Hoy hace veinte años que nos dejaste. Veinte años de aquel fatídico día en el que te fue arrebatada la vida en la plenitud de tus veintinueve años de la forma más cobarde, alevosa, inútil, asesina, vil, y qué se yo cuantas cosas más. Se me agotan los calificativos para poner acento a lo que debieron ser tus últimos días entre nosotros. Nada nuevo que no estén recogiendo todos los medios de comunicación.
Como cualquier aniversario, es ocasión propicia para el recuerdo, para la reflexión y en tu caso, para la piedad. Es ocasión para el recuerdo, para el recuerdo de tu lucha, de tu lucha por la vida, por la defensa de tus ideas y por la libertad. Vida, ideas y libertad que junto a tu compromiso personal te llevaron a optar por la concejalía de la villa vizcaína de Ermua. Hacerlo suponía colocarte en el centro de la diana – nada simbólica – con la que ETA y sus cachorros adornaban las calles de muchas localidades de esa querida tierra vascongada que empapaste con tu propia sangre. Simplemente por haber hecho lo mismo, Gregorio Ordóñez, te había precedido en el martirio. Nueve días antes de que te arrebataran tu libertad, la Guardia Civil se la devolvía a José Antonio Ortega Lara tras 532 días sepultado en un inhumano agujero. Yo que había pasado algún tiempo en Guipúzcoa, al comienzo de la década en la que a ti te asesinaron, que como tú también tenía mis raíces fuera de esa querida tierra y que, seguro que como tú, tiré muchas veces descuidadamente las llaves de mi coche para agacharme y observar si había algo extraño bajo el chasis, me he preguntado qué sentiste aquellas cuarenta y ocho horas en las que permaneciste secuestrado en poder de ese par de alimañas, Francisco Javier García Gaztelu (Txapote) e Irantzu Gallastegui Sodolupe (Amaia) que solo con una pistola por argumento y por la espalda fueron capaces de oponerse a ti. El Gobierno del entonces Presidente Aznar no se doblegó ante la petición de reunificación de los presos de ETA y, al final pudieron contigo. Mientras una te sujetaba de rodillas, sin posibilidad de defenderte, el otro te descerrajaba dos tiros a bocajarro en la nuca, y te dejaban allí, malherido en una campa de Lasarte sin ninguna compasión.
Aquella monstruosidad, querido Miguel Ángel, levantó al país entero y su eco se dejó sentir muy lejos de nuestras fronteras. Seis millones de personas en más de 1.200 actos organizados en tu homenaje marcaron un antes y un después en la lucha contra la banda asesina ETA. Puedo dar fe de ello. Yo me desplacé desde Toledo a Madrid para asistir a la mayor concentración de personas a la que jamás he asistido y que, para mí empezó y termino en la Plaza de Colón, porque no se podía dar un paso. voces contra ETA, oraciones masculladas, pero sobre todo un inmenso mar de manos pintadas de blanco y gritos nunca escuchados hasta entonces: “Vascos sí, ETA no”. Si, en las mismas calles de Madrid.
En tu pueblo de adopción, en Ermua, su alcalde Carlos Totorica, de un partido que se opone al tuyo a nivel local y nacional, no le tembló el pulso en defender tu legado y emprender una cruzada al amparo de aquel masivo sentimiento nacional. Acababa de nacer el “Espíritu de Ermua”. Hoy, Veinte años después, te ha vuelto a organizar un homenaje en tu pueblo.
Pero no en la Capital del foro, no. El Consistorio, por boca de su alcaldesa que ha querido mantener la odiosa equidistancia. “para que no haya diferencia entre las víctimas”. ¡C….aramba, alcaldesa! Claro que todas las víctimas del terrorismo lo son. Eso es no decir nada, una mera obviedad (¿o disculpa?). Es como decir que todos somos iguales a los ojos de Dios, y lo somos. Pero la singularidad de la muerte de Miguel Ángel con todos los calificativos que ponía al principio, traslada testimonio único. El pueblo de Madrid así lo demostró y así lo recuerda. Se merecía pues un reconocimiento Miguel Ángel, todas las víctimas del terrorismo y el pueblo de Madrid en su casa madre, en el ayuntamiento. Ese homenaje que inicialmente le has negado y que más tarde, abrumada tal vez por la respuesta popular (o por el mezquino cálculo de votos) has hecho a medias, porque no te quedaba otra… la terrible equidistancia. La tibieza. y si antes defendía el valor de cualquier vida ante los ojos de Dios, también su Hijo (Apocalipsis 3-16) dijo: “Porque eres tibio te vomitaré de mi boca”.
Deploro, Miguel Ángel, los abucheos que ha tenido que soportar la alcaldesa. En su pecado lleva la penitencia. Es de sabios rectificar, que es lo que ha hecho la Sra. Carmena, aunque lo haya hecho a medias. No creo que llegue nunca a leer esta carta, pero si así lo hiciera, estoy seguro de que, de las 1309 víctimas que tiene registradas al AVT tan solo 7 responden al nombre de Miguel Ángel, pero sin duda, con solo leer el título, sabrá que la carta va dirigida a ti, aunque todas las víctimas seáis iguales, querido Miguel Ángel.
En estos días en los que la Unidad de España se ve amenazada desde otro flanco, tu testimonio de compromiso, coherencia, resolución, valentía y de amor a España, valores que siempre hemos tratado de inculcar a nuestros soldados, nos va de servir de estímulo y de ejemplo. No lo dudes, Miguel Angel, tu muerte no ha sido en vano. Así que, permíteme, despedirme de ti en esta ocasión como lo hacemos los soldados:
Miguel Ángel Blanco Garrido:
¡¡¡PRESENTE!!!
Adolfo Coloma
GB (R.)del ET
Blog: generaldavila.com
13 julio 2017



