Es una palabra que surgió hace tiempo. En un mal momento. Se trata de asaltar la sede del contrario político, no como adversario entre partidos sino como enemigo. Tiene su variante en el escrache (de escrachar: Romper, destruir, aplastar) que ahora se emplea en términos políticos y cuando quieren se les escapa de las manos y se convierte en otra cosa. A gusto del juzgador.
La sede del Partido Popular en Cataluña acaba de ser asaltada y ocupada (con TV3 de testigo). Ya hemos avisado en numerosos artículos que la subversión independentista se va ejecutando siguiendo un plan perfectamente organizado y dirigido. Eso sí, entre la silenciosa repulsa o indiferencia de la mayoría de la población. Acabamos de asistir a un paso más del plan. Peligroso paso, pero previsto. Se repetirá.
La CUP lo asume y justifica. El conjunto decimos amén y nos lo tragamos. Hasta la próxima que ya habremos hecho la digestión. Dicen que es una clásica acción de calle. Eso sí, encabezada y dirigida por una diputada autonómica. A mí esto de las ‹‹acciones de calle›› me retrotrae a una época de tristes recuerdos.
El presidente en Cataluña del partido asaltado dice que esto demuestra que el Govern está en manos de estilofascistas. Si ahora se da cuenta mal vamos. Despertemos del sueño. Vamos a llegar a los amenes.
Nada es lo mismo, nada
permanece.
Menos
la historia y la morcilla de mi tierra;
se hacen las dos con sangre, se repite.
Habrán reconocido al gran poeta Ángel González, premio Príncipe de Asturias.
Es algo viejo y caduco, pero se repite. Clásicas ‹‹acciones de calle›› que nada bueno pueden traernos. Si nadie lo remedia a tiempo.
Todo ante la indiferencia de la mayoría de la población.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
29 marzo 2017