El 14 de abril de 1931 el Rey se marcha, abandona el ejercicio de sus funciones para evitar un supuesto y posiblemente no seguro derramamiento de sangre.
No había razón alguna; nadie había depositado en las urnas la forma política del Estado. Solo eran unas elecciones municipales que el Rey ni perdía ni ganaba; él no entraba en juego. Nunca se sometió a referéndum la forma política del Estado. De unas elecciones municipales surgió la República.
Alfonso XIII se quedó solo.
¿Dónde están mis leales? No están aquellos Cadetes de Infantería a los que con tanta frecuencia visitaba en Toledo, en el campamento de la academia militar, los Alijares. Fresco el recuerdo de aquella tienda de campaña en la que durmió el Rey un día ya lejano mientras resonaban en sus oídos las palabras que su Director dirigía a los Caballeros Cadetes: «Conservad en vuestros corazones estos sentimientos de admiración, cariño y adhesión a nuestro Rey, que ellos serán la guía de nuestro proceder en todos momentos [sic], hasta en los más peligrosos de nuestra gloriosa carrera. Dedicad todas vuestras energías, vuestra vida entera, a su gloria, que es la de la Patria» […]. «Recordad en todo momento que las páginas más gloriosas de nuestra historia las ha escrito la Infantería con la punta de sus bayonetas».
Otros Cadetes, los de la Academia General Militar estaban más lejos: en Academia General Militar de Zaragoza. Su Director, el general de Brigada Francisco Franco Bahamonde, había propuesto que la General, como se la conocía, se ubicase en El Escorial. Entonces las cosas podían haber sido distintas: «Si hubiésemos estado en El Escorial acaso habrían podido cambiar algunas cosas. A mí me hubiese sido fácil presentarme el 12 o el 14 de abril de 1931 en Madrid, al frente de los cadetes, e influir, quizá, sobre las circunstancias que determinaron la expatriación de Alfonso XIII» (Franco. Manuel Aznar).
Ya antes, muy pocos meses antes, el 12 de diciembre de 1930 el general Franco había plantado cara al golpe de Estado republicano, un servicio de guerra, al tomar posiciones con sus cadetes en Zaragoza sobre la carretera de Francia para detener a la columna del capitán Fermín Galán, laureado de la Legión, sublevado en Jaca por la República.
El desorden e improvisación de la columna de Galán hizo que no pasase de Huesca. Detenida y anulada. Los capitanes Galán y García Hernández fusilados.
Era el pronunciamiento militar vanguardia del Comité Revolucionario que pretendía que los militares fuesen por delante, asegurarse la fuerza. Casares Quiroga, que iba camino de la revolución del capitán —dicen que a detenerla—, se quedó dormido en el hotel de Jaca. Al despertarse ya se había sublevado Galán que avanzaba hacia Huesca. ¡En nombre del Gobierno Provisional Revolucionario!
A partir de ese momento nadie estaba tranquilo. Se había inaugurado una etapa de permanente violencia y desconfianza política y social. Después del fracaso militar y revolucionario, inventaron la escusa de las urnas. Unas elecciones de falsa interpretación y amañados resultados.
Al fin, como consecuencia de sucios pactos y manejos, sin razones legales en que sustentarse, llega a España la República, porque el Rey se va. Dicen que para evitar un derramamiento de sangre; nadie dijo lo de supuesto y posiblemente no seguro derramamiento de sangre que, al final, ya sin rey, se produjo. No era el rey el problema.
El 14 de abril Alfonso XIII tiene que abandonar España.
Son las hijas de un general y marqués, Gonzalo Queipo de Llano, las primeras en subirse a una camioneta y recorrer las calles de Madrid al grito de viva la República: «en alguno de esos camiones, roncas de gritar y sinceramente convencidas de la gloria de la jornada, iban mis hijas» (Queipo de Llano en Mis almuerzos con gente importante. José María Pemán, Dopesa 1970).
