ARDE ESPAÑA: LA GASOLINA Y LA CERILLA DESDE DENTRO. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

La calle. La barricada, la extorsión y que ellos, esclavos de su poder, den la cara. Sí podemos. Desde dentro, desde el poder, el lugar adecuado para minar el Estado.

Dos reglas generales de la subversión según el manual: No puede triunfar sin un apoyo exterior. Necesitan contar con el apoyo de la población.

Parece que no están alejados los que desarrollan «un conjunto armónico de acciones diversas, mediante las que una fracción más o menos reducida en principio, y entre la repulsa o indiferencia de la mayoría de la población, se esfuerza, apoyada más o menos desde el exterior, en perturbar su estructura política y social, para derrumbarla y sustituirla por otra que le es favorable». De manual de la acción subversiva.

Lo que representa una novedad es que un pueblo anestesiado, pastoreado y con escasos conocimientos de la historia, se haya dejado invadir de forma tal que la metástasis haya llegado al poder a ocupar los más altos cargos del Gobierno.

La idea fuerza ahora es la libertad de expresión; da lo mismo, mañana será Atapuerca y otro día Platón que algo malo debió decir. Lo importante es explotar aspiraciones huecas y vacías a sabiendas de su imposibilidad de materializarlas y fuera del orden legalmente establecido.

La captación y manipulación de las masas lo tienen fácil máxime cuando ya han logrado el asalto al poder y sus mayores aliados están en el vicepoder.

Estamos en la segunda etapa de la fase preinsurreccional: resistencia pasiva, alteraciones del orden público, terrorismo limitado y selectivo y perfeccionamiento de las redes clandestinas de apoyo.

En breve, y si no se toman medidas adecuadas, entraremos en la fase insurreccional que será en cuanto haya una coyuntura crítica que puede ser de cualquier tipo: una crisis pandémica, económica, de Gobierno, una huelga general; un muerto. Se desatará la violencia de manera incontrolada y puede que hasta aparezcan grupos armados con organización militar y pretendan establecer las primeras bases territoriales. Conforme la situación aguante, que sería su mayor victoria, mientras la tensión se mantenga, surja el desgaste en las Fuerzas de Seguridad, en cuanto la atención internacional vuelva su mirada hacia el foco subversivo y se hable de libertad y derechos humanos, el movimiento se irá consolidando.

Está en marcha  y esperemos que la información disponible, por el que debe tenerla y saber utilizarla, haya previsto y descubierto las bases de este movimiento que se compone de estos cuatro elementos:

—Un órgano de Mando.

—Una organización político-administrativa.

—Una organización armada.

—Una organización de información, redes y apoyos.

El éxito en la lucha contra la subversión depende fundamentalmente de la eficacia de los Servicios de Información. ¿Quién tiene acceso a esa información? Piensen.

Todo lo dicho forma parta de los manuales y doctrina de la lucha contra la subversión, conocidos desde tiempos remotos.

Lo que nadie podía esperarse es que se llegase a una situación en la que sea desde el mismísimo Gobierno se fomentase y aupase, por algunos de sus miembros de partido, los actos de violencia callejera que forman parte sin duda del movimiento. El silencio delata a los culpables, pero más lo son los que siguen manteniéndolos como miembros del Gobierno.

El escándalo es mayúsculo. No es entendible que haya españoles de bien que sigan dando su voto a la violencia callejera, a la intranquilidad y a que mañana cuando vuelvas a tu casa te la hayan ocupado.

Esto acaba de entrar en fase peligrosa y desconocida.

Todavía no es el poder, pero está cerca: es el vicepoder. Arde España, la gasolina y la cerilla desde dentro

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

21 febrero 2021