LA BATALLA DE VITORIA. WELLINGTON, GIBRALTAR… THE SPANISH GIFT Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

La Batalla de Vitoria. Obra de Ferrer Dalmau

21 de junio 1813. Se cumplen hoy doscientos cinco años.

Napoleón había abandonado España para ocuparse de la desastrosa campaña en Rusia, lo que le obligó a retirar parte de sus tropas en la Península. El rey José se encontraba en una difícil situación y decide abandonar Madrid con una escolta apropiada al enorme botín que ocultaba entre su equipaje. Les recomiendo que lean El equipaje del rey José serie de los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, donde se narran los acontecimientos con especial gracia y que así comienza:

<<El 17 de Marzo de 1813 salieron de palacio algunos coches, seguidos de numerosa escolta, y bajando por Caballerizas a la puerta de San Vicente, tomaron el camino de la puerta de Hierro.

-Su Majestad intrusa va al Pardo -dijo don Lino Paniagua en uno de los corrillos que se formaron al pasar los carruajes y la tropa.

-Todavía no es el tiempo de la bellota, señores -repuso otro, que se preciaba de no abrir la boca sin regalar al mundo alguna frutecilla picante y sabrosa del árbol de su ingenio>>.

El Duque de Wellington obra de Goya

José I establece su corte en Valladolid. Wellington que ha recibido todos los poderes de las Cortes de Cádiz como comandante en jefe de los ejércitos de España, se pone en marcha con un ejército que contando con los españoles y portugueses estaba cercano a los cien mil hombres. Los franceses además de mermados por la retirada de Napoleón, tenían muy diseminadas sus tropas. Por otro lado los guerrilleros españoles mantenían en permanente desasosiego a los franceses.

Wellington ve la oportunidad y no espera. Su plan consistía en llegar a los Pirineos y expulsar definitivamente a los invasores. Burgos, Salamanca, Zamora, el Ebro; contacta con Santander donde crea una nueva base de operaciones con facilidades de abastecimiento por la flota. Un avance relámpago que asombra y asusta a los franceses. Con él van veinte mil españoles más los famosos guerrilleros como Julián Sánchez:

Cuando don Julián Sánchez

monta a caballo,

se dicen los franceses:

ya viene el diablo.

La decisión francesa no se hace esperar y se retiran hasta Vitoria. Allí se detuvieron y allí se dio la batalla decisiva contra el francés en España. Una batalla impuesta en la que los franceses, faltos de fe y repletos de dudas y vacilaciones sus generales y el rey José no les quedaba otra solución que la retirada hacia Pamplona.  Una escandalosa retirada con el rey José en cabeza, una huida en la que se quedaba atascada y abandonada la artillería y la impedimenta entre la que se encontraba todo tipo de joyas y obras de arte fruto del robo. Dice Pérez Galdós que los franceses «No pudiendo dominar España, se la llevaban en cajas, dejando el mapa vacío».

No es cuestión de describir los detalles de la batalla que supuso la definitiva expulsión de los invasores franceses. Wellington la dirigió con brillantez y sabiduría.

Dos jóvenes a la mesa de Velázquez

Hoy, cuando se cumplen 205 años de aquella gesta recordamos a Wellington, el Duque de Hierro, Arturo Wesley, luego Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington. Y con él a sus generales como Graham, Hill, o los españoles, Álava, Morillo, los guerrilleros Longa con los alaveses a las órdenes de Sebastián Fernández de Leceta, dos Pelos y Prudencio Cortázar el Fraile.

Pero también y al margen de la batalla es conveniente recordar el tesoro artístico que se llevaron los ingleses y que aún allí permanece.

<<Los ingleses llegaron despiadados, horribles, hambrientos de matanzas y de botín… El botín era el más valioso, el más rico y el más grande sin duda, que en batalla alguna ha podido quedar a merced de vencedor furioso…>>.

El rey José huyó precipitadamente a uña de caballo dejando el coche con los tesoros que había robado a España.

Las Cortes españolas, <<a propuesta de don Agustín de Arguelles, concedieron a lord Wellington, para sí, sus herederos y sucesores, el sitio y posesión real conocido en la vega de Granada bajo el nombre de Soto de Roma, con inclusión del terreno llamado de las Chanchinas, dádiva generosa, de rendimientos pingües>>, que Lord Wellington aceptó.

