VUELVE LA INQUISICIÓN. ESCONDAN LOS LIBROS Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

No cuento nada que me hayan contado. Lo he vivido en el Rastro madrileño este pasado domingo. Libros se venden muchos, incluso a un euro he encontrado alguna joya olvidada. Hay un librero especial, de toda la vida, que sabe lo que vende y con el que se puede hablar de libros. Yo estaba ojeando el puesto y no pude evitar escuchar la conversación que mantenía con un amigo o cliente.

-Pues sí, me han hecho retirar el libro. Ha venido un señor de paisano, se ha identificado como policía y me ha obligado a retirarlo de la venta porque es un libro prohibido por la Ley de Memoria Histórica.

No he podido pasar de largo ante el disparate que oigo en la conversación.

-¿He oído bien? ¿Está usted diciendo que hay libros prohibidos? ¿Hay libros que no se pueden vender? ¿Dice eso la Ley de Memoria Histórica?

El librero, años entre libros, mira a un lado y otro. Ya uno se siente vigilado. Yo siento no haber estado allí cuando el culto policía se las dio de listillo. Le habría examinado de la ley de ordenanza municipal.

-Pues sí, me ha hecho retirarlo de la venta. Nunca en mis largos años de librero me había pasado una cosa igual. Pero en fin, retirado está. No quiero líos.

Le pregunto por el libro. Me da igual el título, el autor, el contenido y el continente. Espero que no haya una lista de libros prohibidos. Que no tengamos que volver a la clandestinidad. ¿O estamos ya en ella? Las noticias así lo anuncian.

El daño no lo hace el que escribe sino el que lee o interpreta lo que lee. Esto ha sido siempre así.  Opino que todo hay que leerlo, aunque luego haya una cuestión de pura salud que te evita leer lo que revuelve el estómago y provoca bilis. Pero eso es una cuestión personal. Nadie puede prohibirte leer lo que te venga en gana.

Descartado el tema del libro mi asombro es ver lo que está ocurriendo en España.

Cómo la libertad se ve recortada cada día y cada hora.

Cómo ya es la policía adoctrinada la que vigila nuestros pensamientos y lecturas.

Vuelve el censor que ahora grita descaradamente: ¡Por la libertad!

Ya no hay guerras, dicen, pero hay más muertos que nunca, por las armas letales, de pólvora y palabra. Ya no hay inquisición, dicen, mientras se queman más libros que nunca, sustituidos por el adoctrinamiento televisivo y universitario. Pero lo que nunca creí que volvería a ver es a un policía retirando libros a su libre albedrío o bajo la excusa de una ley que él, en un abuso flagrante de autoridad, interpreta. ¿O se lo han ordenado en la clase de adoctrinamiento?

Vuelve la Inquisición. Escondan los libros.

Ahí queda la denuncia de un hecho insólito, pero real como esta democracia nuestra, de hogueras y justicia asamblearia que legisla contra la libre lectura de la historia.

Index Librorum Prohibitorum. 

No hay que prohibir libros, sino enseñar a leer. A escribir también; a distinguir y a huir de los falsos profetas. Educación. ¿Saben lo que significa?

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

17 enero 2019

 

ÚLTIMO ADIÓS. EN MEMORIA DE JOSÉ RIZAL General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Último Adiós (José Rizal)

Paseando por el Rastro madrileño veo arrumbado en un puestecillo una preciosa lámina salpicada de imágenes en sepia y las banderas de España y Filipinas encabezando un poema: Último Adiós. El vendedor al ver mi cara de sorpresa intenta contarme una historia para que le compre la lámina sin darse cuenta de que no le escucho. Sé lo que veo sin necesidad de charlatanería. Es el sobrecogedor poema que escribió José Rizal la víspera de su fusilamiento, su último adiós. El dueño del puesto no sabe que tiene un tesoro; y lo tiene. No por el valor material de la lámina sino porque está vendiendo un trozo de la historia de España y Filipinas protagonizada por un hombre que amaba por igual a las dos patrias y con el que se obró injustamente.

Monumento a José Rizal

No es el Rastro el lugar adecuado para exhibir esa lámina, pero la historia de España y de muchos de sus héroes suele verse en los bordillos y aceras de este singular mercadillo de Madrid. La historia pasa y sus hombres también. No debería ser así y por ello cualquier ocasión y medio es bueno para honrar su memoria.

La gente pasaba de largo sin prestarle atención a la lámina, a la historia. Pocos saben lo que significan aquellas banderas entrelazadas, abrazadas. Tampoco quien era José Rizal, como no lo supieron las autoridades españolas cuando desde Barcelona lo deportaron a Manila donde fue fusilado.

El regateo de rigor en este caso me produce un cierto rubor y sin más pago una ridícula cantidad por llevarme a casa la historia de Filipinas junto a España. Historia condensada en una preciosa lámina.

El doctor José Rizal fue un patriota nacido en Filipinas que nació y murió como español. Realizó sus estudios de Medicina en Madrid escribiendo en el periódico La Solidaridad abogando por una mayor autonomía para Filipinas y la concesión de fueros. Es el mayor héroe de Filipinas y uno de los grandes españoles del Siglo XIX; víctima de la incomprensión y de la intolerancia.

Hoy se cumplen 121 años de su muerte. Fusilado. Injustamente.

Adiós, padres y hermanos, trozos del alma mía,

Amigos de la infancia, en el perdido hogar;

Dad gracias, que descanso del fatigoso día;

Adiós, dulce extranjera, mi amiga, mi alegría;

Adiós, queridos seres. Morir es descansar.

En la brevedad de mis palabras rindo homenaje a José Rizal al que de manera causal he reencontrado en su poema Último Adiós dando un paseo por el Rastro madrileño. Unos días antes de cumplirse el aniversario de su muerte.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Palabras de S.M. el Rey al recibir la Gran Cruz de la Orden de los Caballeros de Rizal

Blog: generaldavila.com

30 diciembre 2017