Difícil, por no decir desconcertante, le resulta a un viejo soldado, alejado de toda veleidad política y con el solo afán de entender qué está sucediendo. Es su obligación estar informado de lo que atañe al asunto que más le ocupa y le preocupa: la unidad de España tal como la define el Artículo 2 de la constitución: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.”
Si no fuera porque está en juego algo de tal importancia, pensaría que las interlocuciones de “los de arriba” más se parecen a una partida de mus que a un juego de ajedrez, por los envites y los faroles y los guiños entre los participantes.
Ya había comenzado el deshielo con el levantamiento del control financiero de las cuentas de la Generalidad de Cataluña por parte de la Hacienda del Estado. Esta semana, al tiempo que se ha iniciado el proceso de reapertura de 6 de las delegaciones que mantenía La Generalidad en el exterior, ha reanudado las actividades del Consejo de la Diplomacia Publica de Cataluña (DIPLOCAT) para «explicar al mundo el derecho a la autodeterminación y la pluralidad de Cataluña”. Lo remarcable es que aquellas medidas eran consecuencia de la aplicación del Art. 155 de la CE, que como es sabido, fue negociado y aprobado con el consenso del actual Presidente, cuando estaba en la oposición.
Pero con las cartas repartidas. Con apenas 84 puntos – digo asientos – el envite es mucho mayor: Incluir en la próxima negociación “bilateral” nada menos que la situación de los presos y exilados y el derecho de autodeterminación, a decir de unos; o la de los presos y fugados y la celebración de un referéndum pactado con el Estado, según los otros. Por más que el ministro de Exteriores Borrell, no se canse de decir que el derecho de autodeterminación ni está contemplado en nuestra constitución ni en ninguna de los países considerados desarrollado
¿Y todo a cambio de qué? se pregunta uno. Poco, muy poco, porque las autoridades de la Generalidad lo han dejado muy claro: con el Estado, solo relaciones bilaterales.Así es que, como mucho, cambio de la posibilidad de que, muy a regañadientes, Cataluña acuda a la próxima reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Y tal vez de que el mismísimo presidente de la Generalidad de Cataluña lo hiciera en la reunión del Presidente del Gobierno con el resto de presidentes regionales.
Se empiezan pues a poner bocarriba las cartas. Lo malo es que a diferencia del mus, lo que se juega en la partida no es la honrilla y los cafés. Lo que de verdad está en juego es la existencia de España. Al menos como la hemos conocido en los cinco últimos siglos.
Adolfo Coloma. GB (R.)del ET
Blog: generaldavila.com
29 julio2018
