Ser general no es lo que parece. Puede que sea muy importante en ciertos lugares, no en el Ejército. Aquí, donde la más principal hazaña sigue siendo obedecer, sin límites, surge la ironía en eso de que sea la principal hazaña obedecer. No faltan razones. Cuando Calderón escribía esos versos bien sabe la historia que las cosas eran muy distintas. Hoy es mucho más difícil sobre todo cuando se ordena lo que no se cumple y así se desordena lo mandado.
El mérito de obedecer es el resultado de una eficiente y dura formación. Nada peor que ese mérito se haya transformado en sumisión que conlleve el incumplimiento de las razones del espíritu militar, una religión de hombres honrados. Y pobres en su mayoría.
En su libro Arte del buen mandar español el general Bermúdez de Castro cuenta la anécdota del General Castaños que fue a cumplir al rey Fernando VII vestido con pantalón de dril, chupa blanca y sin abrigo en un día muy frío del mes de marzo. El rey le preguntó cómo iba vestido de verano con aquel tiempo tan infernal y el Duque de Bailén le contestó: «Señor, la última paga que cobré es la de junio; así es que yo estoy viviendo en verano».
¿Cobra mucho un general? Pues como todo y todo, depende. ¿De qué depende? Del ministro, del presidente, del general, de la OTAN… yo que sé. Puede que sea cosa de Trump o del 2% o de la guerra o de la paz.
Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?».
«Contentaos con vuestra paga», dice San Lucas que así respondió San Juan Bautista. (Lucas 6,10). Pues a callar. Pobres y silenciosos.
Me pregunto si alguno de los versos de Calderón deberían de ser cambiados.
…honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido
Éramos pobres, pero con dignidad. Se nos pedía y dábamos lo que no teníamos. Nada tuvimos, más que España, muchos hijos, cambios constantes de colegios, inadaptación y rechazos en ciertos lugares (de España, ¡Ay si yo les contase!), de un lado para otro; abre casa, cierra casa, curso de esto, curso de lo otro. Para vivir lo justo, a veces ni eso.
Claro que cuando se dan cuenta del cuento los que de él viven, se echan cuentas y estas no salen. A ellos, a los que fijan la norma, les sale barato. No se libra ninguno del constante mal hacer y deshacer las cosas de la milicia. Desde el del piano hasta nuestros días, unos con más notoriedad que otros, pero iguales al fin y al cabo.
Leo en un periódico de ámbito nacional el titular que encabeza un artículo: «El Gobierno permite las puertas giratorias a decenas de jefes militares«. No sigo leyendo.
Como nos ilustra el general Bermúdez de Castro en su obra Arte del buen mandar español la palabra general aparece en el siglo XVI, pero su significado, sus atribuciones y deberes, son tan antiguos como la guerra. <<Lo mismo que se llama estratego entre los griegos, cónsul con los romanos, duque en los godos, cabdiello en el primer periodo de la Edad Media, condestable en el resto de la Edad Media y capitán al finalizar esta>>.
El capitán y el cabo eran los mandos principales que agrupaban desde las mesnadas a las compañías y posteriormente a las colunelas transformadas en coronelía de donde surgió el coronel.
La coronelía en Italia se dividía en compañías mandadas por capitanes. Fue Gonzalo Fernández de Córdoba el capitán de estos capitanes por lo que para distinguirlo de ellos le llamaron general porque los abarcaba a todos.
Puertas giratorias fue un invento de un ministro de Defensa que quiso que todo girase a su alrededor y se rodeó para tal hazaña de fieles generales que alcanzaron la gloria. En las empresas o instituciones cercanas. Inteligencia le llaman. Todos sabemos de quienes hablamos. Lo institucionalizó el pesoe que agradece los clamorosos silencios y es muy de la energía eléctrica que fluye por los enchufes.
Claro; así se entiende que el significado de «general» en el Diccionario de la Real Academia Española en su primera acepción sea tan claro: «Común a todos los individuos que constituyen un todo, o a muchos objetos, aunque sean de naturaleza diferente». «Común, frecuente, usual». En definitiva lo que nos viene a decir es que «General» es lo más común. Por tanto no está de más girar en torno a ese torno que una vez fuera te introduce en un mundo nuevo con una pasta gansa donde el correaje se cambia por chaqueta hortera y corbata llamativa, más hortera si cabe.
