Acaban de descubrir “un nuevo” agujero negro masivo a 13.500 millones de años luz, casi a la distancia en la que se produjo el famoso Big- Bang estimada en 14.500 millones de años luz. El peso de este agujero negro es de unos 800 millones de soles, dato con el que es fácil de comprender la tremenda fuerza de la gravedad que genera el agujero negro descubierto. Esta enorme gravedad es la que viene determinando todo lo que sucede a su alrededor desde hace tantos millones de años.
En el centro de nuestra Vía Láctea existe también otro agujero negro, conocido como “Sagitario A”, que tiene “sólo” una masa equivalente a 4 millones de soles, y está situado a 25.000 años luz de distancia de nuestro planeta, lo que no es nada comparado con el agujero negro recientemente descubierto. Sin embargo, “Sagitario A”, y un acompañante menor que se ha descubierto hace poco tiempo, mantienen la integridad y el equilibrio de toda nuestra enorme Vía Láctea, que no es poco. Todos sabemos que nuestro Sol está a unos ínfimos 8 minutos luz de nuestra Tierra y en su versión agujero negro tendría el tamaño de una naranja o un pequeño balón de futbol. “Sagitario A”, con una masa de 4 millones de soles, tiene un tamaño de solo 17, lo que nos puede dar una idea de lo concentrada que está la masa en su interior. Igual que debe estarlo, según las mismas leyes de la física, en los demás agujeros negros.
No debe de extrañarnos, ni alarmarnos, la presencia de estos monstruos en el centro de nuestra galaxia pues es lo más natural pensar que algo debe de mantener unidas a los millones y millones de estrellas, y otros cuerpos celestes, que la componen y que los aficionados podemos observar sobre nuestras cabezas en las noches suficientemente claras y alejados de cualquier forma de contaminación lumínica.
Pero, ¿a qué viene todo esto?
Los agujeros negros, los naturales, son buenos en si mismos e imprescindibles para mantener el orden, y aún la vida, en nuestra galaxia y probablemente también la vida en otras galaxias. Forman parte del mundo que habitamos. Y limpian el espacio universal de estrellas innecesarias a cambio de incrementar su atrayente autoridad en el espacio que les rodea.
Otra cosa muy distinta sucede con los agujeros negros artificiales, que los hay. Son malos, perniciosos, de naturaleza intrínsicamente perversa. Se van creando de un modo artificial principalmente en el ámbito político cuando éste se muestra suficientemente turbio y enrarecido. Se alimentan del egoísmo de unos pocos asociado a la pasividad e inacción de la mayoría que, atónita, perpleja, indecisa, no sabe cómo tratar el problema. O no se atreve. Es lo que está pasando en Cataluña, una de las más prósperas y bellas regiones de España.
Los científicos consideran a los agujeros negros, a los de verdad, como “horizontes de sucesos” porque, dentro de ellos, si en ellos fuese posible entrar, o en sus proximidades, los acontecimientos suceden de un modo distinto a como estamos acostumbrados. Nada despreciable la cuestión porque podemos comprobar que el efecto agujero negro, cuando trata de implantarse artificialmente, puede provocar, y provoca, alteraciones graves e inexplicables en la conducta de las personas como puede ser esa obstinada, y fuera de toda lógica, aspiración secesionista de la que hacen gala, inasequibles al desaliento, los independentistas catalanes.
El resto de los ciudadanos españoles, incluidos naturalmente los catalanes no independentistas que no son pocos, no podemos respetar el relato, el ideario independentista porque está basado en la corrupción, en la malversación del dinero de todos, en el engaño, en la mentira permanente, en la tergiversación de la realidad, en el desprecio a la justicia, en la falsedad de sus palabras y hasta en la falsedad de sus urnas, que con tanto descaro mencionan con reiteración insoportable para confundir al ciudadano de buena voluntad. Es inadmisible que estas personas pretendan consideración democrática alguna cuando su conducta se reduce a despreciar a los que no piensan como ellos y es, además, tan perjudicial para los intereses de todos. Porque todas las ideas son, en principio, respetables salvo que afecten gravemente a la libertad o a la integridad física, económica o moral de los demás, o al concepto de su propia Historia.
Los independentistas catalanes demuestran mucha valentía para desprestigiar y dañar a España ante todo tipo de foros internacionales y muy poco valor para hacer frente a sus responsabilidades cuando la implacable Justicia les imputa o los mantiene cautelarmente en prisión. En esta situación estos bravos independentistas se desmoronan y sus principios no parecen tan firmes.
En su mundo virtual estos personajes se sienten depositarios únicos de la razón e intérpretes únicos de la Justicia. De nada valen los criterios de jueces y magistrados o las sentencias de los tribunales. Su criterio es el único que vale, según plantean sin rubor y, por tanto, todos debemos de aceptarlo. Viven con la esperanza de no tener rivales políticos o que estos queden permanentemente sometidos a sus antidemocráticos designios.
El daño económico que están causando a España entera, a su Historia, a su prestigio internacional es inconmensurable. ¿Por qué los independentistas separatistas atacan con tanta saña a la Patria que les vio nacer? Creo que, en primer lugar, porque así les han adoctrinado en sus escuelas y, en segundo lugar porque, deben de estar afectados por el síndrome de la víbora, ese pequeño ofidio cuya picadura es muy dolorosa pero no necesariamente mortal, si se trata bien y a tiempo. Resulta que las madres víboras tienen que parir desde la rama de un árbol porque sus pequeñas crías nacen ya con veneno y agresividad suficientes como para atacar, sin piedad ni consideración alguna, a su propia madre, si a su alcance se mantiene. No es un comportamiento normal, pero existe en la naturaleza y, por lo que estamos comprobando, más de lo deseable.
En nuestra querida Cataluña alguien está tratando de implantar, a lo mejor sin saberlo, un agujero negro de los que debemos evitar. De momento no lo han conseguido pero aún es posible que lo consigan si el resultado de las próximas elecciones no es el que casi todos deseamos y esperamos. Y si los que tienen que impedirlo no hacen lo necesario para evitarlo.
Aurelio Fernández Diz
CN(R.)
Blog: generaldavila.com
16 diciembre 2017