En septiembre de este año se cumplirá el Centenario del Desembarco de Alhucemas, cuyo recuerdo no puede faltar en la historia militar del Ejército español por su importancia para la integridad territorial de la nación española además de constituirse en un hito dentro de lo puramente militar como operación conjunta y combinada que sirvió de base para futuras operaciones de este tipo. España se ponía al frente de la doctrina militar y sus soldados eran ejemplo de valentía y eficacia. Parece ser que desde el actual ministerio de Defensa y los Cuarteles Generales de los Ejércitos y Armada no lo ven así y prefieren que este aniversario trascendental pase desapercibido mientras se produce el mayor de los desembarcos contra nuestra unidad nacional.
Pero no será hoy el día que escriba para recordar aquella trascendente operación a la que en su momento dedicaré el tiempo y espacio que se merece.
Hoy no es el día. Es solo un aviso previo y preocupante.
Me ha venido a la memoria al leer un documento que ha publicado el Ejército de Tierra: PROPÓSITO DEL JEME PARA 2025 (El JEME es el Jefe del Ejército).
En el documento al hablar de «Tradición» textualmente dice:
- El Ejército de Tierra heredero y depositario de una gloriosa tradición militar que se preserva y fortalece.
- 40 años de la Jura de Bandera de Su Majestad el Rey y 50 aniversario de la Academia General Básica y de la Escala de Suboficiales refuerzan la identidad y legado del Ejército.
- Efeméride principal 2025, «De Pavía a Breda (1525-1625), cien años de preeminencia de los Tercios españoles en Europa».
Asombrado cuando en 2025 en mi opinión no es esa la efeméride principal. Hay dos efemérides este año que es necesario preservar y fortalecer. Brillan por su ausencia en el citado documento. Me cuesta mucho trabajo pensar que ha habido un olvido. Imposible. Más bien será eso que todos pensamos y haya sido imposición política. ¿Es que no son importantes estas efemérides?:
–Batalla de Pavía (24 de febrero de 1525). V Centenario. Ni una palabra. Fue hecho prisionero el rey francés Francisco I, aquel que exclama cuando llega trasladado a Madrid y ve por sus calles a los niños jugando con espadas de madera.: <<Ni un amigo me queda para unir mi espada a la suya>>. <<¡Bendita España, que pare y cría los hombres armados!>>.
–Desembarco de Alhucemas (8 de septiembre de 1925). Centenario que ni se menciona. Se nos abre el pensamiento a varias razones.
Francia y Marruecos.
Dos fechas imprescindibles por destacar militarmente sobre otros acontecimientos militares de menor calado histórico. Pavía fue el inicio de la maniobra de la infantería española cuyo arte ha llegado hasta nuestros días: fuego y movimiento.
Alhucemas fue una primicia táctica de la maniobra conjunta de fuerzas de Tierra, Armada y Aire, y combinada con fuerzas francesas.
Será un tema a tratar con mayor detenimiento. Hoy vamos a centrarnos en el documento del Ejército de Tierra porque ya que está de moda lo del rearme (con perdón) y nos anuncian que la guerra está a las puertas de casa. Veamos lo que se propone nuestro Ejército de Tierra para este año 2025.
Hay que decir antes de nada que a día de hoy cualquier militar español debe sentir la positiva frustración de no haber participado en una guerra, algo así como el cirujano que toda la vida se preparó para operar del corazón y jamás estuvo en un quirófano. Con un matiz: para el militar no hay mayor victoria que esa: que no haya guerra. Disuasión armada. Como para el cirujano lo sería que nadie enfermase del corazón. Pero la realidad se impone, el corazón es débil e inevitable que enferme y la guerra puede tardar, pero llegará, y lo hará en cuanto dejemos de defendernos adecuadamente, o lo que es peor, que la cobardía política nos haga rehenes de ella y sus efectos. Nuestras Fuerzas Armadas han dado un ejemplo de eficacia y capacidades en todas aquellas misiones de paz (eufemismo sin duda) en las que han intervenido, pero eso no son guerras en el concepto para las que hay que estar preparado y armado en estos momentos cruciales para España y su integridad territorial. Como no los son las misiones derivadas de emergencias climatológicas, epidémicas o de otro tipo. La única guerra que hemos tenido ha sido olvidada, escondida y maltratada: Ifni (1958), donde se dieron las últimas Laureadas al valor heroico.
Hoy las cosas se complican y es urgente que siga vigente la verdadera misión de las Fuerzas Armadas: prepararse para la guerra. Para ello se debe exigir no solo los materiales adecuados, sino el espíritu que lleva a dar la vida por la Patria, si necesario fuera, para garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.
Rearmarse está mal dicho, dice el acertado y visionario responsable político, el que suprimiría el ministerio de Defensa, el presidente del Gobierno, que prefiere decir «mejorar la seguridad y defensa». Pues será con minúscula. Hablemos con eufemismos.
La realidad de nuestra situación es muy delicada y quizá tenga razón el presidente, porque él es capaz de acabar con la integridad territorial sin un disparo ni el ruido de un cohete. Un buen desembarco político vale más que un Alhucemas y no digamos que un Normandía.
España ha renunciado a su Defensa desde el momento en que lo ha hecho a su integridad territorial. Aquí ya nadie defiende lo fundamental y nos vamos lejos a defender lo ajeno.