Siempre me sorprendió una encuesta que nos hicieron siendo alumnos en la Escuela de Estado Mayor. El grueso de la encuesta era que explicásemos las razones de haber elegido la carrera de las armas como forma de vida. Éramos oficiales de todos los países, incluso no pertenecientes a la OTAN, como Corea del Sur o Venezuela. Los españoles, todos, unían sus respuestas, por encima de cualquier otra, a la vocación de servicio a la Patria. Los oficiales del resto de naciones también, pero no como primera razón, sino detrás de un puesto de trabajo, de un sueldo o de labrarse el futuro. Nos estamos europeizando. Por eso Calderón no estuvo en la OTAN y le sobra algún que otro verso.
En el Ejército español la vocación ha impulsado el oficio de las armas, pero las armas no siempre han sabido corresponder al sacrificio de sus soldados. Se ha manipulado la información con una vida regalada de prebendas, de economatos y del casi todo gratis, cuando ha sido una profesión mal tratada siempre; repito: siempre.
Este periódico nacional que publica eso de los militares y las puertas giratorias, cita a algunos, pero se olvida de otro(s) ya que no es cosa nueva, de ahora. Es antiguo como el paso dado por aquel que dijo lo de «morir antes que matar» con tal perversidad que hundió el oficio.
Llevamos tiempo oyendo hablar de equiparación salarial entre las Fuerzas de Seguridad del Estado, de las Policías Autonómicas, pero nadie habla de la equiparación salarial de las Fuerzas Armadas.
Nadie habla de los sueldos militares fuera del ámbito castrense, no interesa, no hay sindicatos, pero la ministra conoce de primera mano el problema. Eso es seguro. Que le importe es otra cosa. No hacen ruido.
¿Equiparar?, ¡claro!, todos somos iguales, desde la ministra al cabo de guardia, aunque no son equivalentes sus trabajos.
En el tema de los soldados la equiparación empieza porque al cumplir los 45 años ya no me sirves. Te quedará el paro y, si acaso, tendrás una medalla (no pensionada).
Resulta, siguiendo el escalafón, que el Sargento de la Guardia Civil Jefe del puesto de Torrejón cobrará más que el Capitán del Ejército del Aire que está de Alerta en la pista de la Base Aérea, a escasa distancia del anterior, pero con una responsabilidad ¿equiparable?
Resulta, que hay suboficiales que se apuntan a las pruebas de acceso a la Guardia Civil por una entendible y sencilla razón: 700 euros (más) mensuales.
Resulta, que hay capitanes, jefes de compañías, con experiencia de combate, idiomas, vocacionales, curtidos en unidades especiales, valor reconocido, que han sido captados por grandes empresas, esas que todos ustedes pueden imaginarse, las mejores, con carácter internacional, y a las que no accede cualquiera. Les contratan como directivos y les pagan lo que valen, que es mucho. No son las empresas de las puertas giratorias de nuestros políticos sin mérito.
Todo esto va a suponer la pérdida de un activo de profesionales, los mejores, que buscarán alivio a su situación hartos de agradecidos masajes y penurias en casa.
La Ministra actual y la anterior conocen el problema, al detalle, con datos, explicado hasta la saciedad.
Está entendido. ¿Olvidado? Soldados, suboficiales, oficiales, hartos de palabrería, y aburridos de ver como la política se mete en sus entrañas buscan su porvenir justo y equitativo; no equiparable. La ministra de Defensa, mientras, pasea sus elogios a los soldados, hace demostraciones de su moderación y equilibrio; mientras traga con los insultos de su presidente y hace como que no oye. A los soldados menos. No son industria rentable. La realidad es dura e incuestionable.
San Juan Bautista, cuya festividad celebramos pronto, hoy cambiaría su discurso: Dad a cada uno lo que se merece.
Nadie habla de los sueldos militares fuera del ámbito castrense, no interesa, no hay sindicatos, pero la ministra conoce de primera mano el problema. Eso es seguro. Que le importe es otra cosa. No hacen ruido.
Desde general hacia arriba todos lo hemos hecho unas veces bien otras mal. Resultado: regular.
Esperemos que la llamada cúpula militar, JEMAD y JEME,s. sigan en la exposición e insistencia de este grave problema ya que, -utilizando ese idioma tan ajeno al nuestro-, son los únicos <<representantes sindicales>> que tenemos.
Pues eso dice el periódico de ámbito nacional: «El Gobierno permite las puertas giratorias a decenas de jefes militares».
