don Juan Carlos I. Continúa diciendo Mayor Oreja, «la monarquía de D. Juan Carlos ha transformado España que ha pasado de ser un elemento de discusión nacional a ser un factor determinante de integración nacional».
No hay mucho más que decir, aunque puede que en estas últimas palabras encierren la razón de tanta ingratitud a la Corona: su capacidad de integración.
Es difícil olvidar las palabras de Alejandro Magno: «La carga de un Rey es hacer bien y oír hablar mal de ti».
Esperamos que la normalidad vuelva. Lo hacemos desesperadamente.
El regreso del Rey Don Juan Carlos a su patria: España.
Por el bien de todos es mejor que no tengamos que repetir aquello: «La República la trajeron los monárquicos y, después, la perdieron los republicanos».
Mejor que sean los españoles sin adjetivar los que defiendan España. A su Rey, su himno y su bandera.
Lo que tenga que ser: sea. En España y contando con los españoles de a pie.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
7 marzo 2022