«EN EL FILO DE LA NAVAJA» Ángel Cerdido Peñalver®

Castillo de San Pedro o Ciudadela de Jaca

Como muchos de sus compañeros, nada contó sobre su vida militar de aquellos años, unas veces por no haber estado de acuerdo con los acontecimientos en que casualmente se vio envuelto; otras, aunque conforme con los fines que se perseguían, creo que su silencio se debió a no querer soliviantar a las futuras generaciones con lo que había visto y sufrido.
Corrían los años en que España ejercía en su zona asignada de Marruecos la influencia protectora, sin embargo, se registraban sucesivas agresiones por las cabilas sublevadas que se transformaban en aisladas campañas africanas, pasando desde el desastre del «El Barranco del Lobo», a lo ocurrido en en la posición de Monte Arruit, último capítulo de los trágicos acontecimientos conocidos como «Desastre de Annual».
El entonces Comandante Franco escribió en su libro «Diario de una Bandera»:
―»Renuncio a describir el horrendo cuadro que se presentó a nuestra vista; la mayoría de los cadáveres han sido profanados y bárbaramente mutilados»
Agresiones que no habrían de terminar, hasta la toma de la bahía de Alhucemas, dispuesta por el general Primo de Rivera, dando como resultado el que se declarasen vencidos el cabecilla El Raisuni y más tarde Abd El Krim.
En España durante esos años, se ha ido formando un grupo de civiles y militares, próximos al ex-diputado Alejandro Lerroux, que pulsan el estado de opinión con el objetivo de derrocar la dictadura y restablecer la democracia y sus libertades mediante un golpe de fuerza. El capitán Galán coordina los movimientos desde Madrid dando las órdenes oportunas a los hombres y Unidades comprometidas. La conspiración se pone en marcha fijándose la fecha de la sublevación para el 24 de junio de 1926, día de San Juan.
Ese mismo día detienen en Madrid a Galán, por resultar sospechoso de conspirar contra la dictadura del general Primo de Rivera en la llamada «Sanjuanada».
Con la sustitución de la «Dictadura» de Primo de Rivera por la «Dictablanda» del General Berenguer, aparece el Gobierno de Transición. Nada más formarlo, se firma un decreto de amnistía por el que regresan a España los exiliados, entre ellos Unamuno que en su día el destierro le llevó de Fuerteventura a París, y que a su vuelta, le faltó tiempo para hostigar a la monarquía, a la dictadura y al Ejército.
Desde 1924, Primo de Rivera estaba empeñado en desmontar la organización militar de la zona del Protectorado, con un repliegue que la mayoría de los oficiales juzgaban improcedente y suicida, como era abandonar la línea defensiva formada por cerca de cuatrocientos pequeños fuertes o «blocaos» que cubrían el camino a Tetuán, por el valle alto del rio Martín, desplegados por el Ejército Español a lo largo de ciento treinta kilómetros de la frontera con Marruecos en el territorio del Rif. Todo ello fue decisivo para que en la opinión pública se creara una gran desconfianza y descontento nacional, caldo de cultivo para la tormenta que se avecinaba.
Con este clima, en julio de 1928 nuestro protagonista sale de la Academia de Infantería del Alcázar de Toledo como segundo teniente, y como a la mayoría de sus compañeros le espera Marruecos.
Consecuencia de esa peculiar organización y al trasiego de las Unidades, primero le destinan al Batallón Cazadores de África, un año después por disolución de ese Batallón pasa al Regimiento de Infantería África nº68, y por último, también por disolución del citado Regimiento, al Batallón de Cazadores Simancas nº8, todos ubicados en la plaza de Melilla. Durante estos dos años, participó en acciones en Villa Sanjurjo, Beni Hadifa, Tamaguist, Dar-Drius, y volvió a la península con la primera herida de guerra en su cuerpo.
En 1930 y por haberse dispuesto por la superioridad el traslado de su Batallón a la Península, a petición propia le destinan al Regimiento de Infantería Galicia nº19 (hoy Galicia Nº64) ubicado en el Cuartel de la Victoria, al que se incorporó en la plaza de Jaca el 10 de julio de ese año, y ahí quedó nuestro teniente hasta el 12 de diciembre de ese año donde le esperan fuertes emociones.
