NO HAY NADA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

-¡Con la que está cayendo! No hay nada. Es como quien habla a un niño.

-Pero al decir «con la que está cayendo» ¿a qué te refieres a la lluvia o a lo otro?, porque los ejércitos están precisamente para cuando cae más de la cuenta, ¿no?

-No; para eso está Protección  Civil.

-No hombre es una metáfora, me refiero que están para cuando peligran los Intereses nacionales caiga de donde caiga, lluvia o granizo, incluso transportes.

¡Como han evolucionado las Fuerzas Armadas! Fíjate como despliegan por el mundo y los cañones que tienen, ¡da gusto verles!

-¡Ya! Es bonito verles desfilar. Pero eso que tú dices de qué están para «cuando peligran los intereses nacionales» no acabo de comprenderlo. ¿Cuáles son los «intereses nacionales«?, porque una cosa son intereses materiales y otra espirituales, ¿tú crees que están para los dos?

-Pues mira, hablando de intereses resulta que el de Interior, sí el ministro, ha cancelado la compra de balas a Israel para la Guardia Civil por valor de más de seis millones y medio de euros que había sido adjudicada hace tan solo ocho días. Cosas del presidente que no sé si será por la patente de Pegasus.

-¿Y qué van a disparar?

-Algo he oído de un software de la Complu que se ha quedado por La Moncloa. Hay que tener cuidado con las armas porque las dispara el diablo y me dicen que el de Interior le dijo «Te paso el teléfono» y nos quedamos sin alianza y sin balas. Todo por las comisiones. Marruecos, que sabe de teléfonos, pretende vendérnoslas a bajo precio y con escasa pólvora y si falla la venta del S-80 a India nos compra el software, porque Olaf Scholz parece que se nos ha adelantado y ha hecho a India socio militar preferente.

-En eso de los submarinos en Transportes saben mucho, tanto como de trenes y mascarillas. De teléfonos sobre todo. Son como las antiguas guías, los tiene todos y los reparten a bajo precio para el alto precio que producen.

-Las alianzas de España son inmejorables por las buenas relaciones de un tal Albares, que es muy diplomático y sabe mucho de negocios.

-¿Él?

-La política exterior no entiende nada más que de intereses como el comercio, las exportaciones, llevarse bien para vender y venderse, no invadirse, ¿te acuerdas de Perejil?, si ya sé que me vas a hablar de Gibraltar, de Ceuta y Melilla, pero para eso está la OTAN.

-No, lo que te quería decir es que hasta el de Melilla ha ido a hacer negocios con el de Gibraltar y le ha pedido a Picardo que les enseñen a jugar a la ruleta. Bueno pues como el de la naviera y a su lado el expresidente del Gobierno de España.

-Todo es un juego. Sobre todo el de Gibraltar. El juego de siempre: la pasta gansa.

-No es eso, yo te pregunto por los espirituales, esos Intereses nacionales y por tanto colectivos que creo no se sabe cuales son: los espirituales.

-Bueno eso es otra cosa que no creo que tenga mayor interés. Difícil de responder sin duda. Muchas veces cuesta distinguirlos, sobre todo cuando en el colegio no se enseñan, las familias los olvidan o se sienten temerosas de que a los niños los miren con cara rara por hablar de España, incluso por hablar español. Algunos tienen que ocultar que sus padres son militares o guardias civiles. Pero todos sabemos que una nación como tal está por encima incluso de los intereses materiales y para que sea respetada y amada son necesarios esos intereses espirituales, ¡tan nacionales!

-A ver, de lo que yo te hablo es de esos intereses espirituales como la unidad, la Nación histórica, la integridad territorial, sus tradiciones y eso que alguno quiere olvidar como los son sus circunstancias históricas. La Hispanidad, la Monarquía hispánica, Hispanoamérica, nuestros compatriotas, nuestro legado entregado y recibido, todo eso son intereses nacionales con mucho más valor que otros. Las Fuerzas Armadas custodian por encima de cualquier otra cosa sus valores espirituales de Nación, Patria, Bandera e Himno Nacional. Nunca consentirán que la Patria se fraccione, se rompa en fracciones de odio y envidias personales de los que nunca supieron ni quisieron servir a su Patria.

-Ya entiendo por qué me decías eso. «Con la que está cayendo».  Pues mira de eso «No hay nada». Al menos eso me ha parecido entender que nuestro presidente decía en la entrega del balón de oro, o en los premios Príncipe de Asturias; o algo así.

-¡¿Ah, qué está en la India?! Me he debido equivocar.

No hay nada.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

30 octubre 2024

LA PRINCESA DE ASTURIAS O LOS DESEOS DE ESPAÑA Rafael Dávila Álvarez

Sigo la lectura de Carlos Seco Serrano en un libro coordinado por Julián Marías 25 años de reinado de Juan Carlos I. De necesaria lectura para entender ese periodo de la historia en la palabra de los 25 autores que mejor podrían hacerlo. Se lo recomiendo para enderezarse en estos tiempos de tribulación para España.

