
Evento» PRE (Pura Raza Español), despidiendo a la Regata Colón´92 en el puerto de Cádiz. (Cabriola: Movimiento resultante de la combinación de la corveta y la grupada).
Cuenta Camilo José Cela en su novela «Judíos, Moros y Cristianos» que caminando por Castilla la Vieja hace años, le preguntó un guardia civil si era vegetariano o masón.
—No, señor, yo no soy más que coruñés ¿Por qué lo dice?
―Nada, ¡como llevaba una pluma en el sombrero!
Después de las trampas referentes a rebajar las penas a los delitos de malversación y derogando la sedición, tras las mentiras que prepara este Gobierno día tras día para hacerse con el control de la Justicia, el Constitucional, y el derrocamiento de la Corona; con los desplantes de «Pedro I El Mentiroso» al saltarse el protocolo ante nuestro Rey en la estación de Murcia, con los errores de la ley del «solo sí es sí», sin darse cuenta que a la calle se tiene que ir la ministra y no los violadores ..¡Ya no puedo más!.
No soporto el espectáculo tan vergonzoso como lamentable al que estamos asistiendo, que de seguir así, vamos a dos repúblicas bolivarianas y a tres golpes de Estado por día.
Por eso, para olvidar todo lo recientemente pasado, y sobre todo para refrescar sangre y reforzar mi pobre anatomía, hoy desde Israel, y como el Nobel Cela en su novela, entre «judíos, moros y cristianos», concretamente en la Casa Nova de Belén, con la cúpula dorada de la mezquita de Omar al fondo, donde la tradición islámica sitúa en ella la ascensión de Mahoma, en su viaje ultraterreno, con su caballo Al-Buraq, (el rayo), (según el Corán de alzada mayor que un burro y menor que una mula).
Con el permiso de nuestro General, empiezo una nueva etapa en el blog, con el único objetivo de escribir, de vez en cuando, sobre jinetes, caballos, y herradores, como homenaje a quienes me han proporcionado tantas horas de dicha. Antes de empezar, ahora que no me oyen, tengo que confesaros que casi todo lo importante que he aprendido en esta vida, a ellos se lo debo.
Con todos ellos ¡Cuánto aprendí!, ¡Cuánto viví!, ¡Cuánto bebí!.
Así eran esos hombres, y yo no sé si puede haber profesiones tan hermosas, y llevar tanta retranca dentro. No creo que las haya.
En la leyenda y en la historia, en la fama y en el deshonor, la verdad es que los hombres siempre hemos dependido de la montura, la fusta y el estribo, siendo una realidad eso de que:
―«El camino que han seguido los hombres hacia la gloria, está empedrado con huesos de caballos».
De siempre los caballos nos supieron inspirar sueños y leyendas en la imaginación de todas nuestras culturas como: «Pegaso» el caballo alado de Zeus, o los «Centauros» aquellos seres mitológicos originarios de Tesalia, los primeros que se sirvieron del caballo como montura, y que causaron entre los pueblos helénicos gran admiración creyendo que constituían un solo ser, mitad hombres y mitad caballos. Fidias nos los dejó grabados en las metopas de los frisos del Partenón, en la Acrópolis de Atenas.
También fueron fieles compañeros de algunos de nuestros héroes: Empiezo en el mundo literario, y no podía ser de otra forma, con Cervantes que al caballo de «Don Quijote» le vino a llamar «Rocinante», nombre a su parecer alto, sereno y que delata lo que había sido cuando fue rocín, que significa caballo de mala traza, basto y de poca alzada, y al asno de Sancho Panza, aún sin darle nombre y debido su capa de color pardo le hizo atender al de «rucio». A los dos los describió con mucho «ingenio».
Aquí no funcionó bien el refrán italiano:
―«L´occhio del padrone ingrassa il cavallo» que es exactamente igual a nuestro: «El ojo del amo engorda al caballo».
