LA CAÍDA DE BIDEN Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Biden cae al suelo después de un tropezón en la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

Podemos jugar con la metáfora o entrar en el juego de los augures; todo invita a hacerlo y en la historia pocos personajes han eludido interpretar aquello que podía ser un aviso de los dioses, incluso una incitación de Apolo o de Dionisio. Lo peor es sin duda la tibieza que genera aburrimiento. No lo hay sino mucha preocupación ante la caída de América en la Academia de sus aviadores. El cielo contra la tierra. Presagios en los vuelos del águila.

Desembarca César en África: «Al bajar a tierra, César tropezó y se cayó, pero con su gran presencia de ánimo transformó lo que era un síntoma de malos augurios en una señal de buena suerte, pues cogió un puñado de tierra entre sus manos y gritó: ¡Ya eres mía África!».

Podría haber hecho algo parecido Biden. Con la mirada puesta en los cielos de Colorado Springs: ¡Ya eres mía Rusia!

Cae América, de bruces su presidente, ante los cadetes de la poderosa Fuerza Aérea tropieza Apolo el que hiere de lejos.

Escipión se esconde, no da la cara, pero la guerra es engaño. El que parece caer: se eleva. El que aparece en lo alto: va camino de estrellarse.

Siempre, en todas las guerras y en todos los tiempos ha habido un Bajmut.

Las Termópilas. Una trampa donde brilla la heroicidad, el sacrificio, el valor. Grabado en oro queda: simplemente la muerte. Era y será una trampa.

Los aviones para Ucrania ofrecen muchas dudas: ¿Quién pilotará las aves de fuego? ¿Dónde anidarán? ¿Quién las alimentará?

La guerra solo se gana con botas en el terreno, incluso después de haber firmado la paz.

La guerra militarmente camina hacia su final. Los síntomas son de derrota. Económica y militar. Geopolítica y geoestratégica.

La estatua de la libertad tiembla y la Inteligencia piensa por dónde, cómo y cuándo.

Mejor que sea la inteligencia artificial (IA) la que decida cuál es el lugar para asestar el golpe definitivo. Puede que se retraiga.

Bajmut y Belgorod han sido un fracaso.

¿Será por el sur? ¿O será el final?

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

 

FINAL DE LA GUERRA EN UCRANIA SEGÚN LA INTELIGENCIA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Todos expectantes. Nada nuevo. Ataques, bombardeos, declaraciones: nada decisivo. No hay profetas en la guerra. Las máquinas de Inteligencia Artificial (IA) trabajan analizando millones de datos, son el nuevo Estado Mayor que proporciona el necesario análisis antes de que el general tome una decisión. Podría ser que ya ni exista tal general y que sea la misma máquina la que adopte la decisión: la mejor de acuerdo con los datos analizados. Si apuestas contra la máquina la sentencia será inapelable: es el dios del Olimpo al que hay que obedecer.

De esta guerra no sabemos nada. Repito: nada.

Nunca hubo tanta confusión: mentira, inflación de verdades, manipulación y peligro florecen en este campo de batalla que se extiende hasta el rincón donde anida el diablo espinoso. Todo es guerra.

¿Qué interesa de esta guerra?

Al conjunto: nada.

A la mayoría: que no le afecte.

Algunos: toman partido.

Pocos: siguen su evolución.

Menos: analizan y opinan.

Así hasta los que la viven de manera directa que callan y sufren.

El gran defecto del mundo actual es el mismo que el de la Inteligencia Artificial: todos saben de todo y opinan de todo, como hijos de Atenea. A la hora de operar el corazón ¿te dejas abrir el pecho por cualquiera?

Todos, y esto parece claro, pretenden saber cuándo va a acabar. La respuesta más sencilla y con el cien por cien de acierto es: nunca.

Es de Maquiavelo, quizá el que más y mejor escribió Del arte de la guerra: «Siempre, en lo que yo recuerdo, o bien se hizo la guerra o bien se discurrió cómo hacerla; ahora discurrimos, dentro de nada la haremos; y cuando la hayamos acabado volveremos a discurrir sobre ella».

Preguntamos a la inteligencia natural del hombre y a la Artificial (IA):

Espejo mágico: ¿quién ganara la guerra? Estas son las hipótesis

—Victoria de Ucrania.  La inteligencia natural lo ve imposible, la Artificial (IA) es impredecible en su contestación. Divaga para decir, forzada, que sí, que es posible.

—Derrota militar rusa. Retirada de las tropas rusas y Putin humillado: nunca jamás. Impensable. IA lo contempla porque desconoce los sentimientos (por ahora).

—Solución nuclear. La fricción, el azar es parte de la guerra. No descartable. Alta probabilidad porque escondería la derrota de todos. Solución ante lo que no la tiene. La Inteligencia Artificial (IA) le da altas probabilidades.

—El final: solo una conmoción interna dentro de Rusia que acabe con Putin pondría punto final. ¿Sería mejor lo que viniese después? La Inteligencia Artificial da altas probabilidades pero no sabe muy bien lo que significa «lo que viniese después».

—Victoria militar y política rusa. En una de las hipótesis la Inteligencia Artificial ha contestado que el análisis de datos (macrodatos) da en estos momentos la victoria a Rusia por las consecuencias irreversibles que hasta ahora ya ha tenido la guerra que ha logrado una modificación estructural en las relaciones internacionales, un cambio de liderazgo y una polarización del poder, algo  irreversible y complejo; los ejércitos de todas las naciones están desconcertados, los centros de prospección de la guerra no saben, y el poeta ya escribe una nueva Ilíada. Estamos en el segundo año, cuando lo definitivo serán «los 51 días en el décimo y último año de la guerra de Troya». La máquina ha leído la Ilíada y eso le ha creado verdadera agitación cuántica.

—Nunca habrá empate. La guerra es un paso más hacia otra peor tanto para los teóricos vencedores como para los derrotados.

Un final de guerra lo describe Leon Tolstoy en una de las novelas que más se acerca a la realidad de la guerra. No había arma nuclear:

«Todo acabó, empero, cuando se instalaron en las casas. El ejército dejó de serlo en cuanto entró en las suculentas mansiones desocupadas. A partir de entonces ya no estuvo formado por soldados ni tampoco por habitantes, sino por una cosa intermedia que recibió el nombre de merodeadores. Cuando, cinco semanas después, estos hombres salieron de Moscú, ya no constituían un ejército, sino una banda de forajidos que se llevaba consigo lo que juzgaba más valioso o necesario. Ya no anhelaban conquistar, sino conservar lo robado». Todos se llevan lo que no es suyo. Así acabará: codicia.

Podrá terminar la guerra en Ucrania, la invasión tendrá una u otra solución, pero lo que no acabará nunca es la guerra.

Antes tendrá que desaparecer el hombre. Todo es posible.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

25 junio 2023

Blog: generaldavila.com