Publicados en estos últimos días y a petición de muchos de nuestros lectores volvemos a editar estos tres artículos por la gran gran repercusión que han tenido y la buena acogida de lectores. Agradecido a todos por ello, conviene tener estas cosas muy presentes a la hora de tomar una decisión de futuro. Ahora está en nuestras manos. No desperdiciemos la oportunidad.
LA III REPÚBLICA ESPAÑOLA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
El gran cambio, la transformación de España en otra cosa, distinta de nuestra nación, está en marcha y cada vez más cerca de acabar con el gran obstáculo para ello: la Constitución y dentro de ella La Corona.
Se trata de «Meterle mano» a la Ley Fundamental del Estado, dinamitar un documento que para ellos fue siempre temporal y así recuperar el proyecto que forma el cuerpo y el alma del Partido Socialista para España: el federalismo republicano. Fue algo diseñado en el tiempo, premeditado, que sigue sus pasos con gran capacidad de adaptación e inteligente puesta en escena. Dispuestos a hacerlo y si necesario fuere con la dinamita que sobró en 1934.
«Hay que aceptar la Monarquía como el mejor y más fácil puente hacia la democracia. Luego ya veremos», sentenció Tierno Galván. Clara premonición del arte de imponerse en política que nadie maneja como esa mezcla de socialismo, comunismo y populismo español que nunca nos ha dejado crecer. Ninguno de ellos, ni siquiera por partes o en conjunto, son un sistema moderno, sino camaleónico capaces de todo, de acabar con todo.
Aquello conocido como la Transición no tenía verdadero interés como tal, su anhelo no era la democracia en sí ni la Constitución aprobada, sino el Partido con los tiempos calculados.
Una España a su medida que debería ser primero una venganza por aquellos tiempos que fueron. Entonces no interesaba una remodelación ni futuro alguno, sino ganar lo que habían perdido; luego vendría lo demás. No había prisa, sino objetivos.
Se requería algo indispensable y en ello se esforzaron con resultado sobresaliente: dinero, el capital del Estado. No era algo nuevo. Estaban preparados. Sabían hacerlo y su proyecto no consistía en la simpleza de tener dinero, sino en dominar la producción del dinero, la riqueza y su poder de distribución. No poseer empresas, sino a los que las financian y a los que las agitan; de camino crear las más punteras en el poder del dominio. Comunicación y tecnología son poderosas armas. Echen cuentas.
Apoderarse del conjunto de la Administración fue fácil a base de ocupar los puestos intermedios de la misma, los segundos y terceros escalones, convertirlos en herencias funcionariales.
Enumerar el asalto al Poder Judicial, comprobar que el Gobierno se constituye desde el independentismo, la delincuencia y el terrorismo, ha sido muestra palpable y sin límites del camino a seguir. Pero eso es cuestión a tratar con más detalle, en otro momento, no sin antes señalar que es la dinamita fundamental en el derribo de la nación y la consiguiente piedra maestra de la nueva construcción a base de naciones independientes con el único matiz aglutinador del poder socialista, comunista y populista.
Destruir lo construido, dominar esa destrucción para, después de sortearse la capa, vengarse y repartirse los despojos. Partir y repartir siempre desde un único objetivo: controlar el descontrol desde la máquina del Estado que debe funcionar con un solo mecanismo de poder que aúne la información delicada, lo económico (en su totalidad, dentro y fuera) y la administración de justicia.
El 14 de abril de 1931 puede interpretarse en clave actual en la figura de un Rey sacrificado y expulsado de España del que no sabemos a ciencia cierta la relación que mantiene con su hijo, actual Rey de España. Es algo premeditado y dirigido, un primer paso, una toma de contacto y valoración de futuro para la llegada de la hora de tocar la pieza clave en la incuestionable reforma de la Constitución que tarde o temprano se producirá.
Al finalizar la guerra civil fueron muchas las voces que pedían el regreso a la Monarquía tradicional, aunque hubo tantas o más que soñaban con otra cosa o no veían a España preparada para asumir riesgos.
