ALASKA NO ES UCRANIA. UN EJERCICIO DE ESCUCHA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

El que crea que la reunión entre Trump y Putin en Alaska es exclusivamente para tratar la guerra de Ucrania no sabe nada de geopolítica.

Ucrania es un paso más en el desarrollo que conlleva una política internacional en revisión que deja atrás un mundo viejo para entrar en el futuro. Estados Unidos y Rusia están obligadas a entenderse y Ucrania es una excusa para ir más allá. Es marginal en el conjunto del problema, pero forma parte de él porque deriva de la situación originada por la desaparición de la antigua URSS. Hablamos de poder, del poder perdido. Ninguna nación que haya pasado por un proceso de transformación o crisis tan grave como el de la URSS, a punto de desaparición, o peor, a vivir desde la insignificancia en una zona clave del mundo donde su influencia fue y podría dejar de ser, se conforma con ese destino.

Rusia se resiste a aceptar un destino tan humillante. Ni sus gobernantes ni el pueblo ruso están dispuestos a asumir tan señalada derrota material y moral.

El movimiento que ha llevado a pasar de la URSS a la actual Federación Rusa ha provocado convulsiones sísmicas que aún siguen desplazándose sin encontrar su lugar en esta nueva estructura que sucede en una zona muy frágil, delicada, que va a marcar el futuro del mundo nuevo. No se puede abandonar a la Federación Rusa a su libre albedrío y se hace necesario prestar atención como si de una enfermedad se tratase, aunque mejor sería hacerlo como un proceso de crecimiento y estabilización. Si tratamos el asunto como una enfermedad podemos sufrir el contagio, pero si lo hacemos en su justa medida y entendemos las razones y las medidas a tomar, todos nos beneficiaremos. No hay razón alguna para ver en el futuro a una Rusia enemiga y a Europa en permanente actitud con las armas en la mano. Eso lo entiende la buena diplomacia, esa que ahora es escasa y la manejan hombres sin historia.

Es lo que busca Trump en Alaska. No es Ucrania; es mucho más. Pero la trumpmanía está desatada contra quien hasta ahora ha pacificado zonas que llevaban años en guerra. La paz y la guerra forman parte de un negocio muy delicado a la hora de tratarlo y el tránsito de una situación a otra tiene mucho que ver con la capacidad de los negociadores y, como no, de la jauría, que alienta las armas disfrazada de Caperucita, en rojo.

Veremos quien ríe el último porque la vulgaridad preside las interminables reuniones de deslustrados dirigentes que se juntan en torno a la política, la economía y la guerra. Ni de lo uno ni de lo otro saben. Soberbios que conducen y parece gustarles la guerra. Trump y Putin parecen distintos a esa moderna serie que ahora manda sin saber lo que eso significa.

Ni Trump ni Putin son vulgares. Eso es seguro. Para bien o para mal. Deben entenderse por encima de los comediantes que forman el desafinado coro. En Europa ningún político alcanza sus niveles. Son políticos vulgares tendentes al poder omnímodo más que al interés de su nación. Cuando los vean abrazarse no piensen otra cosa: están en lucha.

Putin y Trump no tratarán una guerra en concreto, de pasada surgirá Ucrania, en un contexto mucho más amplio. En Alaska nada pinta Zelenski. Lo hará más tarde, cuando se echen los dados al futuro con el cubilete de China, cuando decidan a dónde, por dónde, cómo y cuándo.

Mientras tanto, el resto, los aficionados a la política, economía y guerra, que guarden silencio y dejen hablar a quienes saben.

Por si acaso preparen la artillería y cambien de generales.

Podemos entrar en el nuevo mundo por la puerta buena o acabar con todo dando un portazo nuclear.

Es el momento de la elección. Sería una pena convertir el mundo en un tell como los de Mesopotamia.

Vaticino un pronto alto el fuego con dificultades, pero será el inicio hacia la comprensión y la paz. Es importante tener en cuente el verbo comprender, entender,  que tanto hace en diplomacia. Un «ejercicio de escucha» lo ha definido la portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. Tammy Bruce. ¿Camino de nuevo a Yalta? ¿Quién falta? Escuchemos.