D. Quijote debía tener mal ojo pues su caballo Rocinante estaba tan delgado como su dueño; por el contrario Sancho Panza era gordo como su burro Rucio.
Y qué decir de «Platero» el protagonista de «Platero y yo», de Juan Ramón Jiménez, que aunque burro andaluz, muy bien pudo ser «catalán», o un bonito y peludo «zamorano-leones». También una de las dos razas de asnos famosos que tienen en Italia: el «asino sardo» y el «asino bianco» de L´Asinara en la pequeña isla al SO de Cerdeña; o tal vez el francés de gran alzada llamado «Baudet du Poitou», vulgarmente conocido como el asno aristocrático, muy parecido al garañón catalán de La Plana de Vic.
Fieles también a sus jinetes fueron: la yegua «Babieca» de el Cid Campeador, «Bucéfalo» la grandeza equina de Alejandro Magno, «Incitatus» el caballo cónsul de Calígula con su alto nivel de vida, «Strategos» de Anibal, «Genitor» con Julio César, el «Caballo de Troya» de Homero en su Odisea, «Palomo» el de Simón Bolivar, «Marsala» la cavalla bianca de Garibaldi, el ya citado «Al-Burak» de Mahoma, o simplemente el caballo blanco de Santiago o el negro de San Fernando de los que desconocemos sus nombres.
Tampoco conocemos el del caballo de San Pablo que aparece en los «Hechos» de Lucas, o el del imaginario que montaba el General Pavía cuando en 1870 dio el Golpe de Estado ocupando el edificio del Congreso de los Diputado; y mucho menos del nombre del caballo que no tuvo Ricardo III al final de la obra de Shakespeare, que inmortalizó la escena haciendo gritar al Rey pie a tierra:
─« ¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!»
O el que supuestamente hacía las oscuras delicias sexuales a Catalina la Grande.
El caballo de Santiago aunque no tenga nombre, sabemos que no era de madera como el de Troya que nos describe Homero en su Ilíada, sino de carne y hueso. Tampoco era de salón como el de Calígula sino de batalla y netamente castrense. El tordo del Patrón al clavar los cascos en la hierba no era como el de Atila, más bien era símbolo de redención y vida. Si la yegua «Babieca» al compás de su trote fue ensanchando Castilla, el caballo del Alférez Mayor del Reino dilataba Castilla y el reino de Dios, y si la carroza y los caballos del profeta Elías eran de fuego; nuestro caballo también, porque sobre él cabalgaba un rayo: «El Señor Sant Yago el hijo del Trueno».
Santiago y su tordo siguen galopando y volando sobre los caminos del «Camino», y es Patrón de la Caballería Española por los grandes méritos logrados por él para el Arma y para España, aunque si solo se hubiera atendido a la etimología, nadie podría haberle quitado ese honor al Apóstol San Felipe, nombre que en griego «filo hippus» (philo=amor) e (hippos=caballo), lo que significaba ser amante de los caballos.
Como dijo el historiador romano Cayo Crispo Salustio
― «Estas cosas no sucedieron nunca, pero existen siempre».
En el «Apocalipsis» de San Juan hay otro famoso pasaje en el que aparece otro caballo, diferente a los cuatro símbolos más terribles de la mitología humana:
―»Y vi el cielo abierto, y de aquí un caballo blanco, y el que lo montaba es el que se llama Fiel y Veraz, que juzga y pelea con justicia»
Lo que demuestra que también en la mente de San Juan convivían los tres protagonistas de la vida y de la Historia: Dios, el hombre y el caballo.
Para mí que por encima de todos, hay uno blanco que como decía Adolfo Botín Polanco, el «profesor de los profesores de equitación» en su libro «El Noble Bruto y sus amigos», publicado en 1925 después de su muerte siendo capitán, en la segunda guerra de Marruecos:
― «En el cielo vive y en el cual está montado reglamentariamente el Apóstol Santiago». Nacido y criado en España, en las proximidades de Clavijo, y estoy convencido que fue el adelantado de los PRE (Pura Raza Español) de la estirpe cartujana, los «caballos para semilla», que años más tarde criaran los padres cartujos en el monasterio de la Cartuja de Santa María de la Defensión de Jerez de la Frontera.