El documento del que les hablo es muy preocupante porque es una clara demostración de que a los garantes de la unidad de España y su integridad territorial se les ha cambiado el espíritu de combate por el de pacíficos y eficaces servidores de algo distinto a su misión constitucional, esa que es la prioritaria. ¿Para qué queremos Ejércitos?
Les aseguro que los rusos no van a llegar a los Pirineos, pero otros peligros nos rondan y están tan a la vista que no los vemos. Nuestra Defensa es la del médico al que le dicen que opere del corazón, pero sin bisturí y sin derramar una gota de sangre. No se habla de las amenazas más allá de la rusa que con todos mis respetos debería ser explicada y razonada. ¿Nos va a atacar Rusia?
Siento que hay ocasiones en las que para decir poco o nada mejor callarse y no rellenar folios con eufemismos, bondades repetitivas y palabras poco inteligibles.
Tardaría meses en explicar mis conclusiones sobre el documento, pero para mi un error de base es el amalgama que se ha hecho con términos y propuestas que confunden a los españoles, con sabor político, que introduce en los ejércitos lo saludable, sostenible y ecológico. El eufemístico lenguaje empleado mezcla conceptos:
-«Conflictos de alta intensidad» (qué será eso), ¿No es la guerra de siempre?
-Labores de «Preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas». Lo que toda la vida se hizo sin restar medios y presupuesto a las unidades de combate ni modificar su instrucción y adiestramiento..
-Un ejército «cercano y comprometido», ¿con qué? ¿con quién? ¿es que no lo estuvo siempre?
– «La formación continua y el liderazgo, pilares fundamentales para alcanzar el éxito» a lo que toda la vida se ha llamado instrucción y adiestramiento.
-¿Liderazgo?, que puede estar muy bien para la empresa pública, pero que aquí toda la vida se llamó «Mando» que es mucho más que liderazgo. Lo eficaz es mandar con el ejemplo, «…llevar los ojos en las espaldas de tu capitán mejor que tener los ojos de tu capitán en tus espaldas».
¡Ay, cuanto echo de menos palabras dirigidas al corazón de los soldados y no tanto tecnicismo moderno, hueras palabras!
Me quedé en el guerrero Áyax, en los versos de Calderón, en las arengas de Alejandro Magno; me quedé en el sufrir cuando me hablan alto, y el honor de morir en el combate.
Es necesario mover a los soldados con maniobras del corazón, con arengas que conmuevan o muevan al sacrificio. Esa es la alta intensidad que necesitan las tropas.
También leo algo confundido en un capítulo de título «MÁS QUE COMBATIENTES» que el Ejército de Tierra es una herramienta flexible de la que dispone el Gobierno de la nación para poder hacer frente a estas situaciones en apoyo a la Unidad Militar de Emergencias, aportando todas aquellas capacidades que necesite de manera rápida y eficaz».
No entiendo lo de «Más que combatientes«. ¿No es más que suficiente? Es el mismo eufemismo que cuando se quiso crear en la ONU unos ejércitos exclusivos para el «mantenimiento de la paz». Los grandes tratadistas de lo militar (aún debe quedar alguno) y los mandos más cualificados lo desecharon después de fuertes criticas porque no hay mejores tropas para ese eufemismo de «mantenimiento de la paz» que aquellas que están preparadas para el combate. Esa es la única misión de los Ejércitos.
En España los ejércitos han intervenido de manera inmejorable en todas las emergencias nacionales que ha habido en su historia sin necesidad de desviar recursos de otras instituciones ni crear unidades que tiene mucho eco social, pero con las que se está rebajando el verdadero espíritu y vocación de los militares.
Como uno de los párrafos que leo en el capítulo dedicado a «Tradición e innovación» en el que se nos ofrece un nuevo modelo ¿de Ejército?, que «no solo requiere de nuevas tecnologías, sino principalmente de un cambio cultural para actualizar nuestra forma de pensar y de operar». Operar sin bisturí ni… ¿anticuados en la forma de pensar?
Es de agradecer el esfuerzo que hace el Ejército de Tierra y su proximidad a todos ofreciéndonos este documento que sometido a critica y discusión supongo tendrá mayor valor que si fuese algo estático e inflexible. La crítica hace mejorar a las instituciones.
Se echa en falta además de lo expuesto cual es nuestra situación por el sur, y saber si hemos perdido el control del Estrecho, como será el rearme (con perdón) y si además del cambio climático tenemos otro enemigo (con perdón) al que enfrentarnos.
Termino con una recomendación que les hago: no se fíen de mi palabra y lean ustedes el documento para sacar sus conclusiones.
Otro día hablarán, digo yo, del futuro de la guerra, de la capacidad de generar fuerzas (movilización y reemplazos) ¿hay algo previsto?
Y ¡cómo no! alguien debe decir algo definitivo, claro y contundente sobre el futuro de nuestros soldados. Y en este caso no me refiero a la guerra.
Sinceramente es de agradecer el esfuerzo por darnos a conocer lo que será este 2025, pero es necesario algo más de claridad.
Y sobre todo es necesario en la milicia conmover para motivar.
General de División(R.) Rafael Dávila Álvarez
Documento: PROPÓSITO DEL JEME PARA 2025
Blog: generaldavila.com
24 marzo 2025