Nos queda esperar. En un día como hoy, arrodillarse y rezar.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

15 agosto 2025

LA ACADEMIA DE LAS CIENCIAS Y LAS ARTES MILITARES General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Me entero de soslayo de la puesta en marcha de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares. Una gran noticia en el ámbito militar y civil que inicia su andadura algo desapercibida, reducida al área de algunos interesados, y de la que esperamos mayor difusión en todas las escalas y graduaciones y no ceñirse a un sector en concreto. Para ello lo primero es darse a conocer, no solo en el mundo civil, y a ello queremos contribuir con sumo gusto. Es una iniciativa que merece apoyo.

Scire, Cognoscere, Invenire es el lema elegido y de entrada me despista ya que no veo la razón de empezar con un latinajo cuando nuestra actual lengua dice tanto o más sin tener que recurrir ni siquiera al griego —puede que hubiese sido más atinado empezar con un hexámetro de la Ilíada que es una entera biblioteca en palabras de Borges —.

Cualquier Academia debe ser un centro de participación y difusión, no una mera tertulia literaria ni una reunión más o menos amplia de amigos, sino, en este caso, constituirse como clave para la Cultura de Defensa tan manipulada y mal difundida. Un instrumento de «utilidad colectiva» que tenga el apoyo de todos y mantenga la prudente distancia de lo oficial, necesario para la libertad, y más si esta oficialidad es partidista como desgraciadamente tan acostumbrados estamos. Veo con alegría que por ahí parece ser que va a caminar la Academia de la Ciencias y las Artes Militares; lo compruebo en su página Web (un tanto recargada) donde rebosa Ciencia y quizá falte algo de Arte (militar por supuesto).

Nuestra historia militar es la historia de la Nación, muy rica en hallazgos culturales más allá incluso de las teorías de las armas y del desarrollo de las batallas. Nuestros grandes poetas del Siglo de Oro fueron en su mayoría soldados en los Tercios de Flandes. No todas las naciones tiene semejantes antepasados.

Al militar no se le ha permitido en los últimos años teorizar en demasía ya que una negra sombra amenazaba vigilante cualquier declaración suya y, sabiendo que el arte y la ciencia se usan a menudo para enmascarar pensamientos demasiados libres y directos, solo entendibles para algunos, como flechas de Apolo, se les ha tenido observados y señalados hasta parecer, malintencionadamente, que son analfabetos de la ciencia y del arte.

Ojalá esa tendencia se rompa y esta Academia sea un paso adelante en el pensamiento militar, en el conocimiento y el descubrimiento de quienes su saber y conocer esconden, permanecen mudos, incluso impávidos ante ello.

Echo de menos una puesta de largo que reúna todas estas condiciones, presentación pública y sonora, cual cañonazo artillero.

No vean en mis palabras acerada espada, sino alegría y felicitación por tan buena iniciativa y mi disposición permanente para entrar en la lucha intelectual.

Hay que hacer el camino entre todos porque es evidente que a nadie basta nunca aquello que domina de un modo absoluto.

Vida y guerra son lo mismo, ciencia y arte que se combinan en la milicia para hacer posible, con la geometría del combate y la aritmética de la moral, el delicado arte de saber conducir la paz y la guerra.

Nuevos tiempos nos esperan. Hagámosle frente desde la perspectiva del que está atento al fuego y a la maniobra, de los que siguen vigilantes para adivinar lo que hay al otro lado de la colina.

Habrá controversia de si el arte de la guerra es una ciencia o es sólo un arte primitivo. No nos equivocaremos si de todo ello hablamos, que buena falta hace, y  dejamos, pues, a «la guerra como: arte para vencer con la ciencia». Sin olvidar que el lenguaje militar del que manda no debe deslumbrar al que obedece, sino que lo nuestro ahora y siempre es la arenga con su poder de atracción y arrojo.

El estilo militar es sobrio, elegante y decisivo; esa palabra militar oportuna y breve que logra lo que otros para ello requieren de un discurso.

Ciencia o Arte. Villamartín dijo: «No basta el conocimiento de la ciencia de la guerra para ser gran general, como no bastan las reglas de la versificación para ser gran poeta».

Felicitaciones y sea todo por España y sus ejércitos.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

25 marzo 2021