CRISIS EN EUROPA. SÁLVESE QUIEN PUEDA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Macron no lidera Europa. Francia tampoco está en sus manos. Quiere, pero no puede. De la visita al presidente Trump poco que cosechar. Es un hombre tan sonriente como ineficaz. La pregunta está en el aire: ¿Quién es el interlocutor válido en  Europa?

La presidenta italiana ha hablado largo y tendido con Trump. El presidente Polaco, Andrzej Duda, se reunió con él este sábado pasado. El jueves le toca al británico Starmer. Que no forma parte de la Unión Europea y no sabemos si va por libre.

El presidente del Gobierno de España ni está ni se le espera. Una pena ya que debería ser presidente de todos los españoles y no de unos partidos revolucionarios y separatistas. Más nos vale mirar hacia el sur. Nunca hemos estado más peligrosamente amenazados.

Hasta ahora la sensatez solo se ve en el presidente de Polonia, que en su cuenta de X dejó escrito:

«Hace unos minutos, el presidente Zelensky me llamó. Tuvimos una conversación franca después de las recientes reuniones con el General Kellogg y otros acontecimientos. Le trasmitía que creemos firmemente que no hay otra manera de detener el derramamiento de sangre y lograr una paz duradera en Ucrania excepto con el apoyo de los Estados Unidos. Por este motivo, propuse al presidente Zelensky que mantuviera el compromiso de cooperar con calma y de manera constructiva con Trump. Confío en que la buena voluntad y la honestidad sean la base de la estrategia de negociación de Estados Unidos. No tengo ninguna duda de que el presidente Trump está guiado por un profundo sentido de responsabilidad por la estabilidad y la paz mundiales».

Pensamos en la Alemania resultante de las elecciones. Hay una demostración clara, se mire en la dirección que se mire, que en Europa hay un generalizado descontento con la tibieza de la política y que el resultado de cualquier elección señala en direcciones opuestas. En la memoria aún permanece aquella Alemania que pactó de manera unilateral con Rusia un gaseoducto «Nord Stream 2» directo de Rusia a Alemania, sin UE ni nada parecido. Estados Unidos dijo no y aquello voló. ¿Quién manda en Europa?

La tracción desde los extremos es muy peligrosa. Recordar las palabras de Julián Marías es un ejercicio de modernidad:

«Todavía recordamos cuando la escisión del cuerpo social mediante una tracción continuada, ejercida desde sus extremos, trajo desastrosas consecuencias. Ese torso de la sociedad que poco o nada tenía que ver con los grupos extremistas, en lugar de rechazar sus pretensiones, se dejó dividir, siguió, con mayor o menor docilidad, a los dos fragmentos que no querían convivir con los demás. Es el peligro que acarrea el dejarse llevar por los elementos perturbadores que utilizan: la reiteración y la utilización. El primero produce un efecto hipnótico y el segundo pone a prueba la tesis que interesa sin probarla, demostrarla o justificarla, sino haciéndola funcionar. Se sobreentiende que su funcionamiento es prueba de su verdad. En definitiva, manipulación difícil de captar si no estamos dotados de un pensamiento alerta capaz de descubrirla».

Luego llegan las guerras.

Hay que preguntarse quienes mueren en la guerra.

Sir Douglas Haig, Mariscal de Campo del Ejército británico combatió en la Batalla de Somme durante la I Guerra Mundial; nunca se aproximaba a sus soldados. Su Estado Mayor le recomendó hacerlo para estimular a sus decaídos soldados. Se acercó a uno de ellos y le preguntó: —¿Dónde empezó usted la guerra? El soldado no lo dudó:

—Yo no empecé esta guerra, señor; creo que fue el Kaiser.

Sin duda había llegado tarde y obtuvo la respuesta adecuada.

Espero que los líderes europeos no lleguen tarde y recuerden cual es el protocolo que mueve al mundo.

Les recomiendo la Ciropedia de Jenofonte, libro de cabecera de cualquier soldado, que dice que al hombre de confianza debes situarlo a tu izquierda para que te proteja ese lado que es donde está el corazón.

«Cuando llegaron los invitados al banquete, no hizo sentar a cada uno tal como estaba, sino que al que estimaba más, a su izquierda (porque un posible asesino intentaría alcanzarle en el corazón, por tanto, lo más seguro es tener a la izquierda al hombre de más confianza), pensando que este sitio es más apropiado para las agresiones que la derecha; al segundo en su estima, a la derecha; al tercero, de nuevo a la izquierda, y al cuarto de nuevo a la derecha -y así sucesivamente, si es que eran más-. Dejar en claro cuál era su estima por cada uno, esto a él le parecía bueno, porque donde los hombres creen que el que sobresale no va a ser proclamado ni a recibir recompensas, es evidente que entonces no muestran entre ellos afán de competir; en cambio, donde el mejor queda claro que es el que obtiene más ventajas, entonces es evidente que todos están muy dispuestos a rivalizar. Ciro de esta manera dejaba en claro quiénes eran los mejores ante sus ojos, comenzando desde el lugar que ocupaban a su lado, sentados o de pie. Sin embargo no asignaba el orden de los asientos a perpetuidad, sino que hizo usual el promocionar a un asiento más honroso por medio de nobles acciones, y si alguien flojeaba, el retroceder a un asiento menos honroso. Era un pundonor para él que el que ocupaba el asiento de honor quedase claro ante todos que era objeto de muchísimas atenciones de su parte. Estas costumbres instituidas en época de Ciro, hemos comprobado que permanecen igual todavía en nuestros tiempos».

Habrá que ver quién hace méritos y el pundonor de cada uno. Aunque esto se parece más bien a un «Sálvese quien pueda». Las leyes sin fuerza que las ampare no sirven de nada. Europa es uno y es el otro, pero en nada se parecen entre ellos. Van por libre sin saber el objetivo de cada uno. No hay alguien que mande ni Ejército que obedezca.

Que no gane la izquierda de las guerras. Es su hábitat, donde crecen como hongos que envenenan los estómagos.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

26 febrero 2025