GUSANOS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez


Cualquiera de los personajes de Hamlet tiene parte de nosotros.

Hamlet permite muchas lecturas y siempre surgen nuevos puntos de vista. Se lee en un instante, pero nunca se termina de leer.

Polonio es un personaje moderno, actual, incluso de alguna manera entrañable. Intrigante, familiar, sus hijos Laertes y Ofelia, por encima de todo, incluso del rey. Es algo frecuente en los palacios del poder.

La Corte es algo complejo; lo era entonces y ahora más. Los cortesanos abundan, sus salones dan para mucho y sus tapices y cortinas se revelan como peligrosos lugares. Detrás de ellos está escrita la historia de los reinos. Incluso la muerte puedes encontrar tras sus pliegues. Como Polonio.

Antes de despedir a Laertes, su hijo, le da sabios consejos; nos queda un memorable discurso que cualquiera ofrecería al suyo:

<< ¡Que mi bendición sea contigo! Y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos: No propales tus pensamientos ni ejecutes nada inconveniente. Sé sencillo, pero en modo alguno vulgar. Los amigos que escojas y cuya adopción hayas puesto a prueba, sujétalos a tu alma con garfios de acero, pero no encallezcas tus manos con agasajos a todo camarada recién salido sin plumas del cascarón. Guárdate de entrar en pendencia; pero, una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti. Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz. Oye las censuras de los demás, pero reserva tu juicio. Que tu vestido sea tan costoso como tu bolsa lo permita, pero sin afectación a la hechura; rico, más no extravagante, porque el traje revela al sujeto, y en Francia las personas de más alta alcurnia y posición son de esto modelo de finura y esplendidez. No pida ni des prestado a nadie, pues el prestar hace perder a un tiempo el dinero y al amigo, y el tomar prestado embota el filo de la economía. Y sobre todo, esto: sé sincero contigo mismo, y de ello se seguirá, como la noche al día, que no puedas ser falso con nadie. ¡Adiós! Que mi bendición haga fructificar en ti todo esto>>.

Los tapices de los palacios esconden a los asaltadores. Suelen encontrarse tras ellos los interesados en el espectáculo. A Polonio le costó la vida. Caminamos con el consejo fácil, pero cuesta aplicarse la norma.

REY.- A ver, Hamlet: ¿dónde está Polonio?

HAMLET.- De cena.

REY.- ¡De cena! ¿Dónde?

HAMLET.- No donde come, sino donde es comido. Cierta asamblea de gusanos políticos está ahora con él. El gusano es el único emperador de la dieta; nosotros cebamos a todos los demás animales para engordarnos, y nos engordamos a nosotros mismos para cebar a los gusanos. El rey gordo y el escuálido mendigo no son más que servicios distintos, dos platos, pero de una misma mesa; he aquí el fin de todo.

El espectáculo preside y reina sobre la información. Satisface a los instintos, alimenta las pasiones de todo tipo. Engorda a los gusanos. He aquí el fin de todo.

Termina Hamlet definiendo el drama:

-Un hombre puede pescar con el gusano que ha comido de un rey, y comerse luego al pez que se nutrió con aquel gusano.

Que empiece el espectáculo. Detrás de los tapices o con la espada en la mano. Ya no sirven los consejos. Es la hora de la acción. Se oye el ruido de los gusanos de la política. Detrás de los tapices. Como a los gorgojos en la hiedra. No dejarán títere con cabeza.

«Nunca exhala el rey a solas un suspiro sin que gima con él la nación entera».

¡Que suene el trueno de Queronea!

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

3 septiembre 2019