Drones, misiles, aviones, carros de combate, artillería…
¿Dónde está la Infantería?
Entre las muchas reformas llevadas a cabo en nuestros Ejércitos hay una que nunca entenderé. Las Armas clásicas desaparecieron como tales: Infantería, Caballería, Artillería e Ingenieros. El Ejército de Tierra se organizaba para el combate en Armas en función de su peculiar forma de acción y misión a cumplir. Ahora todo se difumina en ingente número de especialidades muchas de ellas ajenas al conocimiento de la gran mayoría.
En el cambio (denominarlas «Especialidades») no busquen una explicación militar: no la hay, nunca la hubo, aunque si quieren pueden inventarse una apropiada para cualquier cátedra de la guerra actual ¡tan científica y alejada del arte!
Ahora aquellas Armas clásicas nacidas con la guerra se multiplican y se les llama especialidad. Es decir, ser Infante es una especialidad.
De ser Reina de las batallas ha pasado a ser un cuerpo más de la recién creada república militar donde el Capitán de Infantería ya no logra ser el General que los abarca a todos como fue su origen: el Capitán de los capitanes.
La guerra es movimiento, es choque de hombres que tratan de expulsarse del terreno que ocupan o hayan alcanzado, es fuego que quebranta y destruye, que facilita o dificulta el movimiento, es trabajo que favorece la propia maniobra y entorpece la del enemigo.
Es el movimiento la forma fundamental de la acción porque hace reconsiderar la situación en cada avance o retroceso.
Es la Infantería el Arma de la maniobra, la principal en el combate y en provecho suyo han de actuar todas las demás. La Infantería no es una especialidad porque en ella se reúnen todas las formas de la acción y solo ella es capaz de firmar la última batalla: la victoria.
Podrá andar, navegar, o volar, ir en vehículos, mecanizarse, acorazarse o lanzarse en paracaídas, pero nunca dejará de ser quien culmina ese momento decisivo del combate, el cara a cara donde entras en la intimidad del combate, cuando destruyes o te destruyen, cuando ocupas o desocupas, cuando izas o arrias tu bandera, y eso solo puede hacerlo un Infante.
El mundo está en guerra, una guerra desconocida donde se habla demasiado y se engaña aún más. No se habla de infantería que es el Arma del hombre, el elemento de mayor valoración en la guerra, el de las fatigas, riesgos y penalidades, el que marca el ritmo de la maniobra e imprime sello al combate. Es el arma maniobrera por excelencia: fuego movimiento y choque ¡Infantería!
Cuando la guerra se mide en número de carros de combate, de misiles, de aviones, estamos deformando a la Infantería ya que sin su presencia y valoración no es posible ganar un combate. Los ejércitos parecen empresas al servicio de las armas y son estas las que priman a la hora de evaluar las capacidades. Grave error porque la única vencedora de las batallas es la Infantería que «no es la masa, es la compañía».
Ayer y hoy sigue siendo la Infantería la Reina de las batallas, un conjunto equilibrado de capacidades medias que la llevan a ser el Arma decisiva porque la victoria es más fruto del valor de sus infantes que de la muchedumbre.
Fiel reflejo de las virtudes y defectos de la sociedad a la que sirve, la Infantería, constituye el nervio y la categórica expresión de la valía del Ejército.
Dedicatoria: Este artículo está dedicado al Embajador de España, mi amigo, D. Juan Manuel de Barandica y Luxán, alférez de la Infantería española, por tanto portador de la Bandera de España allí dónde su Patria lo requería.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
13 junio 2023