Mientras se le acaba el tiempo, el rey tiene aún lucidez para una breve meditación. Aquella dictadura. ¿Para qué? No era eso, no era eso. Esto no acabará aquí. Si se queda: ¿habrá guerra? ¿Si se va?
¿Dónde vas Alfonso XIII? Ya no hay vuelta atrás. Que se las arreglen ellos.
La Guardia Civil se inhibe por orden del general Sanjurjo, José Sanjurjo Sacanell, dos veces laureado, su Director. El repentino republicano, marqués del Rif, recuerda sus cuentas pendientes con el que ya es solo don Alfonso: el Toisón de Oro que no le han dado, que si su mujer no es del gusto real, ¿por qué no le ha nombrado gentilhombre, con acceso directo al despacho real?
Esos días abrileños de repúblicas, el general Sanjurjo se convierte en protagonista. Le gusta ser importante. Lo es. África y alguna cosa más le han dado fama y honores que a veces no se corresponden con su inteligencia. El ministro de Estado Alejandro Lerroux le pide que asegure el orden. El general exige para él plenos poderes sobre el Ejército, las Fuerzas de Seguridad y la policía. Lo quiere todo y lo obtiene. (Madrid Julio 1936, pág. 191, en cita al libro de TG. Emilio Esteban-Infantes: General Sanjurjo (Un laureado en el penal del Dueso. Maximiano García Venero).
Sobre el marqués del Rif va a recaer el peso de la bienvenida a la República. La República necesitaba para colarse en España el aval de un general, a pesar de Azaña y muy a su pesar: «…accedió sin resistencia a prestar a la República, que reconoció, el primero e inestimable concurso de la Guardia Civil de la que era director general. Siguió al frente de ese Instituto, pero muy pronto inicióse una antipatía que le hizo incompatible con Azaña, el cual no se cansaba de manifestar la molestia sentida ante la pretensión de que la República tuviese un patrono o protector y con entorchados» (Mis Memorias. Niceto Alcalá Zamora. Colección Espejo de España).
Antes de que el rey se vaya definitivamente, un último intento lleva a Romanones a proponer su abdicación y establecer una regencia de la que fuese titular el Infante D. Carlos de Borbón Dos-Sicilias que había sido Capitán General de Sevilla, y en esos momentos Inspector del Ejército. Persona muy considerada, de enorme prestigio entre civiles y militares. Una quimera. Ya era tarde para el apellido Borbón en España. No había vuelta atrás.
Desde el 12 de abril de 1931 la calle no deja de gritar. Por ahora solo eso: gritos.
Berenguer ministro de la Guerra rubrica el final de la escena. Escribe a los capitanes generales la noche del mismo día 12 y les da la orden definitiva: «…que los destinos de la Patria siguieran el curso que les impone la voluntad nacional». Está claro: no hay que contar con el Ejército, que nadie mueva un pelotón. Lo que diga Sanjurjo. Nada que hacer. Dejar correr la calle.
El Rey no tiene donde apoyarse. Dice que no quiere derramamiento de sangre.
¿Y si resiste? «Dios sabe lo que hubiese ocurrido si Su Majestad resiste; tal vez se hubiese salvado el trono» (Franco. MC. FFSA. Pág. 491).
Es el final de la Monarquía: «Quiero apartarme de cuanto sea lanzar unos compatriotas contra otros en fratricida guerra civil… Suspendo deliberadamente el ejercicio del poder real y me aparto de España».
Se acabó el Reino de España, que ahora es la República española. Rumbo a Cartagena.
La guerra que vino no fue como consecuencia de la marcha del Rey sino por los que en un ruin pacto (Pacto de San Sebastián) traicionaron el curso de la historia y amañaron a su gusto unas elecciones para montar su República que no supieron encauzar ni dirigir. Ni la monarquía, ni la República eran culpables. Solo la incompetencia de unos dirigentes demasiado complacientes; con su escasa sabiduría gobernante se llevaron por delante la monarquía y detrás de ella la república. Habrá que admitir la consabida frase: «La República la trajeron los monárquicos y, después, la perdieron los republicanos».
