Quienes organizan las tertulias radiofónicas o televisivas cuentan invariablemente con un tonto de guardia; suele tratarse de individuos mediocres que piensan ser acreedores al premio Nobel en varias ramas, por lo que se creen autorizados a pronunciarse sobre temas que ignoran por completo. Los más destacados son, a mi juicio, un miembro del PSOE de apellido parecido al mío y otro de linaje bellotero; ambos incurren a menudo en patetismo, pero invariablemente en paletismo.
Anda hoy la parroquia europeísta muy alborotada con la reciente sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre un tema jurídicamente complejo que no está al alcance de esos contertulios del todo a cien que nos fatigan.
Como ha señalado Juan Ramón Rallo «el Estado alemán no le ha cedido al BCE sus competencias sobre política fiscal o política económica del país, de modo que este no está legitimado para tomar decisiones en tales ámbitos amparándose bajo el paraguas de la política monetaria: sobre la política fiscal o la política económica de Alemania decide el Estado alemán y no el Banco Central Europeo. Lo contrario supondría una apropiación de soberanía alemana que no ha sido transferida por ningún tratado.»El Banco Central Europeo está condicionado por su estatuto a perseguir el objetivo de la estabilidad de precios y todo lo que haga en persecución de otros fines es una flagrante actuación ultra vires, es decir, desbordando su marco competencial: de ahí la sentencia del Tribunal de Karlsruhe.
El Tribunal de Justicia de la UE dictaminó a finales de 2018 que el PSPP (Public Sector Purchase Programme o programa de adquisición del sector público) no constituía una atribución impropia de competencia por parte del BCE, aún cuando me permito recordar que el art. 123 (artículo III-181) del Tratado de funcionamiento de la UE establece que «Queda prohibida la autorización de descubiertos o la concesión de cualquier otro tipo de créditos por el Banco Central Europeo y por los bancos centrales de los Estados miembros, denominados en lo sucesivo «bancos centrales nacionales», en favor de instituciones, órganos u organismos de la Unión, Gobiernos centrales, autoridades regionales o locales u otras autoridades públicas, organismos de Derecho público o empresas públicas de los Estados miembros, así como la adquisición directa a los mismos de instrumentos de deuda por el Banco Central Europeo o los bancos centrales nacionales». Roma locuta, la causa debería haber sido considerada finita en ese punto y el Tribunal Constitucional alemán no debería tener nada que decir, pero la cosa no es tan sencilla. El TJUE es competente a la hora de interpretar el derecho comunitario, pero no lo es para extender su aplicación a ámbitos que no le son propios (por ejemplo, a validar qué políticas fiscales caen bajo del ámbito competencial del BCE). Si así fuera y pudiera extender las competencias de las instituciones comunitarias a cualquier ámbito, en la práctica estaríamos considerando que los Estados miembros ya han cedido su soberanía plena a las instituciones europeas y no es el caso, siquiera porque Europa carece de una estructura federal o confederal: por ello, el TJUE también es susceptible de ser controlado por los tribunales nacionales en aquellos ámbitos en los Estados siguen siendo soberanos.
No quiero agobiar al amigo lector con argumentaciones jurídicas alambicadas que desviarían su atención a aspectos de técnica jurídica susceptibles de confundirle. Sí quiero señalar que si el Tribunal Constitucional español obrara con la misma rectitud moral y solvencia jurídica con las que actúa el alemán, otro gallo nos cantaría.
(*) Ministro plenipotenciario jubilado.
Blog: generaldavila.com
13 mayo 2020
Tan de acuerdo contigo, querido Embajador que me viene a la memoria aquel título con el que el Magistrado del Tribunal Supremo, en artículo de 17 julio 2011, Luis Martínez-Calcerrda, publicado en El Mundo, bautizó al Constitucional: «Tribunal Político Constitucional». Una asignatura más pendiente de nuestra Democracia si así en estos momentos se la puede llamar.
Gracias Embajador.
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Lo Santos lo califica de prostitucional, querido General.