Platón decía que en el caso de los dioses, los dos caballos de su «biga» eran tordos, bellos, ágiles, llenos de bondad, y representan la nobleza del alma; en nuestro caso, el de los mortales, uno de los dos caballos también es así pero el otro es lo contrario: un penco desorejado negro hito y poco agraciado en su belleza que nos recuerda las pasiones.
Gracias a sus alas, los dioses se mueven por la bóveda celeste. Por la dificultad de conducir el coche debido al caballo resabiado, a los hombres les es imposible seguir al de los dioses, pierden las alas y caen a la tierra entre nubarrones a la oscuridad. Aquí en la tierra como en el carro celeste, el alma es el conjunto formado por una collera de caballos alados y su auriga. Así ha transcurrido hasta nuestros días el mito del carro alado, la figura alegórica que Platón eligió para hablar a sus discípulos sobre el alma humana.
También Napoleón quiso pasar a la historia al pedir que le retrataran sereno sobre su caballo «Marengo» semental Prá (Pura Raza Árabe) importado de Egipto y que junto a «Visir» eran la pareja de caballos favoritos del emperador. Pero la realidad fue que cruzó los Alpes por el Paso de San Bernardo encaramado a una mula, animal híbrido y poco agraciado en su belleza, pero que en su defensa os digo que difícilmente desatiende la voz familiar y raramente, por el contrario, se somete ante personal extraño, y por si fuera poco, junto a un buey dio calor a la cuna de Cristo.
En este viaje a Israel, al pasar por las regiones de Judea e Idumea, me acordé de la leyenda de un herrador de Tierra Santa, en pleno desierto de Négueb.
Cuando «Herodes el Grande», Gobernador de Judea, intentó asesinar a Jesús ordenando la matanza de todos los niños varones menores de dos años de Belén, la Sagrada Familia huye a lomos de una burra, y al atravesar la antigua tierra de Caná, se encuentran con la fragua del buen herrador que coloco a la acémila las herraduras al revés, los «callos» hacia delante y las «lumbres» hacia atrás, con lo que dejaban una huella contraria a la dirección que en realidad llevaban, logrando así despistar a los que les perseguían. Es la huida a Egipto de la Biblia.
No lo puedo evitar, a los burros o asnos, también llamados borricos, pollinos o jumentos, los tengo gran aprecio, por eso no hago caso al refrán italiano que dice:
―El lavar la cabeza a un burro es desperdiciar tiempo y jabón.
Siempre sirvieron al hombre con laboriosidad, paciencia y humildad, y para colmo, nunca tuvieron maldad. ¿Por qué fueron entonces, desde siempre y de forma inmerecida, el blanco de sus burlas? Se explica con dificultad, ya que por lo menos son tan inteligentes como el caballo, si no más.
―«Cuando tropiezan y caen – ¡Mira que es idea cochina! – Si es un burro, nos da pena; si es un hombre, nos da risa».
Desde siempre las sangres más egregias en la cría caballar son todas sangres imperiales de pueblos que galoparon sobre el planeta: ingleses, árabes y españoles, donde Inglaterra con su caballo PSI (Pura Sangre Inglés) puso la velocidad; Arabia con el PRá, la belleza; y España con el PRE, la armonía, solidez y por si fuera poco, los repartió por el mundo.
Y al Nuevo Mundo llegaron con Colón los primeros caballos españoles, y se hicieron con América caracoleando al son entre otros de Francisco Pizarro y Hernán Cortés.