Carlos Seco Serrano en su aportación La monarquía, encarnación total de la historia describe la magia de la realeza, la unión de lo visible con lo invisible, la encarnación de todo un pueblo: «Conmueve la magia de la realeza a aquellos que no la aman, cuando un buen día les sacude la presencia del hombre que la simboliza, de la bandera que lo precede o de la música que lo acompaña. Una escena dolorosa, la partida de Carlos X, hacía decir a Balzac: “Aun detestando a los reyes, debemos morir defendiéndolos, en el umbral de sus palacios, porque un rey somos todos nosotros, un rey es la patria encarnada…”. (Cuando Don Juan Carlos realizó su primera visita a Argentina, alguien preguntó al gran historiador Sánchez Albornoz, viejo republicano azañista, presidente en el exilio y residente en Buenos Aires, cómo contemplaba él ese acontecimiento. Don Claudio contestó: «Es España, España que viene a la Argentina…)».

En los últimos meses la Princesa de Asturias ha sido protagonista y los españoles parece que han descubierto en la heredera del Trono la ilusión perdida de tener una España unida, de todos y con todos.

Doña Leonor se ha ganado a España y a los españoles que ven en la Corona el factor determinante de «integración nacional» y al fin dejar a un lado el cotidiano y desastroso elemento de «discusión nacional».

Es el valor del símbolo, el valor moral incomparable con cualquier otro, el que se eleva por encima de mezquinas discusiones, es en definitiva el valor de la realidad integradora en unos momentos donde la unidad está en serio peligro.

Su paso por la Academia General Militar de Zaragoza, con ese estilo propio que muestra disciplina, entrega y sacrificio; su presencia en los actos del Día de la Fiesta Nacional el 12 de octubre, con ese aire marcial y austero en institucional imagen; la entrega de los Premios Princesa de Asturias, con una sobriedad y grandeza inusitada, y por fin la Jura de la Constitución, han hecho que España, los españoles, de repente miren hacia ella, hacia la Corona y ahonden en sus valores esperanzados en el futuro.

Algo inexplicable tiene nuestra Princesa, algo que no se enseña, un atractivo con el que se nace, un carisma mezcla de lo visible e invisible, que ha quedado resumido en sus propias palabras: «Me debo desde hoy a todos los españoles a quienes serviré en todo momento con respeto y lealtad», y cuando creíamos que ya estaba todo dicho, nos sorprende: «Les pido que confíen en mi como yo tengo puesta nuestra confianza en nuestro futuro».

Está todo dicho.

Se hace la luz, reluce el símbolo moral que representa. La unidad que de ello se deriva.

Es España. En nuestra futura Reina se descubre el rasgo de su figura: la identificación con España.

Es Princesa de Asturias, de acuerdo con lo establecido en el art. 57.2. de la Constitución, junto con los títulos de Princesa de Girona y Princesa de Viana, correspondientes a los primogénitos del Reino de Castilla, de la Corona de Aragón y del Reino de Navarra, cuya unión formó en el siglo XVI la Monarquía española. Como Duquesa de Montblanc, Condesa de Cervera y Señora de Balaguer.

Será Mando Supremo de las Fuerzas Armadas y de ahí esa su imagen en plena formación militar.

Día de la Fiesta Nacional, y allí estaba nuestra Princesa, de uniforme, rindiendo honores a la historia y fuerza creativa de nuestra cultura: la Hispanidad.

Por fin el martes día 31 cumpliendo los 18 años, reúne a la soberanía nacional, y con el peso de la historia, la seriedad del momento y la esperanza que representa, Jura la Constitución española, se planta ante España, ante los que la quieren y los que la rechazan y a todos sorprende y asombra. Esta mujer es una Reina.

Han sido tres momentos:

Su formación militar, al lado de los que constitucionalmente están para defender la unidad de España y el cumplimiento de la Constitución.

La grandeza del reinado en España, su historia resumida en dos momentos: Principado de Asturias. Hispanidad.

El respeto, guardar y hacer guardar la Ley: «Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, respetar los derechos de los ciudadanos y las Comunidades Autónomas y de fidelidad al rey».

Sin duda los españoles han identificado a la Princesa con España, esa «España que viene» en palabras de Sánchez Albornoz. El símbolo de su unidad.

Lo ha sido con su presencia en tres momentos claves: en la Historia; en la Ley: el acatamiento de la Constitución; en el Mando Supremo de las Fuerzas Armadas.

Todos hemos captado la trascendencia de cada uno de los tres momentos. Son los pilares de la unidad de España.

España se ha dado cuenta de que la Corona es el símbolo de su unidad, el factor determinante de la integración nacional. Es la patria encarnada.

Conmueve la magia de la realeza cuando un buen día nos sacude la presencia de quien la simboliza, de la bandera que lo precede o de la música que lo acompaña.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.) y escritor

Blog: generaldavila.com

02 noviembre 2023