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Pedir rectitud moral y solvencia jurídica al Tribunal Constitucional es como pedirle peras al olmo.
Los olmos no dan peras. Pero es que además, un frutal no puede dar frutas sanas cuando tiene enfermedad de origen.
Un cordial saludo.
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Sin entrar a discutir lo que al día de hoy sea nuestro Tribunal Constitucional (nada que oponer al calificativo que los Santos de D. Melitón Cardona le adjudican) me viene a la memoria que todavía no se han cumplido 80 años en que los tribunales alemanes no eran ni tan moralmente rectos, ni tan solventes jurídicamente.
Si lo hubieran sido otro gallo nos hubiera cantado.
A lamentar que a pesar de todo fueran ellos los que nos ayudaran a ganar nuestra guerra civil, aunque nos utilizaran como campo de entrenamiento para lo que vendría después. Nos despreciaban y nos siguen despreciando. Lástima que cuando quieren sol y poder emborracharse por poco dinero venga a nuestra tierra. Para mi sería un verdadero placer que despreciaran también esas dos cuestiones. En mi casa de verano tengo varios vecinos de esa nacionalidad, y le aseguro D. Melitón que no me parecen ni moralmente justos y ni siquiera mínimamente educados, porque ya que finalmente son huéspedes deberían mostrar un poco más de consideración a quienes nos es imposible desprendernos de la nuestra ni siquiera con quienes se comportan como ellos lo hacen. Y no deben ser pobres, porque las casas no son precisamente de protección oficial, y de ello debería deducirse que tengan al menos una cierta cultura, pero posiblemente se desprendan de ella cuando traspasan sus fronteras y de la susodicha educación junto con la ropa de la que prescinden para pasear o ir a la playa.
Dicho ésto, completamente de acuerdo en que esas tertulias televisivas son una más de las vergüenzas que padecemos si nos paramos a oírlas, cosa que hace tiempo dejé de hacer en beneficio de mi salud mental.
Atentamente
Margarita Alvarez-Ossorio
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Excelentísimo Señor Embajador Emérito.
Hace ya más años de lo que sería prudente aguantar por parte de cualquier nación desarrollada y medianamente culta, sólo medianamente, que a España parece que alguien le dijo una maldición gitana con una carga de efecto retardado que pudiera estar muy próxima a estallar y hacernos volar en pedazos.
Cuando una sociedad, bastante ingenua y bienintencionada, eso es cierto, pero quiero creer que en absoluto estúpida en su conjunto,aunque tenga más tontos por metro cuadrado de lo normal, y encima presuma de ello, de sus pocos o muchos tontos, que ahí está el quid que cualquier mediocre manipulador con un poco de pico, aunque se exprese como un disco rayado y repita y repita los tres o cuatro mismos tópicos, frases hechas y lugares comunes, sabe aprovechar para aplicar el anestésico o el bebedizo en su justa dosis escalonada, hasta llegar al descabello, que es en la fase terminal en que estamos, la de la puntilla. Así hemos llegado a la impotencia total, y de personas de pensamiento libre y rebeldía innata nos hemos convertido en rebaño de corderos que por donde el pastor dirige al «manso» del rebaño, vamos todos detrás de él, no en fila india, sino en masa amorfa embrutecida que no se atreve a mirar al frente sino a la tierra y rozando ésta con la barbilla. Esta anestesia nos ha llevado a permitir, por desidia y omisión del deber, que España haya caído a fuerza de asaltos repetidos durante todo un año, en manos de un irresponsable ignorante y ególatra patológico con delirios de grandeza, que con tal de llegar al poder, se ha aliado con el mismísimo diablo (en sentido literal) y los peores enemigos, que siempre son los de dentro, por lo escurridizos y difíciles de cazar que son aunque estén perfectamente identificados, al moverse siempre amparados por inmunidades políticas.
Y ya la guinda para el absolutismo más feroz, la pandemia.
Que nos coja confesados lo que nos espera con estos aprendices si no somos capaces de evitarlo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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