El año 1947 se despejaba parte de la incógnita. España se constituía en reino y en un Estado católico: «España, como unidad política, es un Estado católico, social y representativo que, de acuerdo con su tradición, se declara constituido en Reino».
La jefatura del Estado correspondía a Franco con la prerrogativa de proponer a las Cortes la persona que debía ser llamada en su día a sucederle, a título de rey o de regente y su posible revocación.
En 1969 todo quedaba claro; ya habría sucesor: «Por todo ello, estimo llegado el momento de proponer a las Cortes Españolas como persona llamada en su día o sucederme, a título de Rey, al príncipe Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, quien, tras haber recibido la adecuada formación para su alta misión y formar parte de los tres Ejércitos, ha dado pruebas fehacientes de su acendrado patriotismo y de su total identificación con los Principios del Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino, y en el que concurren las demás condiciones establecidas en el artículo noveno de la Ley de Sucesión».
A la muerte de Franco y ante las dudas de un juramento y la obligada legalidad a cumplir hubo incertidumbre.
Los escrúpulos fueron superados en aquella frase que se hizo famosa de Torcuato Fernández Miranda: «Desde la Ley a la Ley a través de la Ley».
Llegó la Constitución, antes de lo previsto al ser impulsada por el Rey:
«España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria».
Y todo quedó formado con «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.
La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica».
Todo parecía partir de nuevo, de cero, una nueva España, una Transición modélica, exportable decían.
Conviene recordar que desde la primera Constitución de 1812 ninguna ha sido cambiada de acuerdo con los mecanismos en ellas previstos, sino simplemente abrogadas por las bravas y sustituidas por otra. Con un sola excepción: Las Leyes Fundamentales de Franco que sí se derogaron según sus mecanismos: de la Ley a la Ley.
Hasta ahora esto es Historia.
El contenido de las leyes de memoria histórica y de memoria democrática ha sido la colocación de los barrenos. Falta solo encender la mecha. No es difícil modificar la Constitución; no es ni necesario. La prueba fue 1931. Se hace y la calle lo aprueba; luego aprueba otra Constitución y fin de aquello y comienzo de otra cosa. Aquí no ha pasado nada.
Nunca pasa nada y las pruebas, por si acaso, se han ido llevando a cabo durante estos años y anotando con sumo cuidado las reacciones para en su momento saber tomar el control. El pueblo español, por lo tanto, ya está vacunado y en condiciones de asumir cualquier cosa.
Se ha admitido como partido a los que asolaron con las pistolas y bombas al conjunto de la sociedad española.
Se ha admitido la independencia, la ruptura de España, se ha cedido la soberanía, la Constitución ha sido raptada por un Tribunal de carácter político.
Se ha admitido que sean los independentistas los que gobiernan el territorio a independizar y se ha modificado la ley para que les sea posible y fácil lograrlo.
España ha dejado de ser Católica, algo que pesaba tanto o más que la Corona.
Montesquieu ¿Mande?
La Corona y el Rey que hizo posible una España democrática, supo mantener la unidad de España y su prestigio internacional han sido tratados como delincuentes, lo que ya empezó con Alfonso XIII y no han olvidado.
España es un cementerio con su sepulturero en funciones y donde además de desenterrar a los muertos se ha abierto el agujero que conduce a los infiernos, ese que dicen está en el Monasterio de El Escorial, cerca de donde vivió Lucifer antes de ser expulsado de los Cielos, infierno cuya entrada tapó Felipe II.
Visto lo visto no creo que nadie dude del camino abierto que acabamos de destapar. Queda avalado con datos, solo son algunos, incuestionables.
El gran cambio, la transformación de España en otra cosa, distinta de nuestra nación, está en marcha y cada vez más cerca de acabar con el gran obstáculo para ello: la Constitución y dentro de ella La Corona.
Por sus obras los conoceréis.
LA TRANSFORMACIÓN DE LOS EJÉRCITOS EN ESPAÑA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Hace ya muchos años que la maniobra para cambiar el pasado y el futuro de la nación española se puso en marcha tal y como se había previsto que fuese una vez que la Transición y la Constitución aprobada en 1978 cumpliesen su cometido de puente hacia el verdadero objetivo con el nuevo concepto político de lo que debería ser la nación más antigua de Europa. Los perros tiraban de un lado y del contrario, «una escisión del cuerpo social mediante una tracción continuada ejercida desde sus extremos».
