BRINDIS TORERO DE PACO UREÑA: «VA POR USTED, POR ESPAÑA…» Rafael Dávila Álvarez

Con un torero nunca sabes, porque se arriman tanto que llegan a ver hasta el otro lado. Son como Ulises que bajan hasta donde nadie ha bajado jamás después de cruzar el Estigia y volver; un recorrido de ida sin saber si hay vuelta. Cuando brindan hablan, poco, muy poco. Cuando ese brindis puede ser un adiós no es necesario mucho para decirlo todo.

Jueves 5 de junio en la Plaza de las Ventas de Madrid: Corrida de la Prensa presidida por SM el Rey Don Felipe. Toros de Victorino Martín, esos que parecen Caronte, que como cruces la raya te sumergen en el inframundo. Todo se mide, pero en un momento queda la vida pendiente de una verónica ceñida o un natural eterno. Es un ritual que pertenece a una ceremonia sublime que no está al alcance de todos por ser mística enredada entre pitones y colores de trapos al viento en los que se envuelve el alma y la fiera. No requiere ni público. El torero solo, en su vida es tan solitario como el toro, hace los mismos gestos y la liturgia es la misma en la plaza que en la dehesa. El triunfo más allá de las orejas  es haber vuelto de ese viaje.

Todo esto requiere no andarse con palabrería ni con falsas expresiones. Aquí quien manda es el toro, ese es el rey de este arte tan extraño que nos acompaña desde la lejana religión de la mitología.

Paco Ureña (Francisco José Ureña Valero), torero de La Escucha (Lorca) o lo que es lo mismo: más de veinte años de valor, pundonor y arte. Antes de torear y matar a un victorino cualquier palabra que se diga hay que anotarla porque procede de un hombre que se va a enfrentar a todo, al toro, que es y puede no ser, se va a acercar a la orilla del río que separa hoy de mañana, el ahora con el después, y en eso por mucho que lo anotemos solo ellos y los soldados saben el terreno que pisan.

Un brindis de un torero es mucho más que unas palabras.

-¿Que le vas a decir al Rey? Cuidado que está la tele y te va a oír media España.

El zumbido de la colmena tuvo que aturdir al torero que sabía que antes del victorino se enfrentaba al juicio del micrófono, pero también sabía que su brindis era al Rey de España. España era la palabra, era a quien se dirigía, con quien hablaba antes del trance: por usted, por España…

Paco Ureña tomó el micrófono con la mano derecha, en la izquierda las únicas defensas posibles, armas de valientes, erguido torero, sin arrimarse a las tablas, sin querencia alguna, de frente y templando, muy despacio dio la verónica más larga de su vida:

«Va por usted, por España (traga saliva ante el nombre que da vida al brindis, España, y continúa con más firmeza si cabe…). Espero que defienda a España como lo necesitamos en la actualidad. Va por usted».

Hasta el toro lo ha entendido. Es fácil. No hace falta más parlamento ni requiere correcciones de la Real Academia Española, no necesitamos a Castelar ni a ningún rufián de turno, sino la verdad, las cosas claras y sencillas. Nunca hubo en España palabras más trascendentes que las dichas en una plaza de toros, aunque alguno las aproveche por su aforo, pero la verdad está cuando detrás del brindis te esperan dos pitones que hablan por sí solos.

Me dicen que ha habido comentarios de todo tipo…

-¿Pero que ha dicho ese hombre…? ¡Cómo se le ocurre! ¡Que se dedique a torear y se deje de hacer política!

Iros a la M, a la de Unamuno o a la de cada uno, pero no enturbiéis una legendaria liturgia, la de Juncal, Ignacio Sánchez Mejías que desde la Universidad de Columbia dijo: “El mundo es una gran plaza de toros donde el que no torea embiste”.

Las Ventas era una Universidad y en el cartel de la corrida de la Prensa hubo un catedrático de nombre Paco Ureña.

España, torero y toro. Que no nos empitone.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

7 junio 2024