Pero no quedaron ahí los generosos obsequios.

El Libertador de España como llamaron a Lord Wellington, una nominal hipérbole sin duda, fue obsequiado en numerosas ocasiones, dos de ellas con valiosos cuadros de la colección Real española. Según datos del Museo Nacional del Prado la primera vez fue el 15 de agosto de 1812, tras la victoria de ­Wellington en la batalla de Salamanca y su entrada triunfal en Madrid, cuando la regencia española agradeció sus servicios con doce pinturas del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso.

La finca de Wellington en Granada

Fue en el equipaje del rey José donde apareció un inaudito botín. Siguiendo con los datos del Museo del Prado allí se encontraron documentos de estado, varias cartas de amor, un orinal de plata y más de doscientas pinturas sobre lienzo, desclavadas de sus bastidores y enrolladas, junto con dibujos y grabados. Fueron llevadas a Londres por orden de Wellington catalogándose por la National Gallery en una lista de ciento setenta y cinco sustraídas de la colección real española por el rey José que pretendía llevarse a Francia. Wellington con caballerosidad ordenó devolver sin dilación las pinturas al repuesto rey de España Fernando VII; no recibió de este respuesta alguna. En 1816 envió una carta al conde de Fernán Nuñez, representante español en Inglaterra, para ponerse de acuerdo en la devolución  de las pinturas. La contestación de la Corte al fin llegó: «Adjunto os transmito la respuesta oficial que he recibido de la Corte, y de la cual deduzco que Su Majestad, conmovido por vuestra delicadeza, no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables».

El “regalito” consistió en ochenta y tres pinturas de las cuales, según el Museo del Prado, <<se pueden rastrear el origen de cincuenta y siete gracias a los inventarios reales>>.

No son obras menores, sino valiosos tesoros españoles que pueden figurar entre las más destacadas obras de todos los tiempos.

La Última Cena, de Juan de Flandes, que perteneció a Isabel la Cató­lica; una Sagrada Familia, de Giulio Romano, antaño atribuida a Rafael; Orfeo ­hechizando a los animales, de Padovanino, y Oración en el huerto, de Correggio. Otras obras maestras son la minuciosa ­Judith y Holofernes, de Elsheimer, y el imponente Aguador de Sevilla, de Velázquez.

¿No lo sabían ustedes? Pues sepan que las mejores pinturas del Apsley House de Hyde Park Corner, que fue residencia del Duque de Wellington, fueron -creo que deberían seguir siéndolo- de la colección real española.

Dicen que Gibraltar fue fruto de un tratado y la colección de pinturas, la finca de Granada, más lo que desconocemos, fue un regalo. No cabe duda de que los ingleses siempre se salen con la suya.

No sé nada de Derecho Internacional. Sé lo que veo y leo; que hoy es de una manera, mañana de otra; siempre depende de la mayor o menor fuerza de uno de los negociadores, el que suele llevarse puesto el derecho y lo discutido. Igual que se negocia, aunque mal, el tema de Gibraltar, no creo que estaría demás negociar la devolución de esa parte del patrimonio español que debería regresar al Patrimonio Nacional.

Velázquez, El aguador de Sevilla

La finca de Granada también podría incluirse en las negociaciones. Por eso de dar más fuerza a los argumentos. ¿O es otro Gibraltar dentro de España?

La batalla de Vitoria no es motivo suficiente para que una gran colección de pintura propiedad de España permanezca  en Londres como regalo a un general que ganó una batalla. Nunca se debió regalar y menos aceptar el regalo. Ahora aguantamos el sarcasmo británico cuando hablan del The Spanish Gift.

Obras de Velázquez, Goya, Juan de Flandes, Tiziano, Ribera, Murillo, Claudio Coello, Giulio Romano, Guercino, Guido Reni, Van Dyck, Jan Steen, Jan Brueghel el Viejo…, forman parte del Spanish Gift.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

21 junio 2018

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

12 pensamientos en “LA BATALLA DE VITORIA. WELLINGTON, GIBRALTAR… THE SPANISH GIFT Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

  1. A las órdenes de V.E., mi General.

    Entre lo que se llevaron los prebostes franceses, y el «regalo» a los ingleses en la persona del Duque de Wellington, España quedó esquilmada y con las vergüenzas al aire.