Todo lo que entonces ocurrió fue intencionado: una transición a la espera de que desapareciesen unas generaciones que no estaban dispuestas a admitir la ruptura de la unidad de España, el feroz ataque a su religión y el final de su forma de Gobierno, la monarquía.
La idea fuerza fue asumir un periodo de preparación dirigido a las siguientes generaciones, moldear el futuro para tener preparado en su momento el paso a la República federal, la ruptura de la nación española y conceder a las autonomías que lo reclamasen su independencia en forma y manera que decidiesen, incluso admitiendo su total independencia o aceptando la violencia terrorista como camino político para el logro de sus objetivos. Consideraban que todo lo que ocurrió en España desde 1934 a 1975 tenía que desaparecer de la Historia y ser sustituido por otro relato, de forma que hubiese un nexo de unión entre 1931 y la situación actual. El año 2031, Centenario de la II República, era una fecha muy acertada para lograr ese objetivo de manera definitiva: España (?) republicana, nación de naciones, laica y roja (roja, republicana y laica dicen desde la política del terror).
De manera que la llamada «Transición» fue una farsa, un periodo transitorio dirigido sobre un escenario falso que permitiese ir eliminando los obstáculos que impedían lograr el objetivo final: acabar con cualquier vestigio de aquella España. Los obstáculos de entonces, tan conocidos, como la Iglesia, la Corona y el Ejército tenían que ser neutralizados de manera lenta, eficaz e irreversible. El poder económico era una clave esencial. Requería tiempo y sagacidad para hacerse con su control e introducirse además en la administración general y de justicia. También en los Ejércitos.
Las llamadas Fuerzas Armadas eran uno de los obstáculos más fuertes y peligrosos a desmontar. Fueron capaces de correr el riesgo de ir a por ellas ya que el objetivo lo merecía. Si se lograba, la victoria era segura.
El 23F está sin esclarecer, pero no el cui prodest. Más claro es quién estaba tras las bambalinas lo que no deja lugar a la más mínima duda de las intenciones.
Las Fuerzas Armadas eran el objetivo a batir antes de llevar a cabo el gran cambio y a ello iban a colaborar todos los partidos políticos. Unos con su objetivo rotundo y claro, otros con su melifluo proceder y miedo a la pérdida de las ventajas que creían tener. Hay una prueba irrefutable del proceso seguido para desmantelar los ejércitos: el libro escrito por el primer socialista que manejó desde el ministerio de Defensa a las Fuerzas Armadas. Todo quedó escrito antes de meter la mano en la caja (entiéndase del piano). En el libro de Narcís Serra Serra La transición militar. Reflexiones en torno a la reforma democrática de las fuerzas armadas se expone un detallado guión del proceso a seguir con los ejércitos hasta conseguir llevarlos a donde ellos querían. Se ha cumplido a rajatabla, por ellos y por todos, sin salirse ni un ápice del guión marcado. Solo extraigo un párrafo del libro: ‹‹El caso español aconseja que las reformas (se refiere a las reformas militares) se inicien en el campo del control económico, que ayuda a imponer orden en la actividad económica de los ejércitos y a programar su actuación. En este campo, los civiles son más expertos y su intervención puede dar resultados positivos a corto plazo››. El resultado ha sido una deuda desorbitada en el ministerio de defensa y llevar al borde del colapso a las unidades militares.
Tuvo (tuvieron) la desfachatez de decir: ‹‹En este campo (el económico), los civiles son más expertos y su intervención puede dar resultados positivos a corto plazo›› (por sus hechos los conoceréis). Ahí están los resultados.
Los ejércitos de España eran para ellos vetustos y peligrosos por su amor a España y estar lleno de virtudes como el honor, el valor, rigor y estar dispuestos a defender la unidad de la nación, su integridad territorial y el respeto a la Ley incluso dando la vida. Algo insoportable para caminar hacia el poder de los tres poderes.
