La información veraz que nos llega, la que está en peligro de desaparecer por ser libre, dice, que la esposa del presidente del Gobierno del Reino de España, Begoña de Sánchez, de soltera Begoña Gómez, está «investigada» por un juez acusada de la comisión de varios delitos: supuesta apropiación de un software, apropiación indebida e intrusismo profesional; que yo recuerde. El hermano del presidente del Gobierno del Reino de España también está por los juzgados entre acusaciones que van y vienen. Lo del Fiscal General del Estado nos hace temblar. Hasta mi ordenador se desordena cuando tecleo estas cosas. Nombrar al Fiscal y le entra un temor incontrolable. Que si se le borra la memoria, que si escribes una cosa y se teclea otra… Tiene miedo y casi prefiero que sea la Inteligencia Artificial o el ojo del gran hermano el que escriba por mi. Les aseguro que yo no soy, que estas cosas se escriben solas, que pasan cosas muy raras, pero en España, a pesar de todo, si de algo podemos presumir es de esa libertad camino del libertinaje. Pregúntenle al que fue ministro de transportes y a su ayudante. Por hoy es suficiente. Otro día hablaremos del Gobierno. Porque para hablar de libertad convendría que fuese de toda la libertad. La nuestra también.
En fin: todo en marcha para que madure (de Maduro) ya que la democracia en España es reversible y Franco está de moda como la niebla sobre Guadarrama.
Para esto de Franco, para avivar la memoria, no hay más que repetir libertad unas cuantas veces y ya está. Aparece el progresismo cabalgando con la guadaña. Gritan ¡Franco, Franco, Franco! desde un escenario al que han entrado por la puerta de atrás y escapan por la de más atrás porque unos energúmenos, a los que habrá que vigilar por golpistas, franquistas, gritan ¡Sánchez vete ya!
¡Fascistas! ¡La tercera fuerza política de Europa! «Iban oscuros por las sombras bajo la noche solitaria […] y a las cosas robó su color la negra noche».
Hay que hablar de Franco. Imposición del nuevo Régimen. Reconvertidos los funerales y las conmemoraciones en auténticos aquelarres dignos de la Cueva de Zugarramurdi atravesada por la Regata del Infierno. Serán cien: en el nombre de Franco. Les va a costar caro.
En el Museo Reina Sofía, elegido como símbolo entre ríos, se juntaba la flor y nata de la LIBERTAD. Bajaban al Hades conducidos por Caronte.
«Toda esta muchedumbre que ves, es una pobre gente sin sepultura; aquél, el barquero Caronte; estos , a los que lleva el agua, los sepultados. Que no se permite cruzar las orillas horrendas y las roncas corrientes sino a aquel cuyos huesos descansan debidamente».
Venía Franco de una cacería celebrada en alguna finca de Jaén cuando se realizó un alto técnico en conocida venta de Despeñaperros. El despliegue de curiosos y las medidas de seguridad no impidieron a un viejo legionario acercarse hasta el ayudante del Caudillo para expresarle sus deseos de saludar a su antiguo jefe de la Legión. El ayudante, antiguo legionario también, cuando ya Franco iba a meterse en el coche y emprender de nuevo el viaje se acercó a comentarle el hecho mientras señalaba al legionario que esperaba discretamente apartado. Franco lo reconoció de inmediato, incluso recordó su nombre, y con un gesto de la mano le invitó a acercarse.
-No podía creerme lo que veía: Franco indicaba al legionario que entrase en el vehículo y los dos sentados en la parte posterior charlaron durante unos minutos.
Algunos recuerdos de aquellos tiempos, miradas de entrañables aventuras y riesgos africanos, nombres y empleos casi olvidados, muy pocos minutos, pero contaba el ayudante que se veía a Franco feliz con aquel hombre que avivaba sus recuerdos legionarios. Terminaba la conversación, había que despedirse.
-¿Te va bien la vida, necesitas algo?
-Nada mi general. Se lo agradezco mucho. No se moleste por mí. Estoy bien, no me puedo quejar, pero ya que Vuecencia me lo ofrece me gustaría pedirle algo para un amigo. Si no fuese por la amistad…
-Dime, dime, no te cortes; ¿es un familiar…?
-No mi general. Se trata de un guardia civil aquí destinado y que es de Melilla donde tiene a toda su familia. Se encuentra muy solo tan lejos de ellos y ya sabe lo difícil que están las cosas para poder traérselos a vivir aquí, porque además sus padres son muy mayores.
Franco sin dudarlo llamó al ayudante y le hizo tomar nota del nombre del guardia civil. En menos de dos meses aquel número de la benemérita estaba presentándose al Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla.
-¿Pero tú quién eres que desde El Pardo han dado orden de tu destino a Melilla?
-No soy nadie mi teniente coronel, yo estaba feliz en mi destino en Santa Elena y de repente me he visto aquí destinado sin yo pedirlo.
-¿Pero qué me dices? ¿No tienes aquí a tu familia?
-Yo mi teniente coronel es la primera vez que piso Melilla, que no sabía ni donde estaba.
Al final la historia quedó descubierta. El legionario era un furtivo sin remedio al que aquel guardia civil llevaba persiguiendo noche y día sin dejarle en paz. La solución era mandarlo mientras más lejos mejor.
Y entre legionarios…
Les he contado esta historia varias veces, pero llegó la Transición y nos creíamos que todo iba a ser eso: Historia.
Cuando ha empezado otra cacería de libertades que no de perdices. Furtivos de la política que colocan y descolocan para sus particulares cacerías.
Ahora, aquí, él cree que también allí, «un horrendo barquero cuida de estas aguas y de los ríos, Caronte, de suciedad terrible, a quien una larga canicie descuidada cubre el mentón, fijas llamas son sus ojos, sucio cuelga anudado de sus hombros el manto». No hay disfraz que pueda engañarnos. Es él. No es la libertad sino la sombra del águila leonada que lleva entre sus garras una culebra herida.
¡Qué asco!
Implacable desdén por el que llena
de rotundas palabras, congeladas y grasas,
el embudo vacío.
(Ángel Valente)
Hacer participar al Rey en el aquelarre del Partido de Zapatero y Sánchez está fuera de toda legalidad y es de esperar que en la Casa del Rey e instituciones como las Fuerzas Armadas se sepa distinguir lo que es de Dios y lo que es del César. Porque el Presidente de la Conferencia Episcopal española no creo que se equivoque.
Esperemos y esperamos desesperadamente. Una vez más; y vamos camino de las cien.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
9 enero 2024
