Todos asistíamos a una inesperada forma de hacer la guerra en esos escenarios de muerte y cañones con los ojos y la inteligencia puestos en los grandes avances que la guerra traería a través de la ciencia y la tecnología. Esperábamos algo nuevo, más de humanidad en el enfrentamiento si ello es posible en una confrontación armada. La realidad es que llevamos casi tres años consternados por la muerte de miles de combatientes, militares y civiles, con el temor de la aparición en cualquier momento de lo antiguo, ya conocido, Hiroshima o Nagasaki. Nada ha cambiado. Ni en lo militar ni en lo brutal del acto de la guerra; ni en lo político. La evolución del ser humano no va por los derroteros de la bondad y la convivencia en paz. Deberíamos exigir responsabilidades y apostar por la caducidad de tantos organismos inútiles y de sus sanguijuelas directoras que se aprovechan del caos. Antes de que las bombas provoquen las muertes quienes las han puesto en el disparadero de salida son ellos, hablan y no paran, los pacíficos políticos se muestran tan distanciados que con su intransigencia cargan los proyectiles.
En Rusia vivimos una guerra de trincheras tan clásica en los hechos tácticos como vergonzosa en la dirección, exactamente igual de inútil y desesperante que la I Guerra Mundial en la que todos, invasores e invadidos, saben que por la vía actual no tiene solución.
En Oriente Próximo el conflicto no es la Guerra de Gaza sino algo mucho más profundo y extenso: poner orden en una zona vital del mundo donde Israel ha sido sistemáticamente víctima del fanatismo. Una nación moderna, pacífica y trabajadora que desde su independencia como tal ha tenido que vivir con el fusil en la mano para defender su libertad. Despejar el horizonte en esa zona del mundo, donde está el futuro, donde los países árabes pueden dar el paso definitivo hacia la modernidad y la convivencia entre todos, es algo más serio de lo que parece. Estábamos cerca de ello con numerosos acuerdos en los que se vislumbraba tanta confianza que hasta Israel cayó en la trampa. Un mínimo descuido y asistimos atónitos a la más feroz acción del terrorismo de Hamás al que algunos dan categoría de Estado. Muchos no lo olvidamos; desde luego Israel tiene el deber de no hacerlo. No es venganza, sino supervivencia, proteger a tu nación, a tu gente. También hay que tomar nota de la guarida donde se refugian las hienas disfrazadas de demócratas.
Israel, en trance de recuperarse de tan terrible suceso, recapituló sobre su futuro y el modo de hacerse respetar para volver definitivamente a ser libre. Irremediablemente no había otra solución: la guerra. No fue tan fácil tomar una atrevida decisión. Hubo que recomponer muchos aspectos, materiales y espirituales, la mayoría desconocidos para nosotros, en beneficio de todos, de ellos, de occidente y del mundo árabe.
No solo era cuestión de preparar las tropas. Había un pulso mundial, muchas veces sin apoyo internacional, con amenazas, acusaciones, pero detrás de todo una gran revelación: ahora o nunca. Vivimos la trascendencia de una decisión definitiva. Israel o vence o desaparece. Ese es el resumen de la situación. La victoria final no será permanecer bajo un escudo de hierro, sino la tranquilidad de que no es necesario. Algo que requerirá de varias generaciones.
Ante ello la gran potencia que ha desarrollado la mejor y más avanzada tecnología hasta hoy conocida no podía limitarse a lo que en las guerras deciden y van en cabeza: la infantería, los hoplitas. Un fallo mezcla de error humano y tecnológico se tradujo en el terrible ataque terrorista. Hubo que revisarlo todo. Las bases estaban, la ciencia y la tecnología a punto, hubo un fallo humano inadmisible, había que estudiarlo, corregirlo y, despacio, sin prisas, sin marcha atrás que la victoria fuese irreversible. El objetivo estratégico parecía imposible, pero Israel caminará hacia su consecución paso a paso: no volver a ser atacado y vivir en paz y armonía. Si alguno de los vecinos quiere intentarlo tendrá que pensárselo dos veces.
No es fácil vivir rodeado de terroristas, de tropas de la ONU y de la incertidumbre interna. Por primera vez en esta guerra Israel pone en marcha su maquinaria de ciencia y tecnología y da un golpe mortal a la organización terrorista Hezbolá (alguno la trata como ejército) desmantelando toda su red de mando y control pieza imprescindible para sus objetivos. A continuación una operación clásica de ocupación del terreno con tropas que conocen la capacidad de los objetivos a alcanzar derrotarán por ahora y en un plazo considerable a Hezbolá.