Mientras tanto los partidos republicanos y regionalistas están empeñados en denunciar los intentos del Gobierno de Berenguer, por perpetuar la monarquía con el último gobierno de Alfonso XIII, la llamada «Dictablanda». Entre otras cosas pretenden neutralizar a Galán y a sus ideas republicanas y le destinan al Regimiento de Infantería Galicia nº19, en la guarnición apartada y olvidada que entonces era Jaca. El ser destinado a ella era como un castigo, pero Galán pronto se acostumbra a esa ciudad conservadora, donde los importantes son los militares y el clero, y en ese ambiente empieza a preparar la insurrección.
Al mismo tiempo, en agosto del mismo año 1930, pero en la donostiarra calle Garibay, en el domicilio social de la Unión Republicana se celebra una reunión con el único objetivo político de derribar la monarquía. Acababa de nacer el «Pacto de San Sebastián». Ahí fue donde se encomendó a Galán la sublevación de Jaca que tiene que dirigir, en una primera fase, desde el hotel Mur de la ciudad alto-aragonesa donde se hospedaba. Ahora no se trataba de derrocar a un gobierno, sino a la Monarquía, e instalar la República.
En la madrugada del viernes 12 de diciembre de ese 1930, los capitanes y sus tenientes, despiertan a los soldados del Regimiento Galicia en el Cuartel de la Victoria. Al mismo tiempo el capitán jaques Sediles hace lo propio con los soldados del Batallón de Cazadores de Montaña La Palma nº8, en el cuartel de Los Estudios, y por último el Capitán Salinas alerta a los artilleros de la batería de guarnición en la Ciudadela.
El capitán José Solís Chiclana, ordena al alférez Manzanares que fuera a avisar a nuestro hombre a su pensión, Casa Pavarra, de la calle Mayor nº13 de Jaca.
El resto de la mañana se emplea en requisar camiones y distribuir armas y municiones a los paisanos republicanos.
Hacia las tres de la tarde , las tropas rebeldes salen de Jaca. Por tren lo hacen 250 hombres, a la orden del Capitán Sediles. Por carretera bajo el mando de Galán, emprenden la marcha de Jaca a Huesca; son unos 500 entre los que se encuentra nuestro teniente. Un destacamento de 60 soldados permanece en Jaca custodiando los edificios públicos. Ambas columnas deberán juntarse en Anzánigo y reunirse en Ayerbe, desde donde ambas seguirán hacia Huesca.
En 1930 Ayerbe era una villa de 2500 habitantes de fuerte tradición republicana. Cuando llega allí la columna de Galán, ante la resistencia que encuentran en las Unidades procedentes de Zaragoza, se rinde y a la tropa la retienen en el cine Kursaal del citado pueblo hasta ser enviados a Jaca. Por su parte la columna de García Hernández y Salinas es parada en lo alto del Santuario de Cillas y también son detenidos.
Tras la retirada de las tropas, algunos oficiales huyen en coches mientras otros se dirigen a pie a Francia. Llegados al pueblo de Biscarrués, Galán decide entregarse y aconseja la huida de sus oficiales. Nuestro teniente y uno de sus compañeros de Regimiento, se niegan a huir y deciden seguir al lado de Solís su capitán, los tres en un coche requisado se dirigen a Jaca. Cuando llegan a mediodía son arrestados.
Galán y el resto de Oficiales que quedan en Biscarrués entran en la «Casa Fusilero» que hacía las veces de fonda y café del pueblo, y esperan a que llegue el alcalde para presentarle su rendición. Posteriormente y conducidos por la Guardia Civil los devuelven a Ayerbe, desde aquí el mismo día 14 de madrugada, a Galán directamente lo bajaron a Huesca en compañía de los también capitanes Ángel García Hernández, Luis Salinas García, los tenientes Muñiz Izquierdo, Fernando Gámez y el Alférez Ernesto Gisbert Blay, allí les espera el Consejo de Guerra Sumarísimo.
En Huesca, el 14 de diciembre, a las nueve horas, quedó reunido el Consejo de Guerra de Oficiales Generales presidido por el general Arturo Lezcano, para ver y fallar la causa instruida en Juicio Sumarísimo contra Fermín Galán y otros cinco oficiales por el presunto delito de Rebelión Militar. A Galán le condenan junto a García Hernández a la pena de muerte. Alfonso XIII no hace uso del derecho de gracia y a las tres de la tarde, ambos oficiales, a pesar de ser domingo, (aunque no estaba escrito, era norma el no ejecutar en días festivos y tampoco de noche) son fusilados en la tapia, hoy ya derribada, del antiguo polvorín militar de Fornillos, cerca de Huesca. Poco más tarde, en una ambulancia de la Cruz Roja, salen del polvorín los restos mortales de ambos militares camino del depósito del cementerio de San Jorge, donde posteriormente ambos fueron enterrados. La tumba de Fermín Galán Rodríguez, se encuentra en el cementerio civil, y el nicho de Ángel García Hernández, en el católico.