Se lanzó un contundente ataque sobre las Fuerzas Armadas con objetivos intermedios con la sibilina intención de que no se notase la dirección principal de aquellos ataques. La vista puesta en leyes de personal que atacaron lo medular de las viejas tradiciones e igualaron a las unidades para así enterrarlas y cortar las raíces que las engarzaban hasta los Tercios de Flandes. Confundir y fundir los valores tradicionales sustituyéndolos por fidelidades políticas con trampas enmascaradas con escusas democráticas. Las sucesivas leyes de personal dividieron, confundieron y enfrentaron a unos y otros.
Se inventó una cultura militar alejada de las tradiciones, de los hechos de armas heroicos, se cambiaron nombres, se suprimieron e inventaron otros, y hasta el paradigma del guerrero fue hábilmente cambiado: el infante armado por el desarmado, el fusil y bayoneta por la meliflua figura que ya se ha impuesto en la sociedad. A nadie ya le llama la atención que la figura del soldado de emergencias se imponga a la del legionario.
Cambio de nombres, de cultura militar, de objetivos, de credos y tradiciones hasta alcanzar la madurez del proceso: la enseñanza militar.
En la enseñanza quedó eso «enseñanza», no sabemos de qué, y se redujo a mínimos inservibles lo que es «enseñanza militar».
Ese ha sido su gran triunfo que analizaremos en otro artículo. Lo expuesto hasta aquí es tan evidente que lo siguiente ha venido rodado hasta dar pie a una enseñanza militar que forma en otra cosa distinta a lo militar y que cada vez ahonda más en una formación cuya finalidad está por ver.
En cualquier caso recordemos al bueno de Spinoza: «Non ridere, non lugere, neque detestari, sed intelligere». Es decir «No ridiculizar ni lamentar ni maldecir, sino entender».
En esa línea, para que nadie nos señale con premeditación, en un próximo artículo analizaremos la actual enseñanza militar, porque a pesar de los pesares nuestros oficiales y suboficiales siguen manteniendo el mismo espíritu que nos ha caracterizado desde los Tercios de Flandes y cada vez se acrecienta más su vocación de servicio y amor a España en su unidad e integridad territorial.
¿Por qué será?
El amor a España se transmite de generación en generación y los centinelas se pasan la consigna… ¡Alerta está…!
LA ENSEÑANZA EN LAS FUERZAS ARMADAS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Si algo hay que hace grande a una nación y a sus ciudadanos es la excelencia en tres asuntos de Estado: la Educación, la política Exterior y sus Fuerzas Armadas. Todo lo demás se le dará por añadidura.
Es por ello que cada vez que llega un Gobierno a ponerse al mando de la nación se cambian la ley de Educación, el rumbo de exteriores se pierde en un caos político y se le da media vuelta a los ejércitos para que miren en dirección contraria. Es evidente que a día de hoy son asignaturas pendientes para el Estado español.
Siempre hubo un paradigma dialéctico con las Fuerzas Armadas: un modelo institucional u ocupacional. Pulso moral de la nación, o empresa estatal con cuenta de resultados (políticos y económicos).
Aquí hace ya algunos años, —los suficientes para que el daño sea irreversible— la idea ha sido retirarlas de su misión fundamental y utilizarlas como melifluo instrumento de una ideología. También queda claro que gastar en ellas debe ser testimonial, lo mínimo.
Claro que nuestros aliados piden y exigen y…
Claro que las Fuerzas Armadas no pueden corregir sus deficiencias materiales y morales de un año para otro, pasan los años y…
Claro que la Defensa, que es un asunto de Estado, de la Nación, no se improvisa y…
Claro que un día estalla la guerra y…
Sin duda quien decide, si preciso fuera, entregar su vida en defensa de España se aleja del modelo material, de la cuenta de resultados, para introducirse de lleno en el mundo axiológico donde es difícil se asiente la rentabilidad económica.
La milicia en su pureza no es la industria militar. La milicia en su pureza no es una empresa ni una cuenta de resultados ni la enseñanza debe ajustarse a exclusivos parámetros del mundo de la enseñanza civil. El argumento es muy sencillo: aquí se viene a entregar la vida en su concepto más amplio «si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España», compromiso desconocido en cualquier otro empleo público o privado.
