PEDRO SÁNCHEZ EN LA PALMA ECLIPSA AL REY Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Imagen: La Razón

Isla de La Palma

Una vez más el presidente del Gobierno ha querido sustituir la figura del Rey por la de su ego inabarcable e insufrible. Responde con exactitud a la frivolidad de un Gobierno que declara a través de su portavoza por un día, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto: «Desde Turespaña y desde las embajadas vamos a dar toda la información para que la isla (de La Palma) se convierta en un reclamo para los turistas que quieran ver este espectáculo tan maravilloso de la naturaleza con prudencia, porque ahora mismo lo que nos preocupa es la seguridad de ciudadanos y turistas».

Ahora, señora ministra, no es necesaria información turística, ¡qué vergüenza¡, sino apoyo material y moral y poner en marcha todos los mecanismo disponibles para solventar los problemas que crea un volcán en erupción. Ustedes, su gobierno, saben mucho de eso, pero no es el momento, como le decía, de hacer bromas con la tragedia.

Las puertas del infierno se abran. Todo sea por el turismo y en su nombre.

Diógenes de Sinope: «Apártate un poco, que me quitas el Sol».

Ese es el resumen de la actitud de este pequeño presidente a pesar de su estatura en centímetros. Se mira el dedo con el que tapa al astro rey.

El Rey

Al Rey que es el Jefe del Estado, también, el que debería, con permiso de Moncloa, haber pisado la isla de la Palma como si toda España estuviese allí prestando su apoyo moral y solidaridad. El símbolo es el Rey y no el presidente de un Gobierno que representa solo una opción política y que su misión es dejar y permitir que todos trabajen con la eficacia debida y poner los medios adecuados para ello.

Es el Rey el que lleva el consuelo y la representación de España. El presidente, si quiere y sabe, también, unos pasos detrás, sin tapar el Sol que no es todo suyo. España. Sin entretener.

El Rey ha trasladado «un mensaje de ánimo» para los ciudadanos de la isla de La Palma ante la erupción del volcán de Cumbre Vieja: «Especialmente para todos aquellos que están sufriendo la evacuación de sus hogares» y agradecido a los que de verdad trabajan sin descanso: «Quiero mostrar el agradecimiento a todo el personal de los servicios de emergencia y protección civil por su esfuerzo y su ayuda para garantizar la seguridad de la población y en la medida de lo posible minimizar los daños materiales».

Es muy fácil jugar con las palabras y provocar hilaridad, pero esto va en serio y el presidente del Gobierno no está en su sitio, lo que es grave, ni deja estar a cada cual en el suyo, que es peligroso.

Simple recuerdo. No es una fábula, que algunos así entienden la historia:

Waterloo

Iba a dar comienzo la batalla de Waterloo. El general Uxbrideg, segundo de Wellington, fue a la tienda del general español Miguel Ricardo de Álava y Esquivel, persona de confianza de Wellington y miembro de su Estado Mayor, a preguntarle qué deberían hacer. Álava le acompañó a entrevistarse con el Duque que, después de mirar fíjamente y con complicidad al general español, puso la mano en el hombro de Uxbridge y le dijo: «Una cosa es segura, que suceda lo que suceda, usted y yo cumpliremos con nuestro deber». Sonrió el vitoriano general español y se despidió de Wellington acompañando a Uxbridge hasta que se perdió su caballo entre las tropas.

Todo estaba dicho. Cada uno en su lugar y en el momento debido. Todos caben. No es necesario empujarse. Solo cumplir cada uno con su deber y permitir a cada cual que lo cumpla, sin extorsionar.

Los resultados de una gestión —y de un gobierno— se miden por el baremo del honor, criterio duro y exigente que acaba descubriéndose.

El tiempo perdona, pero erosiona la mentira, y saca a relucir la verdad.

Leo en la novela de un amigo: «La vanidad cuadra bien a los débiles», concluyendo que rara vez los mejores están al mando.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

21 septiembre 2021