Así rezaba un “slogan” de los años 60 del siglo pasado: una llamada publicitaria para nutrir las filas de la Armada que muchos recordarán con nostalgia. Una llamada de gran impacto por el éxito que indudablemente tuvo y de la que surgieron numerosos mandos de la Armada, incluyendo a más de un Oficial General, y desde luego la marinería y tropa que conformaron las dotaciones de nuestros buques y unidades.
Hoy, aquella acción la enmarcaríamos en lo que hoy llamamos cultura de defensa, o sea, el conocimiento de lo que son nuestros ejércitos y que unido a la necesaria sensación de la necesidad de aquellos para guardar la seguridad de nuestra Patria – conciencia de defensa – son asignaturas pendientes de desarrollo con la profundidad y amplitud requeridas.
España ha evolucionado al compás de los tiempos y sus ejércitos lo han hecho también como no podía ser de otra manera. Muchos son los avatares acaecidos pero debo decir sin temor a equivocarme que, pese a todo, en los ejércitos presentes se mantiene incólume el espíritu y apego a lo que siempre fueron. Claro que todo ha cambiado pero no tengo duda que son miles y miles los hombres y mujeres dispuestos a darlo todo por su tierra, por sus semejantes, por el mantenimiento de sus tradiciones y su cultura, en definitiva por su Patria.
Hoy España se encuentra en una encrucijada importante de su historia. Una crisis, diría yo, que más que económica o social es de índole moral en la que los valores y los cimientos se tambalean. Una crisis donde se impone la mentira y donde reina las más de las veces la cobardía, porque en la medida que se acepte y se imponga lo que se conoce como relativismo moral, esto es, de la mentira, se abre el camino inexorablemente a la falta de coraje, a la falta de valor.
Y es así prácticamente en todos los ámbitos de nuestra sociedad pero allí donde impera el orden, y el culto a los valores, el relativismo moral muere o se desvanece.
Cuando uno ve a nuestros oficiales, suboficiales, soldados y marineros entregarse al servicio de España – incluso hasta con la propia vida – con la abnegación con que lo hacen, y siguen haciéndolo, mantiene un atisbo de esperanza y fe en que ese es el camino para salir de la encrucijada en la que nos encontramos.
Sí, vivimos una etapa presidida por la confusión, la desorientación y por el ruido y es cierto que no es fácil encontrar personas y referencias capaces de hacer frente al desorden moral en el que nos encontramos. Son muchos los escépticos que no ven salida a todo esto; pues bien, yo les animo a que conozcan a nuestros soldados y verán un rayo de esperanza.
España se encuentra en estos momentos haciendo frente a los efectos de este desorden moral y así nos encontramos de una parte a los que tergiversando la historia, y en aras de sus intereses personales, pretenden romper nuestra Patria común y de otra con aquellos faltos de todo valor moral que intentan imponernos la moral marxista. Ambos saben y conocen muy bien que nunca conseguirán nada si no logran deshacer las instituciones que siempre se les opondrán; y una de ellas la constituyen las Fuerzas Armadas.
De la valía moral de nuestros soldados la sociedad española debe aprender cómo hacer frente a nuestra resignación, a nuestra desconfianza hacia nosotros mismos, y que hay que rebelarse frente a la mentira y frente a lo políticamente correcto en el campo de la moral.
España necesita hombres y mujeres dispuestos a enfrentarse al miedo reverencial al qué dirán, por defender los valores que hemos aprendido en nuestra familia y que nos ha llevado a la actual situación en la que nos encontramos : a defender los valores cristianos que son el cimiento sobre el que se construyó nuestra Patria.
¡Muchacho, la marina te llama! rezaba la llamada para servir a España en la Armada a mediados de los sesenta del siglo pasado y hoy desde estas humildes líneas clamo por otra llamada similar:
¡Muchacho, España te necesita, España te llama!
JUAN CHICHARRO ORTEGA
GENERAL DE DIVISIÓN DE INFANTERÍA DE MARINA (R.)
Blog generaldavila.com
10 junio 2017
