NAVIDAD. Rafael Dávila Álvarez

 

Leonardo da Vinci. Galería Uffizi, Florencia, Italia

Atribuimos el misterio a lo impenetrable, sin acceso al conocimiento, cuando es todo lo contrario: asequible y siempre cerca del conocimiento con el que se hermana, no lo limita sino que lo atrae en permanente llamada. El misterio es el mayor motor intelectual del hombre y sin él no existiría la condición humana. Nunca se conoce todo ni nada se conoce del todo. El imán del conocimiento es el misterio, mientras más impenetrable nos parece más conocimiento se desprende de él.

Navidad: estamos ante el mayor de ellos y por tanto el que más se abre a que nos acerquemos a su profundo significado y así conocer, intuir al menos, qué hay más allá.

Indaguemos en ello con la humildad que la sabiduría engendra. Todo se encierra en la palabra: Navidad. Nace Dios. ¿Es posible? ¿Cómo nace? ¿Para qué? ¿Es creíble un Dios Hombre?

El misterio nos lo expone con crudeza el Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger en la introducción a su libro Jesús de Nazaret. Nos recuerda el Papa que hace ya muchos siglos Moisés quiso ver la gloria de Dios.

«Se relata en el Libro del Éxodo. Allí se nos narra la petición que Moisés hace a Dios: “Déjame ver tu gloria” (Ex 33,18). La petición no es atendida: “Mi rostro no lo puedes ver” (33,20). A Moisés se le pone en un lugar cercano a Dios, en la hendidura de una roca, sobre la que pasará Dios con su gloria. Mientras pasa Dios le cubre con su mano y solo al final la retira: “Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás” (33,23)».

Verás un niño en el portal… «…pero mi rostro no lo verás, pero mi rostro no lo verás…».

Podemos pasar una vida en ese pensamiento. San Ero en Armenteira así parece que lo hizo:  «Nunca prodigio tan grande como el que Dios hizo por la oración de su Santa Virgen Madre de gran precio».

Lean a Ratzinger, o al Papa, como prefieran. Nos habla de Virgilio y «sus poesías Bucólicas (poesía pastoril), compuesto aproximadamente cuarenta años antes del nacimiento de Jesús«.

«En medio de graciosos versos sobre la vida campestre, resuena de pronto un tono muy diferente: se anuncia la llegada de un nuevo orden en el mundo a partir de lo que es «íntegro» (ab integro). «Iam redit et virgo», ya retorna la virgen. Una nueva progenie desciende de lo alto del cielo. Nace un niño con el que se acaba el linaje «de hierro». ¿Qué se promete allí? ¿Quién es la virgen? ¿Quién el niño del que se habla?». «En esta atmósfera de espera en la novedad se incluye la figura de la virgen, imagen de la pureza, de la integridad, de un comienzo «ab integro». Y también la espera en el niño, el «brote divino» (deum suboles). Por eso, quizá se puede decir que las figuras de la virgen y del niño forman parte de algún modo de las imágenes primordiales de la esperanza humana, que reaparecen en momentos de crisis y de espera, aun cuando no haya en perspectiva figuras concretas».

«Y mientras estaban allí [en Belén] le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada» (Lc 2,6s).

«Lo que hasta entonces había sido sólo un esquema lejano, de pronto se hace presente. En la época de Augusto, después de tantos trastornos provocados por las guerras y las luchas civiles, el país se ve invadido por una oleada de esperanza: ahora debería comenzar por fin un gran período de paz, debería despuntar un nuevo orden del mundo».

«Este es el misterio que solo queda desvelado la noche de la Navidad. Ya se puede ver el rostro y por ahora, esta noche de Navidad, es el rostro de un niño nacido en un Portal, entre estrellas y pastores».

Si no hubiese misterio no habría Dios y por tanto hombres.

Y si todo esto no se entiende hay una fórmula que nunca falla. No hay más que ponerse de rodillas, sin más, ni menos, y permanecer en esa postura ante todo lo que nos rodea. Muchos misterios se revelan cuando la actitud exterior del cuerpo postrado de rodillas nos alcanza por dentro.

Probemos. Todo lo científico-experimental y técnico queda al descubierto.

La esperanza humana, reaparece en momentos de crisis y de espera, aun cuando no haya en perspectiva figuras concretas.

Déjame ver tu gloria

Feliz Navidad.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

Navidad  2025