Sé que muchos permanecen en silencio como si la cosa no fuese con ellos. La honradez del funcionario se paga con una palmadita en la espalda y la sonrisa de falso cariño. Luego el fino hilo que lo une al deber es cortado con certera tijera y cae al abismo de la indiferencia. El funcionario, rendido de caricias, sonríe cuando sabe que sabe, pero nadie sabe que él sabe ni siquiera él mismo supone el valor de lo que sabe hasta que desaparece con todo lo que sabía que, en definitiva, como nadie lo sabe, es nada.
Siempre hay traidores entre los que menos saben porque desde un principio se sabía de ellos.
Todo.
Todo lo que ocurre en estos momentos contra el Rey Juan Carlos no es sino la continuación del Decreto: «Las Cortes Constituyentes declaran culpable de alta traición, como fórmula jurídica que resume todos los delitos del acta acusatoria, al que fue rey de España, quien, ejercitando los Poderes de su Magistratura contra la Constitución del Estado, ha cometido la más criminal violación del orden jurídico del país; en su consecuencia, el Tribunal soberano de la nación declara solemnemente fuera de la ley a don Alfonso de Borbón Habsburgo-Lorena; privado de la paz pública, cualquier ciudadano español podrá aprehender su persona si penetrase en territorio nacional. Don Alfonso de Borbón será degradado de todas las dignidades, honores y títulos, que no podrá ostentar ni dentro ni fuera de España, de los cuales el pueblo español, por boca de su representación legal para votar las nuevas normas del Estado, le declara decaído, sin que se pueda reivindicarlos jamás, ni para él, ni para sus sucesores. De todos los bienes, acciones y derechos de su propiedad que se encuentren en territorio nacional, se incautará en su beneficio el Estado, que dispondrá del uso más conveniente que deba darles. Esta sentencia, que aprueban las Cortes Soberanas Constituyentes, después de sancionada por el Gobierno Provisional de la República, será impresa y fijada en todos los Ayuntamientos de España y comunicada a los representantes diplomáticos de todos los países, así como a la Sociedad de Naciones».
Firmaba la sentencia, como presidente del Gobierno de la República de España, Manuel Azaña el día 26 de noviembre de 1931. El Decreto se había aprobado en las Cortes con nocturnidad: a las tres cincuenta y cinco minutos de la madrugada del 20 de noviembre de 1931.
La manipulación electoral a los municipios españoles fue un golpe de Estado dado en abril de 1931 que se repitió en octubre de 1934 cuando la derecha salió ganadora, esta vez en elecciones nacionales. La farsa de las urnas, que en España eran chisteras de mago, tuvo su continuidad en febrero de 1936. Los del PSOE (llámenlo como quieran, pero así queda más claro) después de tiempos de quemar iglesias y asaltar conventos perdieron la guerra y no perdonaron el regreso de Don Juan Carlos, nieto del que había sido declarado «culpable de alta traición», y desde ese momento esperaron pacientemente para hacer uso del mismo argumento y preparar su salida irreversible de España. Don Juan Carlos venía de la mano de Franco, Franco coronó a Don Juan Carlos, que a su vez es toda una dinastía. Así, con ellos, llegó la Constitución de 1978
DON JUAN CARLOS I, REY DE ESPAÑA, A TODOS LOS QUE LA PRESENTE VIEREN Y ENTENDIEREN,
SABED: QUE LAS CORTES HAN APROBADO Y EL PUEBLO ESPAÑOL RATIFICADO LA SIGUIENTE CONSTITUCIÓN
Que dice: «La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria». «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes».
Inolvidable. Insuperable. Inadmisible. Intolerable. Inaguantable. Insoportable.
Vuelvo a recordar las palabras de Tierno Galván: «Hay que aceptar la Monarquía como el mejor y más fácil puente hacia la democracia. Luego ya veremos».
Veremos es Zapatero. Veremos es Sánchez. Veremos es el Gal y y la coronación de la ETA. Veremos es el imperdonable «Tranquilo, Jordi, tranquilo». Veremos es el dominio de los Poderes del Estado. Veremos es el Golpe de Estado del 2017. Veremos es Puigdemont. Veremos es el indulto. Veremos es la amnistía. Veremos es lo que nos queda por ver.
Para «veremos» la Monarquía, que trajo la democracia a España, no es democracia, que solo solo lo son «ellos y sus circunstancias». Lo estamos viendo y lo veremos. Azaña pensaba, mal intencionado, soberbio, pero pensaba. No sé qué es peor; Zapatero y Sánchez no tiene esa capacidad y se rigen por sentimientos mal condimentados y muy peligrosos, de esos que a la postre dicen «No era eso, no era eso» cuando destrozan una nación y ponen tierra o mar por medio, a salvo y con dinero. Al fin, la tristeza es su fortuna. Nada hay peor que un tonto con alto coeficiente de inteligencia y que escale en el poder político o en el militar si le sirve de puente para esta.
La maniobra inicial, muy antigua, se recondujo cuando vieron una brecha de debilidad en la fortaleza y se dirigió desde el más poderoso de los despachos ocupado por ese exclusivo coeficiente intelectual tan elevado como perverso.
No es de extrañar que haya surgido de repente el terremoto mediático contra Don Juan Carlos. Como no pudieron con la ley van a por él con la trampa. Nadie se da cuenta porque no hay secreto mejor escondido que el que se publica, si es en el BOE aún más. La Zarzuela ya firma como una máquina, en automatismo, sin voluntad ni criterio propio, al vaivén de una ola convertida en sunami.
Por muchas vueltas que le den, por mucha democracia que nos rodee, jamás pensarán en una monarquía parlamentaria que para ellos no la trajo la Constitución, su papel mojado, que interpretan pero no cumplen, sino que la Constitución vino, como la Corona, de la mano de Francisco Franco. Constitución, Corona, Iglesia. ¡Ni lo sueñen! Tarde o temprano se la llevarán puesta. Ahora buscan y buscan datos en la basura, pagan y muy bien a quienes les cuenten, los buitres salen al oler la carnaza (yo sé. yo vi, si te cuento cuando…) en dinero, amoríos, luego en el 23F, más tarde en el atardecer de la vida, que hasta ahí llega su maldad.
Lo suyo es reventar los archivos, los dosieres, las citas escondidas, los pasos por la frontera del sur, los vuelos oficiales, las maletas en las bodegas de los aviones, las cuentas bancarias o no bancarias, los paraísos fiscales, las cacerías, la cuesta de las perdices, los armarios de algunos, los reservados y hasta las tumbas.
Abrieron la de Franco y fue todo un símbolo. Nadie movió un dedo. Esa es España. Lo saben.
El rey Príamo ve su ciudad ardiendo y saqueada.
«Cuando vio la ruina de su ciudad conquistada y abatidos los umbrales de palacio y al enemigo dentro de su casa, en vano toma el viejo en sus hombros temblorosos las armas enmohecidas, tiempo ha, por la edad y se ciñe el hierro inútil y lánzase a morir entre los enemigos» (Virgilio. La Eneida).
«Miro atrás y reviso la tropa que aún tengo. Todos me abandonaron agotados y saltaron a tierra o entregaron sus cuerpos heridos a las llamas».
En España ni los muertos pueden estar tranquilos. Mejor que en cada tumba anide una cobra inmortal.
Miren al poder y a los otros. Todos siguen el camino trazado.
¡Viva el Rey de España!
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
7 octubre 2024