«Cuestión de velocidad» Andrés Manrique. Teniente (R)

Como sabemos -y aquí se impone el “parece ser”- existe derecha e izquierda desde la Revolución Francesa. Al inicio de tal revolución, se reunió la Asamblea Nacional Constituyente Francesa, en la misma, aquellos que defendían determinada opción se sentaron a la derecha del Presidente de la Sala y los de la otra opción a la izquierda. Así cada una de estas denominaciones geográficas ha hecho suyas distintas formas de ver este mundo.

Juan Soldado -irónico él- se imagina por un momento si los mismos franceses, en vez de en París se hubieran reunido en Nimes o en Arles, en sus anfiteatros romanos (hoy plazas de toros, que allí no las prohíben) y que unos se hubieran sentado en barrera y contrabarrera y el resto en las gradas; bueno, pues no habría hoy en el panorama político ni izquierdas ni derechas sino que estaríamos hablando de los de arriba y de los de abajo (tesis esta que mantienen  algunos en la actualidad) . Esto a Juan Soldado le suena a lo del anuncio del lavavajillas.

En cualquier caso, Juan Soldado sabe, que esto no es más que encuadrar geográficamente a las distintas formas de entender la vida y querer organizarse. El riesgo de esta forma maniquea de ver la vida está en colocar “a priori” a unos como los buenos y a otros como los malos y esto, sin duda es un error.

Asistimos a una sarta de propuestas, ideas y reformas, que, unas veces por radicales y otras por utópicas, son descartables desde un principio, pero para todo lo demás el problema reside en la velocidad a la que queremos llevar esas reformas. A los que les gusta llevar las cosas con pausa, con tranquilidad, sin riesgos se les tilda de conservadores. No es que renuncien a la ciencia, al progreso, a los avances, al bienestar, etc., no, sólo que prefieren la baja velocidad. En cambio aquellos que por determinados motivos optan por ir a la raíz del problema, incorporar nuevas ideas en materias económicas, éticas, sociales y apoyando medidas urgentes (incluso no contrastadas), se les tilda de progresistas y prefieren ir a más velocidad. Los conductores de la opinión pública atribuyen, según los casos, a unos un significado negativo  y a otros positivo. No es justo pero esto es así. Como si los conservadores no quisieran el progreso y los progresistas no quisieran conservar nada de lo conseguido. Cierto es que hay conservadores más inmovilistas y hay progresistas más nerviosos e intransigentes.

Juan Soldado sabe que no es cuestión de izquierda y derecha, (como el baile de la “conga”) o arriba y abajo (emulando a Epi y a Blas), sino que es cuestión de la velocidad a la que debemos de ir en reformas, propuestas y… tener paciencia.

Juan Soldado sabe también que a todo cambio hay que darle su tiempo para que sea asimilado y aceptado por las diversas sociedades donde se producen, pues de lo contrario, si son cambios inducidos, impuestos, etc., todo ello obedeciendo “vaya usted a saber a qué intereses”, surgirán los problemas.

Cierto día me confesó Juan Soldado que un gran “Político de Estado” sería el que emulase a la Guardia Civil de Tráfico…”al que vaya muy rápido hay que sancionarle…lo mismo que  al dominguero”.

Juan Soldado acata y cumple, como la milicia.

Asamblea

Sosiego y calma.

Andrés Manrique.

Teniente (R.)

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