CONTAD LOS DISPAROS. ES LA GUERRA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Hay veces que cuesta un esfuerzo sobrehumano mantenerse en la corrección del lenguaje y no soltar la furia verbal que expresa el interior sentimiento. Hoy me veo en esa obligación de la mesura, pero sin disminuir un ápice la firmeza.

Hace más de cien años en una posición enclavada en el corazón del Rif quedaban abandonados unos soldados españoles. Morían de hambre y sed y fueron rematados por las balas rifeñas: El Igueriben (julio 1921).

Aquella inútil posición estaba anclada en un perdido lugar por donde ni los pájaros volaban. Fue el comienzo de una historia cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Empezaba con un abandono y que, como todas las cobardías, marcaría una etapa de decadencia y hastío para el conjunto de España.

Pocos saben dónde está ni que pasó en el Igueriben, pero tampoco nadie sabe a día de hoy donde está España ni lo que ha pasado en esto últimos años. La posición ha sido abandonada y sus defensores con ella.

El comandante Julio Benítez y Benítez que defendía el Igueriben ya había dado muestras de su heroísmo cuando un mes antes fue atacado en Sidi Dris por las harcas rifeñas.

Él y sus hombres dejaron claro en todo momento donde están los héroes y donde los cobardes que abandonan a sus hombres y con ello a su nación.

No hay tiempo ni soporte para dejar plasmado lo que ocurrió en el Igueriben. Se condesa la historia completa de un pueblo que no quiere saber nada del pasado y permanece a la espera de que sea otro el que le arregle el futuro. Mezcla de héroes y villanos.

Fue entonces y es ahora cuando se repiten los hechos, con menos ruido y más cobardía. No está el comandante Benítez ni nadie que se le parezca

En el Igueriben hubo que combatir porque aquello era España. Ahora también. Abandonados, rodeados y sin agua, un convoy detrás de otro en su ayuda fracasan.

El 21 de julio de 1921 el Igueriben está rodeado. Piden ayuda y solo reciben una contestación: ‹‹Resistid unas horas más, lo exige el buen nombre de España››.

‹‹Mañana os juramos que seréis salvados, o todos quedaremos en el campo del honor››.

El comandante Benítez contesta: ‹‹Parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros››.

Le autorizan a parlamentar con el enemigo y la contestación avergüenza a los cobardes: ‹‹Los oficiales del Igueriben mueren, pero no se rinden››.

Es el final del heroísmo que quedará ya para siempre como pieza de museo. Ni en las Academias Militares se enseña este tipo de ingeniería del alma.

‹‹Solo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues estaremos envueltos en la posición››.

Llegó el desastre.

Invertir en cosas del alma no es rentable. Los héroes suelen quedar en familia y poco más. ¿Interesa España? ¿Morir por España?

He mirado a uno y otro lado. He buscado y en la búsqueda con casi todos he hablado. Buscaba pregonar las razones que tienen los héroes cotidianos para servir hasta morir; a pesar de todo. Pero ya no hay poetas que canten el sentimiento de España, una patria, un amor, un dolor y algunas razones. Si cantas a España quedas marginado. Nos pasa a los locos poetas de la milicia, que cada día buscamos nuestro hueco en formación para escribir la marcialidad, el honor, el deber y el amor que nos llevó y llevará hasta el final.

Solo nos queda la esperanza de que todavía queden soldados en una olvidada posición. Soldados que mueran pero no se rindan. Soldados que no engañen al uniforme que visten, ni se detengan ante el fuego tenaz y preciso de los que intentan desmoralizarles con cantos de antimilitarismos, de traición a los ideales más nobles.

El que dio órdenes que suponen entregar la vida al cumplirlas no puede luego renegar de lo que mandó. Es reo de traición.

Con España no se juega. Cuando lo dice un soldado todos sospechan o miran para otro lado. Pero ya no somos solo los soldados los que un día y otro avisamos. Ya es asunto diario, normal y cotidiano: ‹‹Pobre España, que no tiene quien la defienda››. ‹‹¡Pobre España!›› ‹‹Ser patriota ya no está de moda; ojalá no se vuelva contra nosotros››.

Cualquier Gobierno que se precie, es decir que cumpla con su deber, sabe que por encima de todo, repito, por encima de todo, están las Instituciones, sus símbolos y su Constitución. Si eso no se cumple, o se cumple a medias, según interese a la negociación política, estamos en los comienzos del totalitarismo y es el momento de gritar: «Tirad sobre nosotros, el enemigo está dentro». ¿Será este el momento?

La dejación de funciones, olvidar el sentido del deber, incumplir con el deber que la sociedad demanda, conduce a replegarse y esconderse.

Lejos de los espejismos que desde los periscopios de los submarinos emergentes se divisan hay una realidad llamada España. Si no somos los españoles los que cumplimos nuestra misión, cada uno la suya, unas más comprometidas que otras, pero todas igual de transcendentes, volvemos al abandono, al Igueriben.

Nos remorderá la conciencia: ‹‹Solo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros…».

No se distingue ya entre amigos y enemigos.

Estamos rodeados. El fuego hace tiempo que comenzó; es tenaz, preciso y mortal. Hay autorización para morir en la defensa de España, nunca para rendirse.

‹‹Al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros››. Empiecen a contar.

Acaba de sonar el undécimo…

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

27 noviembre 2023

Blog: generaldavila.com