Para celebrar el V Centenario del descubrimiento, se celebró la irrepetible «Gran Regata Colón 92», que partiendo del puerto de Cádiz y después de 57 singladuras les llevaría hasta el de Puerto Rico, tras haber recorrido las 9.500 millas náuticas que los separan durante cuatro meses de navegación.
En la salida de la regata, y a modo de despedida, el caballo PRE «Evento» con el hierro de la Yeguada Militar de Jerez, los despidió con esta «Cabriola» de Alta Escuela. El despunte de este caballo tuvo lugar con su participación en los Juegos Olímpicos de Atlanta en la disciplina de doma. Por primera vez en la historia un caballo PRE dejaba impresionado tanto a jueces como a jinetes del mundo entero.
Como nos dejó escrito José M.ª Pemán las «domas» son como una intervención de la inteligencia y voluntad humana, que desde la montura, acaban influyendo sobre la anatomía animal de diferentes formas: en Viena es casi ballet lo que en un cortijo andaluz es faena; en Lisboa, frente al toro, es casi juego circense lo que en Madrid es pelea y duelo.
Por medio de estos relatos, hoy recuerdo a los mejores amigos del hombre. Ninguno de ellos es «perro», aunque suelen repetirlo los malos jinetes cuando no les hacen caso, pero como decía nuestro amigo Botín:
―«Nosotros rebuznamos, desde luego, con más frecuencia que ellos ladran».
Desde Israel.-Febrero 2023.
P. D. Perdonar si algo de lo narrado no es del todo exacto, pero es que por estas Tierras estuve solo una vez o ninguna.
Ángel Cerdido Peñalver Coronel de Caballería ®
Blog: generaldavila.com
Mi respetado y muy querido CORONEL CERDIDO,
DESDE EL ENTUSIASMO : ¡FELICITATEM PLURIMAM!
«QUAE CANDORE NIVEM, CANDORE ANTEIRET OLORES» (Superaba a la nieve en cuanto a su blancura y superaba a los cisnes en cuanto a su candor / Silio Itálico, Púnicas 3,116).
En definitiva ¡GENIAL!. JINETES, CABALLOS, HERRADORES. .Cuantas veces de peque, iba a por agua con «EL PICHI», a la huerta con «EL PARDO» etc. Competía en salto y carrera cuando no nos veían con Ambrosio, Miguel etc. Nos daba igual Macho, Yegua o mula. Tenia familia ligada a competiciones Internacionales y grandes amigos que en la DEHESA DEL PRINCIPE montaban con S.A.R DOÑA HELENA etc.Cantando «LOS ARQUEROS» allí estaba ROCINANTE. Frases inolvidables «POTENSUM CUM UNGULA FACIET etc…tanto latino o griego…
AL APOSTOL SANTIAGO EN CLAVIJO
Blanco o alazán no importa nada,
de todos los pecados es el perdón,
el peregrino camino hecho cordón,
renace Ramiro en noche estrellada.
Por San Desiderio vibraba tendón,
decisiva ayuda con Cruz y Espada,
la de Abderramán II es derrotada,
siendo mi Apóstol fiel galardón.
Jinete de luna, siempre tan buscada,
lanzas, corazas, dragones, escuadrón,
táurica victoriosa fuerza enamorada.
Un romance de sangre en el pendón,
entre clarines rota, a galope soñada:
¡la dureza de Santiago!, cual corindón.
AL TTE LAUREADO DE CABALLERÍA DE LA SECCIÖN DE ASALTO D. JAIME GALIANA GARMILLA
Angelopolitano de heroico horizonte todavía,
del Calatrava y valiente en “Arrebatacapas”,
Borgoña de FET y JONS ardorosas etapas,
despacho en Toledo como Tte de Caballería.
Del Granaderos 269 en Asalto sin bravatas,
con cabo Diez arriesgada misión que lograría,
vuelan refugio, granada a Diez pie cortaría,
le lleva a hombros y con la sección por patas.
