EL ORÁCULO DE DELFOS ¿ES ESTO UNA DEMOCRACIA? Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

De Doñana a La Mareta y tiro porque soy el Presi

Cuenta el mariscal Montgomey que en cierta ocasión el mariscal Wavell le contó que cuando los espartanos estaban en el cénit de su fama militar, enviaron una diputación al oráculo de Delfos para preguntar con cierta arrogancia: ¿Puede dañar algo a Esparta?: La respuesta no se hizo esperar: Sí, el lujo.

No tenemos un lujo de presidente del Gobierno, pero sí uno que se pirra por el lujo.

¿Pero qué tomadura de pelo es esta de que los viajes del presidente del Gobierno y su familia son secreto de Estado, cuestión se seguridad nacional? Es lo más parecido a La escopeta nacional de Berlanga. Demasiadas cosas esconde este Gobierno.

No estaría de más dar un repaso a las propiedades de los distintos ministerios, de todos los ministerios, donde los altos cargos, no solo ministros, se solazan después de su agotador trabajo. Es el todo gratis. ¿Alguien se atreve a preguntar por esas casas-palacios? ¿Cuántas? ¿Dónde? Secreto oficial claro. ¿Y los viajes gratis de fin de semana?

No ocurren cosas así en ninguna democrática nación.

Ni ocurre que un presidente es tal por los favores de un grupo independentista que quiere acabar con su nación.

No ocurre que un grupo terrorista ocupe lugar en la administración y que los dirigentes pertenecientes al partido en el Gobierno de España, el grupo socialista vasco, compadreen en una cena con ellos.

Nueva avería del tren de Extremadura. No es la primera. ¿Será la última?

No ocurre en una democracia que mientras el tren a Extremadura es una vergüenza nacional el presidente disfruta de sus inmerecidas vacaciones, no dimite el jefe de mantenimiento de RENFE, el presidente de RENFE, y así sucesivamente hasta el  ministro de Fomento que se ha debido poner fino a polvorones. Su petición de perdón no hace sino aumentar su desfachatez. En democracia no se pide perdón sino que se asume la responsabilidad y sus consecuencias. Es decir dimite y se va de la política a la que nunca debió llegar con ese bagaje. Ni el presidente ni el ministro. Los de RENFE ni les cuento.

Cualquier parecido a una democracia es mera coincidencia. Esto pasa de castaño oscuro y, en su momento, el revolcón electoral al lujoso presidente va a ser también otra escopeta nacional.

Preguntemos al oráculo de Delfos. ¿Puede dañar algo a Esparta?: Sí, el lujo.

El del presidente y no el de los pobres y sufridos pasajeros del tren de Extremadura.

Tome nota señor Sánchez.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

3 enero 2019