Este próximo sábado 16 de marzo donaré mi faja de General del Ejército español al Bendito Simpecado de la Hermandad del Rocío de Málaga La Caleta.
A petición de la Real, Ilustre y Venerable Hermandad del Rocío de Málaga La Caleta depositaré ese símbolo de Mando a los pies de su Bendito Simpecado porque es a Sus benditos pies donde se ha de depositar una vida de servicio cuando Ella ha sido quien marca el Camino, el Rocío de luces, la paz anhelada en la Blanca Paloma.
Es para mi un honor inesperado poder devolver a quien todo me lo ha dado, esa faja de mando que sin Ella pierde su significado.
A Vuestros benditos pies Señora, en Vuestra imagen del Simpecado, devuelvo el mando y me pongo a Vuestras órdenes para empezar el Camino.
Desde los tiempos de Flandes la prenda distintiva de los soldados españoles era una banda roja y la de los capitanes una faja roja ceñida a la cintura, muy ancha en el caso de los maestres de Campo y Maestres Generales equivalentes respectivamente al empleo de Coronel y General actuales, aunque todos ellos llevaban el nombre de Capitanes.
El término «General» tiene su propia historia. Como nos ilustra el general Bermúdez de Castro en su obra Arte del buen mandar español la palabra general aparece en el siglo XVI, pero su significado, sus atribuciones y deberes, son tan antiguos como la guerra. <<Lo mismo que se llama estratego entre los griegos, cónsul con los romanos, duque en los godos, cabdiello en el primer periodo de la Edad Media, condestable en el resto de la Edad Media y capitán al finalizar esta>>.
El capitán y el cabo eran los mandos principales que agrupaban desde las mesnadas a las compañías y posteriormente a las colunelas transformadas en coronelía de donde surgió el coronel.
La coronelía en Italia se dividía en compañías mandadas por capitanes. Fue Gonzalo Fernández de Córdoba el capitán de estos capitanes por lo que para distinguirlo de ellos le llamaron general porque los abarcaba a todos. Me parece que así queda definido, ampliamente aclarado, el significado de general como abarcador, común a todos sus hombres que constituyen un todo bajo el mando del que los abarca: el general.
Por eso suelo decir que ser General es eso: lo más común, algo de todos y al servicio de todos.
Este símbolo del generalato -la faja- se remonta por tanto al siglo XVI y ha sido una característica en los ejércitos españoles hasta nuestros días. Un símbolo que reúne a todos los que forman Compañía o Hermandad.
Para evitar aburrirles saltémonos un poco su historia hasta llegar a 1815 cuando se reguló el uso de las fajas de generales, determinando la forma de las borlas, que casi sin variaciones ha llegado hasta nuestros días. En 1840, las fajas del generalato se clasificaron como de gala y de diario. Las primeras fueron de seda carmesí, en punto de red, con borlas de canelón de hilo de oro, pendientes de un ovoide labrado de oro, con la espada y el bastón cruzados en aspa, bordados a realce o sobrepuestos, y superados con corona en un lado, y en el opuesto, la cifra del monarca reinante; el remate de la mencionada pieza era la corona real. Las de diario, eran iguales, diferenciándose únicamente en que las borlas eran de seda encarnada con la capa exterior de hilillo de oro y sin corona. usaban también los pasadores correspondientes al grado.
En diciembre de 1989 se dispuso que la faja fuese única para gala y diario, de punto de seda encarnada, con borlas de hilo de oro, flecos de seda roja y entorchados de empleo.
Hoy día, la faja roja sigue distinguiendo a todos aquellos militares que por su destacada valía tienen el honor de formar parte del cuerpo de oficiales generales, a los que corresponde también la más alta responsabilidad en la conducción del ejército.
Escribiendo esta reseña recordé aquel proverbio italiano que dice:
“Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja”. La carrera de las armas no es ningún juego, pero el significado del proverbio es aplicable a una vida donde nadie es más que otro si no hace más que otro. No es un juego, es una vida entregada a la Patria España.
Así un día, cuando el símbolo de tu mando, la faja del generalato, duerme encerrada en la caja y alguien te sorprende: «Donásela a la Virgen», a la Señora de las marismas, a la Blanca Paloma, a Málaga La Caleta, a su Simpecado, abres la caja, acaricias la faja y miras tu pasado.
Hecho: ¡A Sus pies Señora! De nuevo al Camino devuelvo el símbolo. Nunca pensé en tanto honor. Acompañar desde Málaga al Rocío, al Simpecado de La Caleta, iniciar otra carrera, convertirme en humilde caminante: ¡Eterno caminante! ¡Camino de Almonte!
La Virgen tiene que llevar faja de gala, Generala de nuestros ejércitos de infantes, la que lleva el verde del campo, flores en sus bordados, árboles de luz que escoltan su camino como buenos soldados.
¡Qué honor tan grande! Caminante me hago, del Rocío, a los pies del Simpecado, Virgen del Rocío, en La Caleta de Málaga, a Tus pies Señora, mi faja de general he depositado, es la de todos mis soldados, los tuyos que nunca dejarán de estar a tu lado.
Será este sábado cuando, en la Málaga legionaria, donaré mi faja legionaria que ha acompañado al Cristo de la Buena Muerte muchos Jueves Santo. Nada se puede pedir más cercano al Cielo y así espero que cuando toque la hora y el centinela de la puerta diga:
-¡Alto, ¿quién va?!, me abran las puertas al responder que soy el del Camino, el que va arrodillado en el Bendito Simpecado, que allí en Málaga La Caleta , mi faja de general he depositado.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
11 marzo 2024