El 22.X.41 ocupar Russa y Sitno nueva misión:
“destruir nidos de ametralladoras enterradas”
solicita asaltarlas, vence y muere en la acción.
“A todas partes con soldados así”, brindadas,
hasta von Roques ensalza el valar y profesión;
¡Tan heroico lucero de hazañas admiradas!.
Ahora como SILVINA OCAMPO en «LOS CABALLOS INFINITOS»: …..Recordaré en un cielo anaranjado / caballos en la sombra iluminados, uniendo ansiosamente a los amantes / en grutas apacibles de distancia.»
GRACIAS MI CORONEL CERDIDO nos ha hecho olvidar AL MENTIROSO PEDRO y recordar EL SUBLIME HURACAN DE LA CABALLERÍA QUE TANTO QUEREMOS LOS ESPAÑOLES.
Reitero FELICITACIÓN.
Abrazos a todos y a la orden de V:I
VIVA EL REY
VIVA EL RELÁMPAGO DE LA CABALLERÍA
VIVA Y ARRIBA ESPAÑA
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Atentamente y con el debido respeto
Pedro y sus intrigantes ofenden a los animales
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Perro el intrigante
es tan sólo un embaucador
de las masas ignorantes,
este perjuro y farsante
que presume de traidor.
Aplaudido por la morralla
que conforma la amalgama
del desenfreno que explayan
los indignos que se vallan
dentro de su mala fama.
Al mezclar a esta gentuza
con los nobles animales,
los buitres y las lechuzas
seguirán con esa musa
que ensalzan los criminales.
Ofendiendo la inteligencia
de los nobles pensamientos
entrañados en la conciencia
habida en las excelencias
que rechaza el esperpento.
Del desgobierno maldito
que maltrata esta Nación
presumiendo de eruditos
y amañando los plebiscitos
bendecidos por la maldición.
España día 5 de febrero de 2023
Ramón lencero Nieto
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Magníficas reflexiones alrededor de las caballerías, mi Coronel, buenos días a todos, y disfrute mucho de su estancia en Israel; muy poco sé yo de caballos, sólo que en casa me abuchean cada vez que llamo Yegua Marina a la Caballa. ¿Por qué será?.
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Buenas tardes a todos
Magnífico artículo el de hoy, Coronel Cerdido Peñalver, ya lo he leído tres veces y no me canso, es casi como una poesía en honor de ese noble animal que tanto quiere y con razón, porque no sólo debe ser inolvidable el hecho de haberlos montado y domado durante toda su vida, es que tiene en su memoria grabado ese mundo de la hípica como algo muy especial que le trae los recuerdos de una época que debió ser maravillosa, incluso con retranca añadida. Es una palabra que no se usa sino referido a ese mundo. También a mi me advertían cuando quería montar sobre la retranca de uno u otro caballo y no he sabido nunca exactamente lo que quería decir, pero lo entendía, vaya si lo entendía, y evitaba a aquellos que según los hombres que los cuidaban y montaban habitualmente para labores del campo o cuidado de las dehesas de los toros bravos me advertían de esa peculiaridad en alguno de ellos.
Retranca es una palabra que no he oído ni leído en muchos años y aunque tiene un regusto a retroceso con cierta mala intención, a mi me trae recuerdos que me son muy queridos, de la infancia y juventud ya perdidas. Es curioso como una sola palabra nos puede hacer hilar toda una época de nuestra vida.
