El recuerdo y el honor a nuestros muertos es una tradición militar tan arraigada que me atrevería a señalarla como la de más transcendencia. Une el deber de ayer con el de hoy y con ello el recuerdo de los compañeros los mantiene siempre vivos y en su puesto en formación. Es el homenaje a los héroes que forjaron la tradición, un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra.
Las tumbas de nuestros soldados son un lugar sagrado e inviolable por tradición y respeto.
Incrustada en nuestra cultura enterrar a los muertos es una obra de misericordia tan arraigada que nadie descansa del duelo de la muerte hasta que se produce el entierro. Es una ayuda a la despedida, el descanso eterno. Sabiendo donde están sus cuerpos parece que no los hemos perdido del todo. Todos deben ser enterrados y velados eternamente. Sea quien sea, nada importa su vida anterior. Es comprensible el tremendo sufrimiento de los que nada saben de los restos de sus antepasados muertos en la nada. Todo lo que se haga es poco para recuperar su historia y darle a su cuerpo el respeto y dignidad que merecen. Poco o nada se ha hecho en todos estos años. Conviene recordar que los que ahora más gritan desde las tapias de los cementerios han gobernado España, comunidades y ayuntamientos, y lo siguen haciendo, sin que nada hayan hecho sino enfrentar a unos y otros. Eran y son falsos sus sentimientos que solo buscan el ruido mediático del enfrentamiento. Nada hicieron cuando pudieron y debieron.
Enterrar a los muertos es una obra de misericordia, un irrenunciable rito al que nos debemos por amor y humanidad.
Remover a los muertos, profanar las tumbas, es lo más execrable y ruin que el ser humano puede cometer. Si además se hace desde la autoridad, el poder de la Administración, y la interpretación partidista, seguramente estaremos hablando de un insoportable abuso que una sociedad culta y madura debe castigar. Creo que se está cometiendo un grave y supuesto delito moral de esos que hoy llaman de odio. Desde luego sí que es un delito moral, de esos que no se juzgan con las leyes de este mundo en crisis.
Ahora el Ayuntamiento del Ferrol se suma al linchamiento de muertos y pretende exhumar a la hermana, a la tía y a los abuelos de Franco. Expropiar las tumbas. Echarlos del cementerio. Solo falta que los paseen por la ciudad.
¡Dios mío, cuanto odio encerrado en las entrañas!
Dejad a los muertos en paz, porque los muertos no responden.
Se empieza con los muertos y se termina con los vivos.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog generaldavila.com
26 julio 2018

