A lo largo del año que está a punto de finalizar hemos comprobado en nuestra “piel de toro” diversos desequilibrios – a veces amenazas – que han puesto en solfa nuestra tranquilidad y sosiego. Hechos como los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, el constante flujo de inmigrantes ilegales desde África hacia nuestras costas, el descenso de los recursos hídricos, y sobre todo, la crisis derivada del intento ilegal de secesión de Cataluña, con los brotes violentos que la han rodeado, y los ataques cibernéticos que se han producido; han alterado nuestro sosiego y nuestra tranquilidad. En definitiva, nuestra sensación de sentirnos seguros.
No es fácil hablar de seguridad y mucho menos de las estrategias para alcanzarla. Para muchos eso es cosa de militares y en realidad, así comenzó la cosa. El propio origen de la palabra (del griego estrategós: el artedel general) lo corrobora. Pero tras las guerras Napoleónicas, la guerra, o el conflicto armado como se concibe en la actualidad, ha dejado cada vez más ser cosas de los militares y más de los dirigentes políticos. En la actualidad, en las sociedades modernas y democráticas, ni siquiera es así, es un asunto de todos.
Recuerdo que, hace unos años, siendo yo profesor del Grupo de Estrategia de la Escuela de Estado Mayor del Ejército, tratábamos de abrir la mente de nuestros alumnos inculcándoles la idea de la “Gran Estrategia”, esa que trasciende a lo puramente militar y que concitaba a todos los sectores de la nación en la búsqueda de soluciones para resolver los conflictos. Y traté de ponerlo de manifiesto con un caso práctico: La defensa de Ceuta y Melilla. Para ello organizamos un panel de expertos que incluía a un representante del Ministerio de Asuntos Exteriores, otro del llamado entonces Ministerio de Administración Territorial, y finalmente, como no, el responsable de los Planes Operativos del Estado Mayor de la Defensa. A pesar de la labor decoordinación previa, cada uno de los ponentes expuso su visión exclusiva del tema poniendo de manifiesto un desconocimiento total sobre lo que había hecho el vecino dando al traste con nuestra concepción de la estrategia como una asunto pluridepartamental.
ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL
Habrían de pasar quince años para que la estrategia de seguridad, como un asunto de relevancia nacional cobrase forma. La primera Estrategia Seguridad Nacional fue promulgada por el Presidente Rodríguez Zapatero en el año 2011, al final de la IX Legislatura, pero no hubo tiempo material para desarrollarla. Dos años después, en 2013 ya bajo la Presidencia de Mariano Rajoy, fue revisada. En ambos casos, la estrategia de seguridad presentaba como logros algunos temas de las agendas del partido que soportaba al gobierno de turno sin aportar valor añadido al contenido. Esos errores se han evitado, al menos en una parte sustancial, en la reciente revisión de la Estrategia de Seguridad Nacional que con el subtítulo de “Un proyecto compartido de todos y para todos” ha sido remitida a Las Cortes, donde ha obtenido un gran consenso parlamentario, y finalmente aprobada por el gobierno a principios de este mes de diciembre. Tal consenso ha sido posible gracias gran elenco de departamentos ministeriales e instituciones del Estado que han intervenido en su elaboración, que ha coordinado el Gabinete de Seguridad Nacional de la Presidencia del Gobierno, contando con la participación de un nutrido grupo de expertos de alto nivel y la sanción del Consejo Nacional de Seguridad.
La Estrategia de seguridad Nacional es “el marco de referencia de la Política de Seguridad Nacional, una política de estado. Adopta una visión integral de la seguridad, entendida esta como servicio público objeto de una acción del Estado dirigida a proteger la libertad, los derechos y bienestar de los ciudadanos, a garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a sus socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos acordados”.
Es, antetodo, la expresión de un meticuloso procedimiento metodológico en el que, tras examinar el contexto político-estratégico y señalar los intereses nacionales que es preciso salvaguardar, se definen los riesgos y amenazas potenciales o reales que atentan contra tales riesgos para, finalmente fijar los objetivos a alcanzar en materia de seguridad nacional y las líneas de acción estratégicas para alcanzarlos.