¡Es que somos tan pobres! que comparamos entre ser general o Director General. Lo segundo.
Rafael Dávila Álvarez General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
19 mayo 2025
Absolutamente buenos días, mi General, y todos. No estamos para chistes fáciles como sería darles los buenos días, generalmente, a todos; la cosa no está para bromas, ante esta y otras evidentes injusticias.
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Mi respetado y muy querido GENERAL,
Los veinte hitos que V.E muestra para cumplimentar la noticia que la prensa española ayer publicó están perfectamente claros.
Quién subscribe podía añadir algún detalle más. ¿Cómo se llega a GENERAL?. Recuerdo que un amigo me comentó : El número de asientos de la ESCUELA SUPERIOR DEL EJÉRCITO EN «CASTELLANA» determina EL NÚMERO de ASISTENTES AL CURSO DE GENERAL. Me dio por reír , lo pensé y me di cuenta que diferencia podía existir entre EL ALTO ESTADO MAYOR ALEMÁN con el nuestro.
«¿GENERALES?, MEJOR DIRECTORES GENERALES .»
Ya se hablaba de PUERTAS GIRATORIAS Y DE QUE FORMA MANIFIESTA SE PASABA A MANEJAR ELECTRONES ESPIATICOS MEJOR QUE INFORMACIONES DERIVATORIAS PROPIAS DE MUJERES EN NUEVOS ENTORNOS DE PLAUSIBIDAD DE GENERO.
En la actualidad, un MOSSAD ejemplariza ALTERNATIVAS DOBLES E INCLUSO CUADRUPLES Y NO PERMITIRIA SICAT DIVERGENTES Y MALEABLES . ES OTRO CANTAR.
MEJOR ES CEÑIRNOS AL VIEJO Y SIEMPRE NUEVO ARTICULO 12 del OFICIAL.
EL CASO ES QUE LA PUBLICACION DE AYER VA DIRIGIDA A UN MANDO POCO ADENTRADO EN EMPRESAS ARMAMENTISTICAS MAS BIEN EN EL ARTE DE MANDAR SIN EXPERIENCIA EN LA FABRICAION DE LAS ARMAS.
CUALIDAD POR CALIDAD , en definitiva CALIGAXIA GRIEGA (BUENO Y HERMOSO).
Como muy bien señala MI GENERAL, A los 45 AÑOS A CASA SOLDADITO ESPAÑOL.
CORONEL viene de COLUMNA etc. ya lo dejó escrito UN GRAN SACERDOTE también amigo casi hermano, adelantándose, y fiel AMIGO del gran D.AMBROSIO.
ENHORABUENA Y GRACIAS MI GENERAL.
A la orden de V.E
VIVA EL REY
VIVAN LOS GENERALES DE ESPAÑA
VIVA Y ARRIBA ESPAÑA
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Mi respetado y querido General.
Magnífico artículo, al que me uno en la preocupación por la situación política e institucional que vive nuestra querida España.
Sólo quisiera añadir tres breves reflexiones:
No debemos perder la esencia de las virtudes militares recogidas en las Reales Ordenanzas, fruto de nuestras tradiciones y enseñanzas aprendidas en muchos años de historia. Somos militares, no licenciados en «ciencias bélicas».
Invertimos millones de euros en sistemas de armas, pero olvidamos lo esencial: el soldado y el marinero, que son las que la van a utilizar.No es digno ni justo que quienes están dispuestos a dar su vida por España no puedan mantener con decoro a sus familias. La austera «soldada» para los servidores uniformados no se puede estirar más. Pero nadie, en la cúpula militar, solicita a la Ministra de Defensa la actualización y equiparación con otros colectivos, también uniformados. Es lo que tiene el mal de altura.
En cuanto a las «puertas giratorias» o más bien «ascensores con vistas», en muchos países son signo de la alta preparación y capacidades de sus militares. Otra cosa, muy distinta y éticamente cuestionable, es que altos mandos acaben en consejos de dirección de empresas con las que tuvieron relación durante su etapa en activo. De General a Director General debería de haber un tiempo de enfriamiento.
Un fuerte abrazo marcial y aviador, mi General.
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Muchas gracias Mi General. Todo muy bien explicado, pero se nota que estamos cada vez peor. Saludos para todos.
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A las órdenes de V. E., mi General.