Días después, el 19 de diciembre de este 1930, según oficio del Juez Instructor nuestro teniente quedó procesado y en prisión por los sucesos acaecidos en Jaca el 12 de diciembre, en causa que se instruyó por delito de Rebelión Militar. El Consejo de Guerra de Oficiales, celebrado en el Cuartel de la Victoria de Jaca el 13 de marzo de 1931, fue presidido por el Gobernador Militar de Zaragoza, entre los vocales a destacar al General de Brigada Francisco Franco Bahamonde, director de la Academia General Militar. Por sentencia aprobada por el Capitán General de la 5ª Región Militar, el 22 del mismo mes, nuestro hombre fue condenado a pena de reclusión perpetua con la accesoria de pérdida de empleo, siéndole conmutada aquella, por la de 12 años de reclusión militar. Se le abonaron para el cumplimiento de aquella, el tiempo de la prisión preventiva sufrida, y por RO. de 25 de marzo (DO. Nº69), se dispone cause baja en el Ejército para fin de dicho mes.
Como consecuencia de la sentencia, los 28 oficiales condenados, que acumulaban más de 500 años de cárcel, salieron de Jaca el día 1 de abril dirección Tarragona. Esa noche embarcaron en el vapor-correo «Rey Jaime I» para Mahón, donde fueron recluidos en la inhóspita fortaleza del castillo de La Mola.
Con motivo del advenimiento de la República. El día 15 de este mes de abril, pusieron en libertad a nuestro hombre y dos días después, a bordo del vapor «Delfín» llegaron al puerto de Barcelona en olor de multitud, siendo recibidos en el Patio de los Naranjos de la Generalidad por el Presidente Francesc Maciá.
Justo a los tres días siguiente de la fracasada sublevación de Jaca, el general Gonzalo Queipo de Llano, el comandante Ramón Franco y un pequeño grupo de oficiales y paisanos asaltaron el aeródromo de Cuatro Vientos , en un intento de promover una insurrección republicana en contra del Rey Alfonso XIII, sin embargo el asalto no fue secundado en la ciudad.
El gobierno de la Segunda República Española no sólo indultó a los militares implicados en esta sublevación, por lo que pudieron volver los que se habían exiliado, sino que a sus dos principales cabecillas los nombró para puestos destacados en el Ejército: el general Gonzalo Queipo de Llano fue nombrado jefe de la Primera División Orgánica con sede en Madrid y el comandante Ramón Franco, director general de la Aeronáutica Militar.
En este torbellino de situaciones, el día 15 de abril, con motivo del advenimiento de la República, comunican a nuestro hombre que ha sido amnistiado y se dispone su reingreso en el Arma de Infantería ocupando en su respectiva escala el mismo lugar que tenía cuando causó baja en el servicio. Como la gran mayoría de sus compañeros firmó la promesa de adhesión y fidelidad a la República, así como la papeleta en la cual hace constar que no pertenece como socio, a ningún centro, agrupación ni sociedad de carácter político.
Nunca le gustaron los agasajos y homenajes, mucho menos los que le pudieran recordar aquellos días en el Pirineo Aragonés, solo él sabía los motivos. No concebía sublevarse, para él, la disciplina estaba por encima de las ideologías, y aquel día en Jaca, el teniente marchó tras su capitán.
Poco después en el periódico «La voz de Galicia» del día 5 de mayo de 1981 en la sección «Hace 50 años», recordando al también martes del 5 de mayo de 1931, decía textualmente lo siguiente:
«Un oficial coruñés sublevado en Jaca».
«El culto y valeroso teniente del regimiento Galicia, antiguo amigo y convecino nuestro, se halla estas días en La Coruña. Tomó parte activa en la sublevación de Jaca y fue condenado a cadena perpetua: amnistiado al instaurarse la República vino aquí, con ansia de visitar los lugares en que transcurrió su infancia. Se quiso organizar un amplio y efusivo agasajo pero refractario a exteriorizaciones y homenajes, solo aceptó una comida íntima de sus mejores amigos»