Irán ha sentido en sus carnes la derrota, la humillación, y ha lanzado un desesperado ataque de misiles sobre Israel junto a un ataque terrorista que ha provocado más muertos que los misiles, algo que no hay que perder de vista. La guerra continúa y no tendrá fin hasta que Israel haya conseguido su objetivo: la libertad para vivir y desarrollarse como nación.
El futuro de Hamás y Hezbolá no es otro que su desaparición. Podrán renacer con otros nombres, pero deberá pasar tiempo si es que lo hacen. Irán apretará y aumentará su presión en la zona, pero sabe que su enemigo no es Israel en solitario, sino que muchos de los países ricos y desarrollados de la zona vigilan sus pasos y son incluso más fuertes que Irán. La posesión del arma nuclear ronda en los planes de todos.
La victoria militar se decanta de manera clara hacia Israel. La guerra cibernética junto al poder moral y material de su Ejército lograrán la victoria. Irán debe recomponerse internamente y en esta geografía inquieta e impredecible, en estos momentos la zona más caliente del planeta, tomar posiciones menos violentas ya que ha perdido sus tentáculos, la hidra ha perdido brazos y deberá preocuparse de su órganos internos y, eso sí, seguirá su programa nuclear que es lo único que piensa le puede dar autoridad en la zona. Nos queda la gran amenaza del terrorismo que puede aparecer aquí y allá.
Dormirá por unos años el problema de Oriente Próximo. Israel no bajará la guardia y la única esperanza está en que gane quien gane las elecciones estadounidenses, tome el mando de una vez por todas, dirija su nación con autoridad y no se deje llevar por instituciones de la administración que parece ser no velan por otras cosa que no sea la industria de la guerra.
Nuevos tiempos y un cambio de rumbo parecen adivinarse cuando la noche está más negra. Quizá es el anuncio del amanecer.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
03 octubre 2024
Buenos días, mi General, y todos; las personas civilizadas están con Israel, por definición (de Civilizado) y principios. Esto implica que el dinero, que como contribuyentes, nos obligan a aportar a instituciones nacionales e internacionales que están a favor de todo tipo de terrorismo, es por «imperativo de fuerza mayor»; puede que también por engaño, pero cada vez menos.
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Mi respetado y muy querido GENERAL,
Muy clarificada EXPOSICIÓN y muy poco que añadir.
Israel lleva con el arma en mano años y en solitaria batalla dando lo mejor de sí misma.
Se ha dicho que era una raza con capacidad intelectiva superior a todos. Posiblemente sea así. Elegida por DIOS o su SANTISIMA MADRE goza de la máxima talla en PREMIOS NOBELES y LA TECNOLOGIA del mundo actual se debe a muchos de sus patriotas.
EL ataque de HAMAS alguien lo tenía preparado y sabía que la respuesta sería sonada.
Inevitablemente LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES SON BASURILLAS por la COMPRA DE VOLUNTADES AL MEJOR POSTOR como se ha visto en la OMS, EL PARLAMENTO EUROPEO, LA ONU ETC.ETC.
ISRAEL ha frenado la actividad terrorista INTERNACIONAL y su ACTIVIDAD POR LA SUPERVIVENCIA silenciada hasta el ataque de HAMAS se traducira en VICTORIA PESE A QUIEN PESE porque no tiene otra salida. ES LA SUPERVIVENCIA LEGIONARIA Y A POR HIZBOLA Y CUALQUIER OTRO HAMAS REVESTIDO DE INUTILIDAD COMO ONU ETC.
ENHORABUENA Y GRACIAS MI GENERAL.
A la orden de V.E
VIVA EL REY
VIVA LA ESCUELA DE E.M Y LAS COES
VIVA Y ARRIBA ESPAÑA
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En efecto Mi General, tiene razón. Israel es como una isla en medio de un mundo tormentoso, y si no se defiende, la anularán, y es una lástima que sea el único país demócrata entre tanto fanatismo. Lo que no entiendo muy bien el porqué las izquierdas extremistas van en favor de los fanatismos. De todas maneras, esperemos que esto se resuelva pronto y bien. Saludos para todos.
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A las órdenes de V. E., mi General.
Lo más desolador para España no es solamente haber caído, con todo tipo de trampas y engaños, en las manos en que está. Lo peor es que no haya una alternativa seria y fiable a estos farsantes.
Parece que toda la oposición a este gobierno de rompepatrias se reduce al triste y vergonzoso espectáculo del insulto, pero no se oyen proyectos para regenerar nada, capaces de ilusionar y atraer la atención de las personas de orden, de la mayoría silenciosa y trabajadora. que pudiera dar un vuelco a esta situación de caos y de desprecio a las leyes.
¡¡¡Viva España!!!
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