Andan enzarzados nuestros políticos en una auténtica “merienda de negros” buscando la gobernabilidad de nuestra vieja nación, o más bien su propia supervivencia personal, toda vez que no acaba de creerse uno cuanto ve. Es tal el guirigay montado que de repente pasan a un segundo plano, por lo que a la información se refiere, asuntos como el gravísimo problema en Venezuela y, también, hay que decirlo, con asombrosa resignación y ligereza, las actuaciones de las Instituciones catalanas que a estas alturas deberían estar disueltas ya por el estado de rebeldía en que se encuentran.
Por otra parte, y al hilo de toda esta situación, rizando ya el rizo, el Ayuntamiento de Madrid promueve contra y viento y marea el cambio del callejero de Madrid al amparo de la Ley de Memoria Histórica. En breve veremos la desaparición de nombres que se dicen franquistas y que serán sustituidos por otros, supongo que del gusto de la Alcaldesa madrileña y de su compañera, Rita Maestre, la asalta capillas con las tetas al aire, al grito de “arderéis como en el 36” dando muestras de un odio visceral que aún invade gran parte de una izquierda radical que no se da cuenta que ya han pasado 80 años de aquella guerra civil y que además en el mismo callejero ya figuran desde hace ya tiempo nombres como Largo Caballero, La Pasionaria o Santiago Carrillo lo que sin duda equilibra el recuerdo de la historia.
Todo empezó hace algún tiempo con la entonces Plaza dedicada a Don Juan Vázquez de Mella que ahora se llama Pedro de Zerolo.
Don Juan Vázquez de Mella y Fanjul no es un personaje muy conocido en la actualidad y, por ello, no está de más resaltar siquiera brevemente que fue un brillante político de finales del siglo XIX, recordado por su elocuencia, portentosa memoria y brillante capacidad para la oratoria y la política. Monárquico, tradicionalista, católico y carlista, tuvo siempre una obsesión con la masonería internacional a la que achacaba las culpas de la pérdida de todas las posesiones españolas en América y Asia.
Para D. Juan, el objetivo perseguido siempre por esta organización fue, y a juicio de más de uno, también en la actualidad, la destrucción de la España tradicional que comenzó a forjarse en 1492 con los Reyes Católicos. Hay quien mantiene, que destruido ya finalmente el imperio español en 1898, procedía continuar con la tarea de aniquilar España como nación; así, el documento denominado GALEUSKA (Galicia, Euskadi y Cataluña), que figura en la consigna masónica para España de 1940, ya alentaba la secesión de estas regiones de la patria común.
Se podrá estar o no de acuerdo con las tesis de Vázquez de Mella desarrolladas brillantemente en su treintena de volúmenes, entre otros, en sus “obras generales”, pero nadie podrá discutir que este gran filósofo pertenece a la historia de España de pleno derecho, con un enorme mérito personal y una impronta literaria sólida y con garra.”
Y de Don Pedro de Zerolo pues que decir…, en fin .
Francamente, uno esperaría de sus dirigentes municipales que miraran al futuro y velaran por los intereses verdaderos e importantes de los madrileños y no se empeñaran en resucitar fantasmas del pasado que no conducen nunca a nada nuevo, y, sobre todo, a nada bueno. Pero, ¡vaya!, se han empeñado en ello y de seguir adelante vamos a asistir a espectáculos en algunos casos yo diría que hasta instructivos para ellos mismos, pues van a constatar cuántas personas honradas, dignas y de renombre en todos los ámbitos de la sociedad tuvieron vínculos muy estrechos con Franco. La lista de ellos sería interminable pues abarcaría a la media España que le apoyó. Y, ¡cómo no!, calles como la que recuerda a los caídos de la División Azul y otras (Pedro Muñoz Seca, sin ir más lejos, asesinado en Paracuellos del Jarama el 28 de noviembre de 1936), tienen seguramente los días contados; en el fondo lo que les gustaría es cambiar el nombre actual por otro que recordara, por ejemplo, a los asesinos de la “Brigada del Amanecer”, autores de crímenes espeluznantes como bien recoge Paul Preston, persona nada sospechosa de ser afín al franquismo, en su libro “el holocausto español”. No llegarán a tanto de momento pero ganas no les faltan. Al tiempo.
La cuestión es que el amparo de todas esas medidas es el cumplimiento de la denominada Ley de Memoria Histórica, esa ley, que el PP nos dijo iba a modificar, en su campaña electoral de 2011, lo que, evidentemente, no ha hecho al igual que con otros asuntos que hoy no son cuestión a tratar en estas líneas. Si el PP de la mayoría absoluta hubiera cumplido lo que prometió, al menos en los asuntos sociales no vinculados a la tan traída situación económica heredada, hoy no nos encontraríamos en esta absurda situación, y al decir absurda quizás me quede corto.
La prioritaria y “vital” iniciativa que va a tomar el Ayuntamiento de Madrid me da pie para dar una opinión sobre la citada Ley de Memoria Histórica. Lo primero que diría es que estamos hablando de una memoria política al gusto de cada cual. Sucede que si se convierte esa memoria política en memoria histórica y se le da rango de ley nos podemos encontrar con una situación en la que los historiadores se vean abocados a cometer cuasi delitos contraviniendo las disposiciones que marca la citada norma legal.
En efecto, de ninguna manera la historia puede ser determinada por ley. Eso es una verdad de Perogrullo, lo cual no tiene por qué estar al alcance de todos. Eso sólo sucede en los regímenes totalitarios y, que yo sepa, España todavía no es uno de ellos por más que algunos aspiren cada vez más a conseguirlo con paradigmas bolivarianos o similares.
Sí, es lamentable ver que la actividad política es un esperpento continuo al servicio de los intereses particulares de las personas y desde luego de los partidos políticos.
JUAN CHICHARRO ORTEGA
GENERAL DE DIVISIÓN DE IM (R.)
Blog: generaldavila.com
2 agosto 2017