Tras este acto en La Coruña, y por gracia especial, fue destinado al Regimiento de Infantería nº1, que posteriormente recibiría en nombre Was-Ras nº1.
Para no perderse ninguno de los convulsos movimientos de la España de esos años, el 10 de agosto de 1932, formó parte de la Agrupación formada por un Batallón de su Regimiento y otro del de Infantería nº6. Embarcaron en ferrocarril en la estación de Atocha de Madrid con dirección a Sevilla con objeto de sofocar la intentona revolucionara. Nada más llegar a la capital andaluza, desfilaron por la ciudad ante el asombre de los sevillanos, y posteriormente se alojaron en el cuartel de San Hermenegildo. Hasta el día 30 de ese mes de agosto prestaron los servicios de vigilancia en el sector asignado a su Batallón para el mantenimiento del orden público, pasados los cuales sin haber disparado un tiro, volvieron a Madrid.
El 17 de julio de 1936, sale de Madrid para disfrutar su permiso de verano en La Coruña, se presentó como era reglamentario al Gobernador Militar el día 20, fecha en la que se declaró el estado de guerra en la ciudad de los cantones. En el Gobierno Militar situado en el casco antiguo de La Coruña, al subir su preciosa escalera, se cruzan, con un capitán encañonando la nuca de un coronel, y rápidamente se agolpan en su memoria lo ocurrido en Jaca aquel viernes 12 de diciembre de 1930.
El mismo día de su presentación se le agrega para prestar sus servicios al Regimiento de Infantería Zamora Nº29, saliendo el 15 de agosto con su Batallón, encuadrado en la llamada «Columna Gallega» que mandaba el general Pablo Martín Alonso, camino de Asturias. Entre sus muchas acciones por tierras asturianas, a destacar que formó parte de las fuerzas que rompieron el «Cinturón de Hierro» que tenía sitiada a la ciudad de Oviedo, siendo felicitado por ello con fecha 1 de marzo por S.E. el Generalísimo. En 1937 es ascendido al empleo de capitán de Infantería, seguirá por tierras asturianas, pero ahora al mando de su Compañía. De Asturias pasa al frente de La Rioja y de aquí al de Aragón, formando parte de la División 83 también al mando del general Martín Alonso. A destacar su participación en la batalla Teruel; primero en Belchite y más tarde en la toma del pueblo Alfambra, donde alcanza el objetivo marcado a su Batallón, la margen derecha del río del mismo nombre.
Y de Aragón pasa al intrincado Castellón. El día 5 de mayo de 1938 en el avance de Cuevas de Vinromá a Casa Roja, cuando su Compañía iba en vanguardia del Batallón es herido por bala enemiga en la pierna derecha de pronóstico grave.
Creo que omitiendo lo contado, nunca visitó a médico alguno, y me consta que solo fue hospitalizado tres veces en toda su vida: cuando le hirieron en Melilla 1930, en Castellón en 1938, y 1977 en Alicante antes de morir.
En 1962 y por imperativos de la edad, pasó a la situación de retirado, después de 43 años 9 meses y 6 días de permanencia en el Ejército, más 4 años 5 meses y 29 días de abonos de campaña entre la Guerra de Marruecos y la Guerra Civil Española, hicieron un total de 48 años, 3 meses y 5 días.
En el verano de 1977 y lejos de su querida Galicia, un 29 de septiembre, día de San Miguel, muere en Alicante a los 76 años como coronel de Infantería, y con él se fueron sus secretos y su ajetreada vida militar jamás contada.
Convulsa historia, como tantas otras que a los militares y civiles de aquella época les tocó vivir, pero que a pesar de todo, supieron educarnos en el amor a España, sin resentimiento y con la prudencia del silencio para no alterar la vida de las futuras generaciones, y siempre «en el filo de la navaja» que por aquellos años vivía España.
Hubo mujeres que le amaron, hombres que les confiaron sus vidas, amigos que apreciaron su amistad y momentos de gloria y de fracaso como todos. Se equivocó y acertó mil veces, tuvo hijos y nietos…
Y hoy amolando «el filo de esta navaja que se llama España», en la tarde de este domingo, donde según el poeta, la hora en que mejor se forja el carácter, cuando caigo en la cuenta de que nuestro coronel murió con ocho años menos que los míos actuales, y sigo sin saber si es la nostalgia la tristeza o los meniscos lo que me impide caminar bien.
Descanse En Paz.