Siempre, en todas las circunstancias, con cualquier sistema de régimen y cualquier gobierno, ha ocurrido igual. Los militares, los parientes pobres de la sociedad, que hasta en la categoría de Oficiales, lo han tenido muy crudo para llegar a fin de mes, tanto si tenían una mujer e hijos a su cargo, como los pocos que ante ese panorama, se acobardaban (en el buen sentido figurado de la expresión) y dando tiempo al tiempo y largas cambiadas, optaban por no tentar a la suerte tan obscura, y cumplían los cuarenta y hasta los cincuenta y sesenta, permaneciendo solteros, viviendo en el pabellón y en muchos casos, comiendo el rancho de la tropa.
Y qué decir de los Suboficiales. Aquí ya se pierde uno, y ese era un mundo a veces tenebroso que no podíamos comprender ni los propios interesados. Mejor pasar sobre esto como sobre ascuas, por las cosas tan tristes que hemos tenido que presenciar en ocasiones. Y por las que nos contaban los Brigadas y Subtenientes antiguos.
En cierta ocasión, teniendo un servidor a la sazón grandes responsabilidades en el manejo de dinero del Ejército y plena libertad de inversión, alguien quiso «explicarme» la forma en que debía proceder, y le tuve que recordar que si portaba un arma, no era un adorno ni por presunción, sino una herramienta para utilizarla llegado el caso.
Claro que se daba la circunstancia de desear conseguir un trabajo en la vida civil, porque cualquier profesional sin necesidad precisamente de una titulación académica importante, cobraba más y no tenía más obligación que la de cumplir con un horario laboral normal, en lugar de estar disponible las veinticuatro horas y no saber qué era eso de los días festivos o las vacaciones de verano, Navidad y Semana Santa, ni tener que atenerse a cuando podía ser y siempre con alguien por delante en preferencia por su empleo o antigüedad.
Pero fueron contados con los dedos de una sola mano quienes consiguieron mejorar por el camino de colgar el uniforme, pues fuera tampoco ataban a los perros con ristras de longaniza, y conseguir, mediante una oposición, por ejemplo, lo que se dice un trabajo bien remunerado y de prestigio, aunque fuese con la misma dedicación que la del Ejército, fue extremadamente difícil, y solamente diez o doce de mi entorno lo logramos. Eso sí, creo que nos sentimos más agradecidos y unidos al Ejército, que estando dentro de él. Entonces un servidor hacía sus servicios desde un cuartel de Artillería, y recuerdo mi despedida de un Capitán del arma, Jefe de una Batería, que tenía mi misma edad, que me dijo aquello de que el Ejército tenía algo difícil de entender para muchos, que hacía que se le recordara siempre, durante todo el resto de la vida de uno, con auténtica pasión.
Y sí, estaba en lo cierto. Lo entendí en toda su dimensión la primera vez que, cuando los sucesos del Sáhara, veía cómo comenzaban a matar y secuestrar a algunos Soldados españoles y todo comenzaba a presagiar guerra. Y aquella llamada «marcha verde»… Terrible.
Perdón por el abuso de espacio.
¡¡¡Viva España!!!
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¡Nunca la pluma embotó la lanza!
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Esto pasa hasta en el Ejército de EEUU o al menos pasaba. Contaba el general Schwartkopf en sus memorias que cuando salió de la Academia Militar de West Point pidió destino en la 101 Aerotransportada, una división de élite del Ejercito USA.
Y en dichas memorias hablaba de la escasez de oficiales de dicha división. Resulta que los egresados de West Point, además del empleo de segundos tenientes, reciben un Bachelor in Sciences, algo así como una licenciatura en Ciencias. Y al tener EEUU pleno empleo, muchos oficiales egresados de West Point se iban a la vida civil tras estar unos años en el Ejército. Esto hacía que los oficiales que se quedaban ascendieran con rapidez, lo que hacía que hubiera una gran cantidad de tenientes y capitanes talluditos que habían ascendido desde tropa.
Contaba Schwartkopf la siguiente anécdota. Durante un tiempo estuvo al mando de su compañía un teniente cuarentón y obeso que tenía miedo de lanzarse en paracaídas. Cuando había ejercicios de lanzamiento en paracaídas este teniente se desplazaba hasta el campo de maniobras en Jeep y nada más bajarse se manchaba el uniforme con tierra para que pareciera que se había lanzado en paracaídas.
También hablaba de situaciones similares y de que esta situación la pagaron pocos años después en Vietnam.
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