EN RECUERDO DE DON JOSÉ UTRERA MOLINA (Componentes del Blog generaldavila.com)

Don José Utrera Molina

Hoy 22 de abril ha muerto en Nerja (Málaga)  don José Utrera Molina. Tenía 91 años de servicio a Dios y a España, de amor a su familia, de entrega a la honradez y bondad del alma. Quiso a todos los que en su vida se cruzó, con la verdad por delante, sin rencor y con un enorme y desprendido amor.

Hoy ha muerto un hombre honrado, un ejemplo de español, un buen soldado, un cabo honorario, un honor para la Legión. Seguiremos aprendiendo de todo aquello que nos legó. Su amor a España, su fe, su Patria y Ejército, a los que del todo se entregó.

Don José Utrera Molina fue colaborador de nuestro blog, diríamos que maestro, esencia de lo que aquí defendemos, España y sus Fuerzas Armadas. Desde aquí queremos mandar a su familia nuestro sentido y profundo pésame de dolor temporal en la sabiduría de que la muerte no es el final y ya goza del Cielo legionario como cabo y ejemplar español.

Quede nuestro homenaje recordando los artículos que publicó en el blog y que son referentes y faro que lo iluminan.

Descansa en paz, ejemplar maestro y buen amigo. Aquí quedan sus palabras y el permanente recuerdo.

‹‹Amar a Dios, a España y a su Ejército fue un credo natural que aprendí de mis mayores››.

 

 

EN DEFENSA DEL EJÉRCITO (José Utrera Molina)

Don José Utrera Molina. Cabo Honorario de la Legión

Reconozco que el asombro casi ha desaparecido de mi esfera mental acostumbrado a contemplar la política española como una sucesión inagotable de mediocridades, impulsos irracionales,  odios contenidos y rencores ocultos.

El último episodio, por ahora, de esta decadencia nacional lo constituye la intolerable ofensa de la alcaldesa de Barcelona a nuestras fuerzas armadas. Desconoce esta “preclara” política catalana –o lo conoce demasiado bien- que un pueblo no puede vivir sin su Ejército, que vertebra y encarna siempre las mejores virtudes de su identidad nacional. Una nación sin ejército no es nada. La sangre derramada, la abnegación, el sacrificio personal, el espíritu de servicio y la ofrenda de una vida rechazando la comodidad, son señas de identidad de quienes visten el uniforme militar.

Nunca me he sentido más hombre ni más español que cuando he vestido ese uniforme y no puedo permanecer callado cuando se le ofende porque hay juramentos que obligan hasta el último día. La ofensa incalificable de esta alcaldesa alcanza límites insospechados, bravuconerías de burdel, desprecios de almas insanas. Como español, me siento orgullosamente representado por el ejército y me siento insultado sin poder responder adecuadamente a tanta desfachatez.

¿Qué clase de vergüenza le queda a la Sra. Colau para desairar así una institución que a todos nos representa? ¿Qué clase de gobierno, qué clase de medios de comunicación tenemos incapaces de responder a esta mezquina ofensa con una condena rotunda? ¿Imaginan las consecuencias de una ofensa igual en Estados Unidos, en Francia o en Gran Bretaña?

No nos equivoquemos. Vejando a ese uniforme no se pretende otra cosa que insultar a toda una nación, porque saben bien que su sola existencia garantiza todavía que España no pueda desaparecer del todo. Porque entre sus paredes se sigue pronunciando el nombre de España con unción y se cultivan el honor, la disciplina y la lealtad. Confieso que me siento abrumado por el desengaño porque nunca creí que llegáramos a contemplar la institucionalización de la chulería, la normalización de la zafiedad. No es posible permanecer indiferente ante tales hechos y no entiendo la indulgencia ante tanta provocación.

Sé que los muertos de mi propia familia, que son muchos y que honraron ese uniforme, me agradecerán que pronuncie mi grito de rebeldía y de indignación. Dios que ve y contempla a un pueblo como el nuestro a punto de desustanciar su historia juzgará algún día a quien se ha caracterizado por su indignidad y su desprecio ante el baluarte de un ejército al que yo desde estas páginas rindo mi homenaje y ante el que me cuadro con la misma emoción que lo hice cuando tuve el honor de vestir su uniforme.