Ángel Cerdido Peñalver. Coronel de Caballería ®
Zaragoza noviembre 2022

Blog: generasldavila.com

 

8 pensamientos en “«EN EL FILO DE LA NAVAJA» Ángel Cerdido Peñalver®

  1. Mi respetado y muy querido CORONEL CERDIDO,
    ¡NADA QUE AÑADIR!,
    Como Galán era LAUREADO, su trivial soneto:

    AL NOVIO DE LA MUERTE

    ( II )

    El silencioso enemigo por retaguardia ataca,
    Galán Teniente, le afronta y en valor supera,
    con entusiasmo en Xeruta, gloriosa Bandera,
    gravemente herido, vivió y el prestigio destaca.

    Fue encuentro fortuito, tal vez por primavera,
    Mercedes Fernández, artista bella y currutaca,
    La Lola Montes, con Prado letrista y de petaca,
    en Madrid Puerta de Sol con la calle montera.

    Es invitada al auditorio del Maestro Romero,
    escucha su letra y la música de Juan Costa,
    acepta estrenar en Málaga el verano primero.

    La Duquesa de la Victoria la pide a toda costa
    que la cante en Melilla por ambiente guerrero,
    la escuchó Millán y se adapto de marcha aposta.

    (DE CALDERÓN Y LOLA MONTES / LEGIS3).
    Un enorme abrazo y a la orden de todos.
    A la orden de V.E
    VIVA EL REY
    VIVA EL IMPONENTE HURACÁN DE LA CABALLERÍA
    VIVA Y ARRIBA ESPAÑA

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  2. Mi respetado y muy querido COR.CERDIDO,
    Había olvidado que la «G» es de GALICIA y en ocasiones «NAVARRA» y la «M» propia de ASTURIAS. ¡ENHORABUENA!
    Enorme abrazo y a la orden de V.I
    VIVA EL REY
    VIVA CABALLERÍA
    VIVA Y ARRIBA ESPAÑA

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  3. A las órdenes de V. I., mi Coronel.

