¡¡¡España!!!: Ausente… en Notre Dame.
Así, Europa intentaba recordar sus orígenes -y sus luchas-, su infinita historia que bien podría decirse que forjó el mundo en la inteligencia del espíritu.
Todavía pueden verse en muchos pueblos y ciudades de España cómo la geometría espiritual fue escrita en su construcción alrededor de una pequeña o gran iglesia. Como nidos al cobijo del árbol, ermitas, iglesias grandes o pequeñas catedrales, retiros espirituales, fueron el centro de la cultura, de la convivencia, de la creencia, de la sabiduría al fin.
Así creció Europa y su civilización: la cristiandad. Alrededor de una oración oculta en bóvedas de piedra. Por eso quemaron en España las iglesias y las catedrales.
Nada como acabar con el símbolo. Eso se sabe desde el comienzo. Lo espiritual e indestructible del símbolo. Una vez que se hace desaparecer no queda nada: la bestia.
«¡Es un procedimiento que no exige ni dinero ni medicina, ni brujería de clase alguna. Salid al aire libre, coged una azada y removed la tierra de los campos. Circunscribid vuestro ser y vuestro pensamiento a un círculo reducido. Manteneos de alimentos simples: vivid entre bestias, como una bestia, y no os desdeñéis de echar vos mismo abono en el campo que cultivéis. Este es el mejor procedimiento para vivir joven hasta los ochenta años» (Mefistófeles en Fausto).
Ahora en medio de la guerra incierta Europa, que declina, quiere recuperar lo que fue, alrededor de la Catedral herida mortalmente porque ya no se reza, se incendia. A pesar de ello todavía queda quien se esfuerza en su reconstrucción.
Alejandro III (1163) inaugura Notre Dame de París, y después de aquello, fue guardado, protegido el misterio, entre piedras que no eran de uno u otro estilo, sino del estado del alma, de cada tiempo, de todos los tiempos, sin importar quienes rezaban o bajo qué misterio se habían colocado aquellas piedras; hasta el sonido de las campanas era música originada en incierto lugar que solo la misericordia de Víctor Hugo había encerrado en Quasimodo.
Era el símbolo: Notre Dame. Macron reunía a Europa y lo hacía porque él, muy laico, en su momento más crítico se aferra a la Catedral y a la historia. Unos rezaban, la mayoría no sabe hacerlo, otros estaban y otros se disculparon sin dar explicaciones.
Ahora es otra Europa, algo distinto, de muy difícil reconstrucción, incierta, sin bendición, precisamente a las puertas de la Navidad, cuando Dios-hombre lo retiramos para dar entrada al hombre-dios.
Después del símbolo, Notre Dame, no logramos recuperar ni siquiera un estilo arquitectónico que era a lo único que podíamos aspirar. Notre Dame no era un conjunto material, ni una obra de arte universal. Era un lugar sagrado, era algo por encima de todo y de todos, porque era lo absoluto en una Europa que fue. El símbolo de su espíritu se perdió mucho antes del incendio.
Irrecuperable e inexplicable. En su reapertura hubo una ausencia notable, quizá por eso nadie da cuenta (en democracia es una exigencia dar cuenta) del porqué la ausencia de España, único vecino de Francia no representado.
Los reyes de Francia, los Borbones, lucieron el título de “Cristianísimos”, pero los de España, también Don Felipe de Borbón, siguen con la distinción de “Reyes Católicos” por excelencia, a la que se añade el privilegio, junto a otros, de “Su Majestad Católica”. Fue el Papa Alejandro VI quien en la bula Sic convenit expedida el 19 de diciembre de 1496 se lo concedió a Isabel y Fernando como consecuencia de la pacificación de los reinos de España -Aragón y Castilla- y de la conquista de Granada.
Me preguntan y me pregunto las razones para que una ausencia tan notable se haya producido y, lo peor, que no se nos haya explicado.
En cierta ocasión se encontraba el Tercio de Antonio Leiva, el mejor discípulo del Gran Capitán, pasando revista por el Veedor cuando a lo lejos se divisó un tropel de jinetes que se aproximaba.
— ¡Es Su Majestad Católica!, gritaron los oficiales.
Los tambores y pífanos rompieron a tocar la Marcha.
Detuvo el Emperador su caballo, descabalgó de un salto y se incorporó a la cabeza de la primera compañía. Tomó un arcabuz y ordenó que empezase la Muestra. El Veedor, sorprendido, nombró al Emperador en voz alta:
— ¡Su Majestad Católica Don Carlos de Gante, Rey de las Españas, Emperador de Alemania!
Terció el Emperador su arcabuz, quitóse el sombrero y oyéndole todo el Tercio contestó:
— ¡Presente y armado!
La anécdota tiene su importancia, porque no están los frentes para andar desarmado por el mundo. En lo espiritual y en lo material.
Trump si que estaba en Notre Dame. Todo un mensaje. Hay mucho que analizar, políticamente. Europa perdida, sin alguien que tome la dirección de un futuro que nos pasa por encima.
Francia intenta cobrar su lugar estratégico. Políticamente enturbiada ha sido capaz de situarse en el lugar que quiere ocupar y el oleaje no la arrastrará hacia los abismos rocosos.
El acto en Notre Dame requiere un análisis muy detallado en todo su conjunto. Desde quienes han ido, el lugar que han ocupado, con quien se han reunido y hacia donde han señalado.
De manera muy clara: Europa se la juega, ardió el conjunto que ahora lidera Von der Leyen y más que va a arder. La situación en el Oriente Próximo requiere una preparación urgente de Europa ante lo que se avecina. Estados Unidos está llamando a sus puertas, pero nadie responde. Reino Unido no es suficiente garantía en estos momentos.
Trump no ha venido porque le sobraba el tiempo. Se ha dejado en casa a Biden y a su perturbación política.
Otros no han querido encontrarse con él cara a cara. Hemos perdido una gran oportunidad. Lo vamos a ver dentro de muy poco.
Siento decirlo. La ausencia de España ha sido, quizá, el mayor error político cometido por un Gobierno español en muchos años. Una nueva política Europea y de relación con los EEUU Se vislumbra en el horizonte. Militar también. Francia se ha dado cuenta.
Nos arrepentiremos de esta ausencia.
La Catedral de Notre Dame se hundió bajo el fuego, no era lo importante la obra de arte, sino lo que sus piedras y sonidos guardaba, su obra espiritual unificadora.
Todo eso ardió. Ahora que se reconstruyen sus piedras queda por ver que hace Europa. De momento ni se reza ni se protege el misterio. Otros vendrán.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
9 diciembre 2024