La base de unos ejércitos capacitados y moralmente fuertes depende en su mayoría de dos aspectos: la enseñanza y el apoyo que reciba de la nación. En la vida militar no priman los intereses individuales, sino los nacionales, no hay ideologías, sino respeto a la Ley que enmarca al conjunto de la nación, el respeto a la Constitución y por tanto a la misión que esta les asigna. El militar no cumple y obedece por afectos ni por ideologías, sino por cumplimiento del deber legalmente establecido y ello bajo conceptos morales y virtudes tradicionales. Tiene su misión definida de manera clara y rotunda en el Título Preliminar de la Constitución.
La evolución hacia otra forma de entender la milicia —modo ocupacional, desmotivador— se puso en marcha con lo más preciado, con lo que a la larga daría sus frutos: la enseñanza militar.
Con falsos argumentos se ha justificado la necesidad de un cambio alegando torticeras razones: las raíces históricas, las tradiciones y los valores militares se enarbolan como una supremacía que pretende ser un «poder militar». Falso a todas luces.
La mayor virtud de un soldado es la humildad:
Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.
La reforma de la enseñanza militar, como dije en mi anterior artículo La transformación de los Ejércitos de España, era motivo de especial tratamiento, la victoria sería a medio y largo plazo, pero había que ir despacio y con cuidado. Les daba miedo acometerla. Se halla incluida en ese nuevo concepto llamado «escuela democrática» velo que oculta la manipulación para adaptar las futuras generaciones a un pensamiento alejado del esfuerzo y el sacrificio, bases de la carrera militar.
Decía Ortega y Gasset que el militar actual era un guerrero deformado por el industrialismo. De eso hace ya muchos años. Por eso a Europa la guerra le ha pillado con el pie cambiado y a España con los pies en la dirección contraria. ¡Si hoy nos viese o definiese…!
Así se entiende el desarme de Europa. Con las armas rendidas: «…vieron un tropel de ratones hambrientos que por la noche les había roído las cuerdas de sus arcos, las correas de cuero de sus escudos y todas las partes comestibles de sus armaduras».
Confiamos nuestra defensa a otros y bebimos y comimos hasta caer en un sueño profundo. «Nos prometieron cincuenta navíos, pero nos engañaron enviándonos solo uno de verdad y cuarenta y nueve de juguete, con muñecos por tripulantes, que el capitán arrojó al pasar cerca de la costa…»
No creo que haya una carrera de mayor complejidad, ninguna, como la militar. ¿Argumentos? Solo uno: en las guerras actuales participa toda la sociedad, todas las profesiones son actores de la guerra sea cual sea la actividad sin que nadie quede fuera del conjunto, nadie. Pero ese conjunto de nada sirve ni nada logra si no está mandado y además bien mandado que no es otra cosa que extrayendo lo mejor de cada uno lograr la excelencia del conjunto haciéndolo vencedor.
¿Estamos formando: militares?: «Junto a esa formación militar, será requisito para acceder a las escalas de oficiales obtener un título de grado universitario y para las escalas de suboficiales, una titulación de formación profesional de grado superior.” (Ley 39/2007 de la carrera militar, preámbulo, V)».
Sustancial cambio con la excusa del necesario ajuste para cumplir con el Plan Bolonia. ¿Era necesario? ¿No eran autosuficientes las Fuerzas Armadas para impartir su Grado? ¿No disponen de autorizados profesores con titulación y Centros más que excelentes?
Fue la Ley 17/1989, de 19 de julio, reguladora del Régimen del Personal Militar Profesional, la que definió un sistema de enseñanza militar integrado en el sistema educativo general y, por lo tanto debería adaptarse a los parámetros que regulan la enseñanza en dicho sistema, tanto en su nivel universitario (oficiales) como en el de la formación profesional de grado superior (suboficiales). Las leyes 17/1999 de régimen de personal de las FAS y la Ley 39/2007 de la carrera militar terminaron de ajustar la enseñanza militar. Entre los diversas posibilidades para adaptarse al nuevo sistema educativo se eligió la peor, ¿intencionadamente?