Sé que muchos soldados habrán sentido como yo ante tamaño desafuero un estremecimiento cordial. Nuestro corazón apenas es capaz ya de resistir la infamia de tantos insultos continuados, de tanta falta de dignidad por quién se ha permitido ofender a vivos y muertos de una institución que en todo momento, con gallardía y limpieza ha estado dispuesta a darlo todo por salvar el honor de España.

JOSÉ UTRERA MOLINA

Cabo honorario de la Legión

PATRIA Y EJÉRCITO

El gran amor de don José Utrera Molina: ESPAÑA

 

Me he preguntado muchas veces, ante el misterio del silencio, de dónde proceden afectos que en el tiempo han sacudido mi alma y se han depositado en mi corazón. Desde muy pequeño, quizá por pertenecer a una familia con fuertes lazos castrenses, amé al Ejército desde el primer atisbo consciente de mi vida. Amar a Dios, a España y a su Ejército fue un credo natural que aprendí de mis mayores. De aquellos que vistieron uniforme y lo honraron hasta la muerte. Su ejemplo no se ha borrado jamás de mi memoria ni de mis afectos.

José Antonio Primo de Rivera acertó a calificar, con su palabra siempre cálida y aguda, la verdad profunda de la significación del Ejército. Escribió, en cierta ocasión, “El Ejército es la salvaguardia de lo permanente”. Estas palabras constituyeron para mí la clave para madurar la verdad de mis primeros sentimientos. Lo permanente es la verdad, el honor, las creencias trascendentales y las sensibilidades espirituales. Si a ello le añadimos el amor, que lo sostiene todo, habremos completado la significación profunda del ejército. No en vano, Millán Astray, a la pregunta de quienes eran, en su experiencia, los más valientes, contestó sin dudar: “Los que aman”.

Confieso sin pudor, que mi amor al Ejército se reforzó en mi permanencia breve como oficial en sus filas, y ha constituido una de las experiencias más importantes, honestas e incluso diría que de las más provechosas que mi experiencia vital me ha regalado. Conservo en mi memoria y en mi corazón los ejemplos palpitantes que he recibido de mis superiores en la época en que serví a ese orden de permanencia y de verdad. La obligación de obedecer, la disciplina en el decir, la nobleza en la comprensión y el valor para llevar a cabo cualquier género de empresa, están sin duda en la fuente emanadora que el ejército representa. Siempre he permanecido fiel al alto concepto que por encima de personalismos y de utilitarismos representa el ejército. Lo defendí en mi pequeñez, lo he enaltecido cuando contaba algunos años más y me he sentido orgulloso de comprender y defender el más alto papel escrito por él en los avatares de los tiempos.

Aprovecho esta generosa tribuna, para reivindicar la esencia del ejército, que entiendo que es de la más rabiosa actualidad: el amor a la Patria. Patria y Ejército son realidades inseparables. No se entienden la una sin la otra. La milicia como garante de la Patria, como continuación natural de ésta, como expresión viril de su significado último. Estas son verdades que no cambian y que están selladas con la fecunda sangre derramada de tantos soldados esforzados de España.

Termino con un mensaje de esperanza. No es la primera vez en la historia, que  España pasa por momentos turbulentos, que grupos y formaciones políticas desprecian el depósito de nuestra historia y tradiciones, que ignoran el alto valor que el Ejército representa. No hay que extrañarse. Cuando desaparecen las certezas, cuando la erosión de las instituciones públicas españolas por su falta de ejemplaridad apunta a un final de ciclo, es preciso afirmar la realidad rotundamente honesta y ejemplar del actual Ejército Español. Esto es un signo de confianza inequívoco. Es la semilla que volverá a brotar del rico humus de la tierra Española. No importa que parezca declinar el ánimo colectivo y que el buen pueblo español se acerque engañado a la negación de las virtudes básicas que permiten su supervivencia. Siempre hubo y siempre habrá una minoría altiva, audaz y dirigente que capte los momentos en que el pueblo español ha de definir, anclado en su presente, las notas del futuro.

JOSÉ UTRERA MOLINA

Alférez de complemento y Cabo honorario de la Legión Española
29 de febrero de 2016

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22 abril 2017