    Entrañable y a la vez épico recuerdo a uno de los militares más leales y fieles a la disciplina y al espíritu de cuerpo de la época más convulsa e incierta que tuvo que sufrir España, y con ella, en primera línea, el Ejército.

    Todo por culpa de la ambición de politicastros que mediante engaño y falsas promesas, manipularon a una sociedad hambrienta y analfabeta en beneficio propio.

    Y es asombroso y ejemplar cómo entre los militares se dió el fenómeno de al final, muchos siguieron el camino que les marcó su conciencia y su sentido del honor.

    ¡¡¡Viva España!!!

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  4. Buenos días a todos, mi General:
    Nostálgico relato, Coronel Cerdido que me produce una gran tristeza. No por el relato, por supuesto, sino porque siguen existiendo grupos que quieren abolir la Monarquía y desestabilizar España.
    ¿Es que no aprendemos nada?
    Con lo mal que les fue en el pasado ¿todavía quieren repetir?
    Creo que me iré de este mundo sin entender el egoísmo humano.
    Saludos cordiales.

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  5. Bonita historia Mi Coronel. Mi agradecimiento por difundirla, y sobre todo muchísimas gracias. Escriba más historias y anécdotas, es un placer leerlas. Saludos para todos.

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  6. Buenas tardes mi Coronel y a todos

    No estamos acostumbrados a una historia tan pormenorizada y exhaustiva de un soldado nacido a principios del siglo XX, o quizás finales del XIX.

    Al contarnos ésta historia nos está abriendo una época de España que muchos tenemos en una especie de nebulosa, precisamente por lo convulsa y complicada, como usted bien dice, siempre en el filo de la navaja, que hacía que muchos soldados pasaran de un juicio militar a ser aclamados como héroes, y de nuevo al desconcierto.

    No debió ser una época fácil, y puso la conciencia y la disciplina de muchos soldados a prueba, a veces pagando con su vida o con cárcel, posiblemente en muchos casos injusta, su sentido del deber.

    Vivirlo en directo y tener que tomar partido perteneciendo al ejército debió ser una decisión grave y arriesgada, y no me siento autorizada a condenar a los que siguiendo una disciplina demasiado arraigada en el alma de un soldado siguió a sus jefes inmediatos, que en definitiva era su obligación.

    Por eso no me extraña que al protagonista de su historia de hoy le costara hablar del pasado, incluso puede que hasta a su propia familia, porque esa lucha interna debió costarles horas de amargos sentimientos encontrados.

    Pero no creo que en la hora actual estemos ni siquiera en parecidas circunstancias. Ahora está claro quién no vela por su patria, por España, ni la quiere, y los bien nacidos deberían tener claro en que bando pueden y deben estar, si nos dan la opción acudiendo a las urnas, o defendiéndola los que puedan con los medios de que dispongan.

    Sería triste esa segunda posibilidad, pero también tenemos claro quienes nos han llevado a enfrentar de nuevo a parte de España contra la otra, después de una reconciliación que supongo que a muchos debió costarles también, pero que supuso años de paz y bienestar para todos, y que debería haber enterrado los rencores de antaño por el bien de toda la Nación.

    El rencor nunca ha sido buen compañero de vida, y nunca trae consigo nada positivo, en ningún terreno. Si muchos fuimos capaces de perdonar y olvidar, creo que ese era el camino, y ningún otro nos llevará hacía la prosperidad y la ilusión de hacer de España, de nuevo, un país con fe en el futuro, fuerte y sin complejos.

    Siempre gracias por sus palabras, mi Coronel, ésta vez son una lección de historia, de la verdadera, que a todos nos viene bien conocer o recordar.

    Un afectuoso saludo

    Margarita Alvarez-Ossorio

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