No es necesario explicar todo el proceso harto complejo. Solo es necesario decir que si antes se salía teniente o alférez de navío de las academias militares después de cuatro o cinco años de única y estricta formación militar hoy es necesario obtener en el mismo tiempo el grado de Ingeniería de Organización Industrial, Ingeniería Mecánica o Ingeniería de Organización Industrial. Con lo que durante los cuatro primeros años de formación el 75% del tiempo se dedica a la ingeniería con profesorado exclusivamente civil olvidando el peso que requiere la formación militar.
Ahora se estudian tres carreras en cinco años: ingeniero, militar ¿y técnico en emergencias o algo parecido? Lo militar es absolutamente secundario.
La Enseñanza en lo militar —Grado universitario, Plan Bolonia—, ha sido un estrepitoso fracaso. Equiparación ¿Para qué? Tenemos el criterio de que un Ejército es mejor o peor no por sus mandos y soldados sino por el material que tiene con lo que la formación de sus oficiales pasa a un segundo plano. Más técnica que humanística.
¿Pasamos a un nuevo modelo que se implanta: el de los ejércitos/empresa como Wagner? Supongo que los ejércitos están desarrollando el modelo o al menos pensando en las cosas que se ven. La técnica y la ciencia han matado a la guerra y a lo que de humanitario debe tener una guerra.
El Plan Bolonia ha sido un fracaso en lo militar, una innecesaria cesión de la formación militar no al mundo académico, sino al político. Politizar la milicia es utilizarla para unos fines ideológicos y la defensa de una nación está por encima de cualquier opción política.
Debe crearse un Centro Universitario propio de las Fuerzas Armadas con una docencia propia dependiente del ministerio de Defensa exclusivamente y con sus especialidades que integrasen al personal civil académico necesario.
En estos momentos falta fluidez académica, las relaciones Academia General Militar y Universidad dejan mucho que desear. El sentido que tenía el «espíritu de la General» desaparece cada día.
Déficit de oficiales en los empleos básicos y de mando directo de unidades porque se producen muchas bajas en las academias, los alumnos de letras tienen vedado su acceso a la carrera militar, la formación humanística ha desaparecido, la historia no es asignatura para el militar, la falta de vocaciones (vocación militar se entiende) es notoria. Nadie dice nada y lo peor: parece que todos estamos muy contentos.
Menos mal que la materia prima es excelente y nuestros oficiales suplen con su esfuerzo y amor a la profesión los déficits que encuentran en el proceso de formación. Contra el espíritu y la tradición no hay quien pueda.
«Creían que sin religión, sin magistratura y sin ejército podrían vivir en el pensamiento, en la pura especulación».
Me llegan rumores de cambio. Esperemos porque ahora España entra en parálisis y después nadie sabe lo que vendrá.
Lo militar está fuera de la corriente de la modernidad, pero la guerra cada vez está más cerca. Es más que un incendio y más que una simple emergencia. Lo es todo.
P.D. Puedo adelantar que el Jefe del Estado Mayor del Ejército, consciente de las debilidades del actual sistema de enseñanza militar de formación para el ingreso en la escala de oficiales ha constituido un grupo de trabajo en el que se incluyen miembros de la Universidad de Zaragoza, la Dirección General de Reclutamiento y Enseñanza Militar, la Academia General Militar y la Guardia Civil. Se trata de diseñar un nuevo modelo formativo de la enseñanza militar de formación para oficiales.
El objetivo es crear un nuevo grado universitario que se adapte al nuevo perfil de egreso definido por el General de Ejército Jefe de Estado Mayor del Ejército. Habrá una mayor carga humanística, en detrimento de las científicas, siempre con unos conocimientos profusos en las nuevas tecnologías, el liderazgo centrado en el Mando Orientado a la Misión y la gestión de la información y el conocimiento.
En la actualidad se trabaja en la memoria de verificación del nuevo grado que, ya redactada y presentada, está en proceso de aprobación por la Agencia de calidad y prospectiva universitaria de Aragón (ACPUA).
Una excelente noticia.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
7 junio 2023