Hace ya años que murió el padre de un amigo de mi infancia, oriundo del pueblo de Juan Ramón Jiménez de quién nos decía que era pariente por parte de madre, y que aquella le contaba que todos en el pueblo conocían a «Platero» y que era un pobre burro despeluchado y famélico, que Juan Ramón idealizó en su famoso libro. Debió sentir cierta ternura por el animal para escribir lo que escribió sobre él. Quizá identificaba un poco su propia situación, que no era muy boyante, dependiendo como todos sabemos de la fortuna de su mujer para sobrevivir, y que gracias a ella logró editar sus primeras obras. Puede que se cumpliera en su caso el dicho «detrás de todo gran hombre siempre está una gran mujer». Quizá no sea cierto siempre, pero en muchos casos si, y yo me siento orgullosa de que alguien lo haya creído alguna vez. En éste mundo que nos ha tocado vivir no me parece que ninguna mujer se resigne a ser «alguien detrás de» pero es una pena, porque era un papel que me gustaba y siempre interpreté como doblemente meritorio.
Es increíble que recuerde tantos nombres de caballos famosos. Todos nos suenan cuando los nombra, pero creo que muchos seríamos incapaces de recordarlos espontáneamente como usted lo hace, pero está claro, ese es su mundo, y se ha embebido de él durante toda su vida incluso en sus lecturas lo que demuestra que no sólo ha sido afición, sino pasión y muy justificada por cierto.
No se si realmente está en tierras de Israel, pero lo parece, como aquel recorrido imaginario por las calles de Roma que una vez nos relató, con tanto realismo que a todos nos parecía estar recorriendo con usted el itinerario que seguía. Ojalá ésta vez sea cierto y esté disfrutando de ese viaje con buen ánimo y salud, y también con cuidado, porque las cosas no están fáciles en éste momento, como no lo están casi nunca por esas latitudes.
Muchas gracias una vez más D. Ángel, a usted y al General Dávila que nos permite leer en éste blog sus artículos, siempre extraordinarios y especialmente interesantes.
Un cariñoso saludo
Margarita Álvarez-Ossorio
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A las órdenes de V.I., mi Coronel.
Para un servidor, que modestamente creció desde antes de cumplir dos años, siempre entre las patas de caballos, yeguas, potros y potras, mulas y mulos, y cómo no, encantadores y tiernos burros, todos ellos dedicados principalmente a la labranza de la tierra, ha sido una delicia leerle este artículo tan entrañable.
Mi mayor diversión y placer, hasta los diez años, era en verano, comducir yo solo una collera de hasta tres animales sabiamente mexclados, de pie sobre una tabla de trillar, mientras el mulero conducía otra sobre la misma parva en una era de grandes dimensiones, en la que poníamos a los equinos al galope y nos cruzábamos con gran habilidad y pericia uno por detrás del otro sin tocarnos ni colisionar nunca. Por cierto, que el mulero prefería ir sentado en una máquina de trillar con las ruedas dentadas, y yo prefería la tabla con cuchillas, también llamada trillo, porque me parecía ir en un carro de guerra, o haciendo lo que hoy llaman «surfing» sobre las olas, o patinando o esquiando sobre la nieve. Con mi poco peso, la collera iba encantada y jugando sobre la mies que se estaba trillando.
Hoy han desaparecido todos esos entrañables animales, ni se siembran mieses ni se trilla, sin lo cual y sin esos animales, la humanidad habría muerto de hambre hace siglos. Quería tando a todos los animales, que no me importa confesar que hasta los besaba y ellos me devolvían un gesto de agradecimiento. Y ni que decir tiene que jamás maltraté a ninguno pormuy tozudos que se comportaran alguna vez.
Y ya lo dejo, porque hblando de animales, pierdo la cuenta. En el fondo, todos llevamos alma de campesinos, y no lo podemos remediar.
¡¡¡Viva España!!!
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Mi General: La lección sobre caballos, que hoy nos relata Ángel Cerdido, es magnífica. Puedo afirmar, que es uno de los mejores “ catedráticos “ de España y un apasionado del tema.
ANGEL: Si esto lo lees en Tierra Santa, reza una oración por el Blog, sus blogueros, y por nuestro Director.
El sábado te daré un fuerte abrazo.🇪🇸🇪🇸🇪🇸
¡¡¡ TODO POR LA PATRIA!!!
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Certera pluma de un magnifico jinete.
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