No les voy a aburrir con un análisis pormenorizado de la Estrategia de Seguridad Nacional 2017 recientemente aprobada. Si alguno de los lectores estuviera interesado en conocerla en detalle, les remito amablemente al siguiente enlace de la página web de Departamento de Seguridad Nacional en la Presidencia del Gobierno:
Pero si quisiera compartir con Vds. unas reflexiones personales al respecto.
Al examinar el entorno actual en relación con la estrategia elaborada en el año 2013 no deja de hacer mención a la crisis económica que hemos atravesado asumiendo que“ha tenido un impacto significativo encapacidades y recursos, y en buena medida con consecuencias en los movimientos independentistas…… A ella se ha recurrido como argumento para apoyar accionesirresponsables”. En clara referencia al desafío independentista que estamos viviendo en Cataluña. A este respecto solo señala en su capítulo 1 que «En España se puede defender cualquier proyecto políticosiempre que se haga en estricta observancia de la legalidad y con respeto a los derechosy libertades de todos sus ciudadanos” Pero en ningún momento se considera a estos movimientos independentistas siquiera un riesgo y en consecuencia no se establecen líneas de acción para atajarlos.
Sin embargo, sí considera un aumento del riesgo de fragmentación de Europa y el auge de los movimientos contrarios a la UE, frente a los que reclama que España desarrolle un mayor liderazgo en defensa de una EU más eficaz. A mismo tiempo aborda la nueva situación en la que quedaráel anacronismo histórico de Gibraltar tras el Brexit, para cuya solución aboga por “la búsqueda de una cooperación positiva- entre el Reino Unido y España- , especialmente en un área de máxima relevancia estratégica como es el Estrecho”. Ahí queda eso.
En el capítulo de las alianzas, aunque a lo largo del documento deja clara la preferencia española por la defensa en el marco europeo, no deja de reconocer que “La OTAN constituye la base de la defensa colectiva en Europa” Y en este sentido, una vez que empezamos a dejar definitivamente la crisis económica (a la que hace referencia 8 veces a lo largo del texto) establece que “En este ámbito, España debe asumir los compromisos económicos acordados como parte de un necesario reparto de responsabilidades y esfuerzos entre aliados” Muy en línea con lo que los medios de comunicación viene trasladando tras la entrevista de la Ministra de Defensa con el Secretario de defensa USA, Gral. Mattis.
Otro aspecto interesante es el de la Lucha antiterrorista. Declara abiertamente la victoria del Estado de Derecho sobre la banda ETA. Solo resta la defensa de la memoria de las víctimas y la labor de las FCSE en la investigación de los hechos criminales. En cuanto al terrorismo yihadista, que menciona 16 veces a lo largo del texto, no hace distinción entre el Estado Islámico, Al Qaeda o ALQMI. Considera genéricamente este tipo de terrorismo asignándole una alta prioridad y las consecuentes líneas de acción para atajarlo.
En relación con la Estrategia anterior, la de 2013, la revisión actual enfatiza dos amenazas que en aquella apenas aparecían esbozadas, como la seguridad energética y la ciberseguridad y aparece la seguridad marítima como un nuevo ámbito que precisa un tratamientomás específico para hacer frente a los riesgos en este elemento, para lo que se ha creado un Comité Sectorial de Seguridad Marítima dependiente del Consejo de Seguridad Nacional.
Un último aspecto me gustaría destacar es el de la cultura de seguridad nacional, que cita en diez ocasiones y al que configura como uno de los cinco objetivos generales. Es de esperar queun aspecto tan relevante, a través del que nos tienen que concitar a todos, tenga de una vez por todas, el necesario desarrollo normativo y orgánico y una conveniente asignación presupuestaria mediante la aprobación de “un Plan Integral de Cultura de Seguridad Nacional que sirva de catalizador para la implantación progresiva de una cultura de Seguridad Nacional inclusiva, participativa y colaborativa” tal como fija la propia estrategia recientemente aprobada.
Adolfo Coloma. GB (R.) del ET.
Blog: generaldavila.com
31 diciembre 2017