    Por cierto. cuando yo hacía mis servicios en la atalaya que era entonces la torre de control más alta de España y parte del extranjero, situada frente por frente al Soto de Roma, con unos buenos binoculares casi se podía adivinar el trajín en esa finca. Entre mediados de la década de los ochenta y mediados de los noventa sirvió como nido de amor entre regio personaje y esposa ajena, que para pasar más discretos y burlar a la prensa del corazón, en lugar de venir a un aeropuerto tan en la puerta de casa, lo hacían al de Málaga pues no hay mejor escondite que una multitud para diluirse en ella. No digo el apelativo que los lugareños daban a la casona, porque sería de muy mal gusto y recordaría un lugar para entrenamiento y doma de caballos.

    Haber vivido nos ha dado la oportunidad de haber estado en casi todas partes.

    ¡¡¡VIVA ESPAÑA»

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  2. Los ingleses, más que aliados parecían enemigos. De no ser por el General Ávila, Vitoria , después de la batalla, habría sido saqueada por la soldadesca británica.

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  3. QUERIDÍSIMO RAFA, Y AMIGOS:
    ¡¡¡IM-PRE-SIO-NAN-TE!!! LO QUE CUENTAS….
    CONOCÍA EL REGALO DE LA FINCA, Y DEL CUADRO DE VELÁZQUEZ «EL AGUADOR DE SEVILLA», PERO DESCONOCÍA LO DEL RESTO DE LOS OBSEQUIOS….Y ENCIMA INTENTÓ DEVOLVERLO EN UN GESTO QUE LE HONRA, AUNQUE MEJOR SERÍA NO HABÉRSELO LLEVADO, CLARO.
    GRACIAS RAFA.
    ¡¡¡A ESPAÑA Y A MIS REYES SERVIR HASTA MORIR, VIVA LA LEGIÓN!!!
    ESPERANZA GONZÁLEZ DE FONSECA MARCO

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  4. Hoy se cumplen 205 años de la Batalla de Vitoria. España decadente, dividida, rota, presa de la invasión extranjera, a merced de corsarios, sin Gobierno ni Rey, pero orgullosa, herida en su dignidad, dispuesta a pelear, a vencer o a dejar la vida en el empeño.
    Hoy, dos siglos después, en Vitoria ya no hay batalla, sólo hay iniquidad; la maldad y la abyección, la mayor bajeza, la extrema villanía, el envilecimiento máximo en la forma de homenaje al asesino de Buesa y su escolta, so pretexto de una comisión de fiestas.
    El enaltecimiento del terrorismo y la humillación a las víctimas es moneda de curso corriente en esta España de pulso plano y respiración agónica. Miro al enfermo en el espejo de la Historia, de su historia, y no lo reconozco.
    ¿Hasta cuándo?

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  5. Mi General: Con el debido respeto y siempre desde mi punto de vista y sentimientos. Si España hubiera tenido las clases de políticos como es el caso de Inglaterra, Francia y otras naciones que se precien como tal, Gibraltar nunca hubiera sido gobernado por Inglaterra, El Sahara por Marruecos; y dentro de España no habría lugar para ciertas clases de ratas con asientos en los estamentos oficiales. Y NO sigo para no envenenarme la sangre y que mal interpreten este pensamiento.

    Cualquier Nación con políticos medio decentes No permitiría lo que aquí se está permitiendo. Mas, también hay que tener presente que los políticos forman parte de la idiosincrasia del conjunto de sus pueblos, y aquí tenemos lo que nos merecemos LA INMENSA MAYORÍA, por eso grito con las fuerzas del adentro. ¡¡¡ARRIBA ESPAÑA LIBRE DE AUTONOMÍAS QUE ESTÁN RAJANDO SU SUELO, DE TRAIDORES, DE CORRUPTAS Y MAMARRACHOS.

    Atentamente: Ramón Lencero Nieto

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  6. Con aliados como los británicos no hacen falta enemigos. Ellos llaman al guerra dela Independencia la guerra Peninsular e intervinieron en ella al ver amenazados sus intereses en Portugal y la posibilidad de derrotar a los franceses

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