General (R.) Rafafel Dávila Álvarez. Autor del libro La guerra civil en el norte. El general Dávila, Franco y las campañas que decidieron el conflicto.
Mi respetado y muy querido GENERAL,
Plenamente se detalla en su BRILLANTE EXPOSICIÓN LA REALIDAD del acontecer de un abril republicano del año 1931.
Chakespeare lo define así : «Las dudas son las traiciones del alma que no nos dejan realizar todo el bien que sin temor a ellas podríamos haber realizado».
Los argumentos traicioneros de unos, las dormidas de otros y la permanente violencia de las izquierda concluyeron en la consabida expresión : » La República la trajeron los monárquicos y después la perdieron los republicanos».
FELICIDADES MI GENERAL:
Abrazos y a la orden de todos.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECIÓN!
A la orden de V.E
VIVA EL REY
VIVA LA FIEL INFANTERIA
VIVA Y ARRIBA ESPAÑA
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Las urnas de una república demasiado insegura.
No solo no se les dio a votar en abril a los españoles la forma política del Estado, tampoco la Constitución unos meses después.
Ausencias que se añaden a los tres plebiscitos fraudulentos (por imposible resultado) para poder acceder a la autonomía, según investigadores de la UPVasca y un aplastante pucherazo en las de febrero del 36 reconocido por Alcalá-Zamora y, ojo, por el propio Azaña en carta a su cuñado, Cherif, sobre los resultados (como punta de iceberg) de La Coruña.
Por otro lado pero al hilo, recordar que el presidente (elegido por elecciones indirectas) podía formar gobierno al margen de las mayorías «directas» sentadas en Las Cortes. Una variante de lo que se conoce como doble confianza, la que necesitaba el presidente de Gobierno aunque preeminente la del jefe del Estado.
Y aparte una lindeza de Fermín Galán, el artículo único de su republicana proclama: «Todo aquel que se oponga de palabra o por escrito (…) contra la república naciente será fusilado sin formación de causa»
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Buenos días, mi General y todos; forma parte de la Historia que «es misión de todo necio procurar repetirla».
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Atentamente y con el debido respeto
Del engaño y la mentira surgieron las repúblicas que terminaron en GUERRAS FRATRICIDAS
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El engaño y la mentira
son las bases del proceso
que los traidores se inspiran,
se enardecen y conspiran
para este llamado progreso.
Que nos puso en el abismo
del barranco más profundo,
y organizando el surrealismo
que genera confusionismo
nos señalan otros rumbos.
Donde el vicio y la perdición
iluminan a las juventudes
que auspician la corrupción,
la mangancia, la maquinación;
los peligros que nos sacuden.
Si volviesen a implantar
la república que ambicionan
los que hablan de la libertad
como algo de su propiedad
Y. Luego la distorsionan.
Acuérdense lo que ocurrió
con la segunda, y la primera
que la tierra se empapó
con la sangre que se derramó,
QUE NO VENGA LA TERCERA.
España día 10 de abril de 2023
Ramón Lencero Nieto
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Muy acertado, Mi General.
En EEUU tienen un decir: “First, kill the lawyers.”
(en Castilla: Primero, mate los abogados.). Parafraseando: Primero, quite del medio a los políticos. Aún los que como Sanjurjo, llevaban entorchados.
A las órdenes de Vuecencia.
VIVAN CRISTO REY, ESPAÑA, Y LA LEGIÓN
En ese orden.
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A las órdenes de V. E., mi General.
El pacto de San Sebastián y otras «veladas» fueron contubernios promovidos y dorigidos por la masonería. Y hasta la misma guerra civil. Así les salió el invento y a costa de tanta sangre. Y todavía no quieren enterarsr de que perdiero quella guerra.
¡¡¡Viva España!!!
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Claro y diáfano como la vida misma. Gracias mi General por su recordatorio a ignorantes resentidos.
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