Un tema para la meditación. O para el enfrentamiento, porque uno ya no sabe quien le representa y a quienes representan los que uno creía que le representaban.
Resulta que en Canarias el cabo 1º Trujillo y el soldado Sánchez, ambos de la Brigada Canarias XVI han hecho que me sienta más reflejado en ellos que en todos esos que dicen que nos representan protegidos por dos grandes leones, los de los cañones de Tetuán, Malospelos y Benavides. También el soldado del Ejército del Aire, Gómez López, con destino en la Base Aérea de Getafe se suma a Trujillo y a Sánchez en la ejemplaridad y se convierten en representantes de lo que este pueblo, el español, ha sido siempre y nunca dejará de ser. Solidaridad, compañerismo, entrega y servicio sin pedir ni preguntar. Esa solidaridad que plantea sus dudas al ver lo que vemos y escuchar lo que escuchamos. Cada uno a lo suyo y con la defensa dispuesta.
El cabo 1º Trujillo salió sin vacilar en defensa de una señora a la que intentaban robar y retuvo al malhechor hasta la llegada de la policía.
El soldado Sánchez se lanzó al mar bravo de Roque Chico para salvar la vida a un hombre que se ahogaba.
El soldado Gómez López puso en marcha sus conocimientos de reanimación y salvó a una conductora que había sufrido un accidente de tráfico y peligraba su vida. Todo ha sucedido en unos días.
Acciones sencillas, normales, rutinarias, hechas desde el uniforme militar con el sentido de ese carácter que tiene un soldado: alegre, y decidido a servir sin preguntar, sin desear otra cosa que lo mejor para esos a los que sirve.
No hacen falta alharacas, oficialismo, barroquismo, coches con conductor o gruesas moquetas. Estos hombres en su sencillez nos representan a todos. No legislan, no juzgan, no pontifican ni lanzan programas y propuestas. Solo empeñan una vez, para siempre, su palabra y la cumplen: Servir a España hasta morir. Empeño que se llama servicio. A todos.
Son unos ciudadanos más, que hacen lo que la mayoría haría, de uniforme o no, como cada día comprobamos en la solidaridad de la calle. Lejos del mensaje populista y demagógico solo pretendo poner de relieve una gran realidad. La lejanía que hoy existe entre los representados y los que dicen ser nuestros representantes. A diario vemos en los medios caras viejas con un único discurso, siempre el mismo, hasta las más jóvenes se hacen tan conocidas por aburridas y antiguas.
Es la lejanía del poderoso, en poder de la verdad y la representación. Todos le dan la razón, pero no sabe que nadie le escucha.
Hoy me he sentido representado por estos soldados y me he llevado una gran alegría porque hace mucho tiempo que no me veo representado por quienes dicen que son mis representantes.
Es hora de que los representantes aprendan y practiquen la sencillez y el servicio. Para ello solo tienen que cambiar las formas, el fondo y la actitud. Con lo sencillo que es… ¡Servir!
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog generaldavila.com
3 marzo 2017