Hay muchos cajones cerrados que esconden las claves de los últimos años en España. Que los hay de la época de la Transición lo sabe todo el mundo; que los hay anteriores también. Que la historia está escrita a medias es obvio. Creíamos que la democracia iba a traer luz y taquígrafos y ha sido todo lo contrario. Lo que sale, lo poco que se sabe, es más bien fruto de venganzas políticas o económicas. Doy fe. Hay cajones cerrados con muchos secretos y que cada día guardan uno más. Está por saberse quien -quienes- firman y quienes -quien- tienen las llaves. Es un pacto oscuro, pero hay pacto. No se hacen las cosas de manera casual. Cada vez se ahondará más en el silencio y desconocimiento. Está previsto. Ahora se trata de, una vez oculta la realidad, escribir una nueva historia que nunca ha ocurrido. Desmantelar el concepto que tenemos de España. Desmantelar España.
Así ha sido durante la celebración en el Congreso de los Diputados de las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977.
Asistieron algunos de los que estaban entonces y los que ahora están, en un revuelto y extraño conjunto. Poco o casi nada tienen que ver unos con otros. Dicen las crónicas que fue un encuentro y dicen mal. Fue un desagradecimiento y volver, una vez más, a burlar la historia. Estos 40 años tienen muchos nombres. Unos mejores y otros peores. Pero hay un nombre que acapara todos, encierra el conjunto, es la historia de lo que en estos 40 años ha ocurrido, por encima del resto y a pesar de ellos: Don Juan Carlos I. Él supo conducir siempre a España, incluso en difíciles momentos, con acierto y habilidad, dentro y fuera consiguiendo la admiración y el respeto del mundo entero.
Don Juan Carlos no fue invitado a la ceremonia en el Congreso de los Diputados. Todas las excusas que ahora quieran darse no hacen sino aumentar el fallo de protocolo (?) o la intención que la no invitación, el desaire, esconde. Si el Rey Emérito no llega a decir nada seguro que todos hubiesen pensado que había sido invitado, pero renunció a su asistencia. Y así nos lo hubiésemos creído (tragado, participio de tragar: dar crédito a lo inverosímil).
La gravedad del hecho queda reflejada en que el Rey Don Juan Carlos sabiendo que le ampara la historia y la razón ha hablado para expresar su malestar. Algo fuera del protocolo al uso, pero algo que tal y como están las cosas viene muy bien. No es frecuente y por tanto ha sido elocuente.
‹‹Han ido hasta las nietas de la Pasionaria››, y tiene razón.
El carácter democrático de Carrillo y la Pasionaria es conocido por todos.
‹‹Este hombre ha hablado por última vez››.
Pero habíamos quedado en no volver al pasado y construir una España unida y conciliada como así hizo el Rey con todos los españoles dando muestras de nuestra generosidad y bondad cuando nos ponemos a la tarea. Hasta que llegó quien de manera frívola e intencionada descubrió la historia como arma arrojadiza, el expresidente Zapatero, y empezamos a destruir en lugar de construir. Dentro de ese espíritu de revisionismo y enfrentamiento, de la historia según su ley, se entiende la ofensa al Rey Don Juan Carlos, artífice principal de estos 40 años de convivencia. Tenemos la mala costumbre de no llamar a las cosas por su nombre y no ver más allá de nuestras narices. Conviene ampliar el horizonte de lo que pasa en España Y de lo que puede pasar en un futuro.
Porque si hay algo que celebrar en este ‹‹tiempo nuevo›› es el ‹‹tiempo viejo›› gracias al que hemos logrado cumplir estos cuarenta años. Ese tiempo ya ha hecho su labor y ahora falta ver que va a traernos el tiempo nuevo que entra arrollándolo todo y echando al viejo casi a empujones. Vosotros hicisteis esta Ley ahora nosotros haremos la nuestra, parecían decir unos a los otros. Todavía podemos ganaros.
No sé qué decirles. Casi me alegro que Don Juan Carlos no estuviese allí. En estos momentos el problema es la unidad de España. No hay otro que se le aproxime en gravedad. Y es un problema claro en Cataluña, pero también se atisba en otros lugares geográficos y en partidos políticos que se apuntan a un bombardeo con tal de salir en la foto.
El desafío independentista de Cataluña a mi juicio debe ser tratado con la gravedad que representa y no puede hacerse referencia al mismo de manera tangencial, con rodeos. No hay que tenerle miedo a la palabra, lo más sagrado cuando se dice verdad. Sin circunloquios hay que tratar el tema y decir las cosas por su nombre y, al así decirlas, ser aplaudido por todos. O casi todos. Las referencias a la Ley sin dar nombre y apellidos, de nada sirven cuando su incumplimiento es escandaloso y retador.
‹‹Fuera de la Ley solo hay inseguridad›› es tan cierto que esa es la realidad que vivimos. Como dicen ahora los que hablan como oyen: ‹‹Es lo que hay››. Inseguridad por doquier.
Quieren cambiar la Constitución. ¡No! Quieren cambiarlo todo. Ya se están dando los primeros pasos. A escondidas como es habitual.
Empieza una época nueva. A saber:
Título primero
Artículo 1
1.- España… (?)
2.- La soberanía nacional…
3.- La forma política del Estado español es…
Artículo 2
1.-La Constitución se fundamenta en…
Rellenen ustedes mismos los puntos suspensivos.
¿Qué celebraremos dentro de cuarenta años? ¿Quién presidirá ese acto?
Pienso vivir para contarlo. O no.
Desaire o ingratitud. Las dos cosas. Para eso mejor me quedo en casa.
Y ya sabe, Señor, aunque este comentario no me lo admitan, pero en el acto de la referencia, uniformes poquitos y alejados. Ni una medalla para ellos; ya lucen las del combate.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
30 junio 2017