COMENTARIO DEL DÍA
No hay marcha atrás. No habrá elecciones. ¿O sí? Tenemos lo que nos merecemos. ¿O no? Nos avergonzamos de lo que tenemos. De los que dicen representarnos.
Hoy ha hablado Puigdemont. No sabemos muy bien lo que ha dicho ni lo que ha querido decir. Una cosa y la otra. Elecciones sí, elecciones no.
No conviene fiarse ni del compañero de pareja. Nada se ha cerrado y todo queda abierto. Queda un largo y tedioso recorrido mientras no se imponga la seriedad de hombres cabales. ¿Dónde están?
Ante el bochornoso espectáculo de unos y otros solo queda esperar a que se sigan exigiendo responsabilidades legales y de las otras. Para las legales no hay perdón ni ministro, primero o de justicia, que lo pare. Esperemos. Para exigir otras responsabilidades no nos queda otra que patalear y, mientras, esperar a las urnas para papeletear.
La actual situación, una mina para los columnistas y articulistas, da mucho de qué hablar, pero hay dos aspectos muy preocupantes que destacan sobre todos los demás.
1.- Negociación. Diálogo. He anunciado y denunciado la segunda parte del golpe de Estado. Se resume: hacer legal lo que ahora no lo es.
De otra manera: trocear España. Por distintos procedimientos: la Nación de naciones, la Federal, discutir lo indiscutible y aprobar lo reprobable. Esa posibilidad se abre paso entre otras.
2.- Responsabilidades.
Ante la ley y ante los españoles.
Ante la ley nos surgen los interrogantes y dudas habituales. A los jueces les llega los que les llega. No todo. Nada más. Estuvo a punto de producirse ayer. Yo anuncio elecciones y… de rositas.
Ante los españoles: divide y vencerás. Divididos estamos. Empieza el consiguiente juego de situarse en línea de salida. Da comienzo la carrera.
¡Pobre Constitución! La despedazarán a dentelladas lanzándose los jirones hasta la llegada de los carroñeros. Será el momento en que el golpe de Estado haya triunfado. Una nueva Constitución donde no se reconocerán ni unos ni otros. La agonía de siempre. Morirá la Nación y con ella todos.
Solo nos queda el truco de las elecciones. Son más que necesarias. Pero para todos. Generales: para que los máximos responsables se sometan al juicio de los españoles. Muchos responsables -los menos- por vergüenza no se presentarán. Eso que ganamos.
Lo que hemos sufrido y lo que nos queda por sufrir tiene nombres y apellidos. Sean juzgados y que sea lo que los españoles quieran.
Antes de elegir sería conveniente que la salud democrática quedase limpia de toda culpa. Por ello y para ello solo queda un ruego que hacer a los que hasta ahora dicen habernos representados: ¡Váyanse! Todos.
Que no quede la posibilidad de colarse entre las urnas alguno de los que han representado esta comedia en la que, unos por acción y otros por omisión, han ridiculizado a España; a punto de desaparecer.
Hoy me siento más engañado que nunca.
Los tahúres nos miran victoriosos. Sonríen y se ríen de todos. Es necesario romper la baraja y repartir cartas nuevas.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
26 octubre 2017
