La catástrofe ha terminado lo que descorre el velo que oculta toda la tragedia. La de miles de ciudadanos que inician un calvario en la soledad administrativa y la lenta pero implacable llegada del olvido. Todo el mundo recordará después del caos lo que han hecho por ti, nadie querrá oír lo que tus has hecho por ellos.
Lucirán pálidas luces de Navidad mientras el escándalo de los portales se traslada de Belén a los de tantos pueblos sumidos en el intento de un nacimiento que a ellos no les llega. Luces del escándalo.
La tragedia del pueblo valenciano no es, según parece, de interés nacional, es cosa de ellos y de Mazón que pone a un general al mando visto lo visto. ¿Por qué será? Ni Emergencia nacional, ni nivel 3 de Emergencia, ni nada de nada. ¿Hay Estado? No. Discuten presupuestos, reparten el dinero por el mundo como si de ellos fuese y abandonan Valencia que solo se les ocurre ponerla manu militari. De general a general, de activo a retirado, de Estatal a Comunitario, de presente a pasado, del dolor al olvido: Totum revolutum.
¡Cuidado! Esto era y ha sido una trampa en la que han caído los que creen que la política es cosa de hombres honrados. Os callasteis, no exigisteis, y ahora estáis solos mientras otros solo esperan, saben que llamareis, que solos no podéis.
Los militares no manejamos bien estas estructuras políticas y aunque cada día las tenemos más cerca de la nuestra propia, siguen chirriando las traiciones, los abandonos y las mentiras. Somos hombres para la guerra, no para esa clase de guerra que ahora tiene como generales a políticos sin instrucción ni adiestramiento.
En la milicia se dan órdenes bajo el código del honor, y se cumplen, sabemos donde está cada uno y de lo que cada uno es capaz. Cuando se ordena se sabe a quién, cuántos, cómo y dónde. Nos conocemos todos y sabemos de lo que cada uno es capaz. Aunque cada vez hay más y mayores sorpresas.
La trampa está abierta y es atractiva, de manera que en cuanto entras en ella ya no hay posibilidad de salir.
No habrá dinero. No habrá Estado. No habrá ayuda ni ministerio que se os acerque a echar una mano. Estáis en la más absoluta de las soledades.
Esta reconstrucción, esta apuesta por la seguridad en el futuro, requiere la amplitud del Estado, que sea el Gobierno Central quien asuma el gasto y dirección inicial de una labor tan amplia que escapa a las capacidades autonómicas y a su presupuesto por muchas ayudas que reciba. No es un general al mando la solución. Ni siquiera el Ejército. Ahora empieza otra fase distinta donde el primer soldado es el euro y la artillería es la voluntad de aplicarlo bien. Solidaridad de la Nación española, desde el Estado. Lo demás son parches, o peor: trampas.
Valencia va desde la capital a su pueblos, todos, es una acción de apoyo y reconstrucción en la que debe implicarse toda España, todos sus recursos, un esfuerzo nacional.
Vemos como pasan los días y el escándalo aumenta al compás de la inacción, las acusaciones, incluso amenazas.
No hay una solución militar en la reconstrucción. Al menos no es buena. En zonas de guerra devastadas por la violencia o la guerra lo que los ejércitos hacen es dar seguridad a aquellos que recomponen las infraestructuras y proporcionan los servicios elementales. Cada uno a lo suyo.
Esta guerra es otra, muy política, nosotros no sabemos hacerla ni jamás la ganaremos.
Es el Estado el protagonista obligado, si es que alguien recuerda como está estructurado y para qué.
Valencia no es zona de guerra, sino de paz y armonía, motor de España. Es momento de que volquemos toda nuestra ayuda en ella: de España y Europa. No debe estar sola.
¿Dónde está el Estado?
España desapareció antes de la catástrofe. A la vista está.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
20 noviembre 2024