«Quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado», escribió en 1949 Orwell en su famoso «1984». Cervantes lo explicó con mayor concisión al mencionar como quien no quería la cosa en el Quijote que la Historia era «madre de la verdad». El diagnóstico de ambos autores se antoja hoy lúcido y premonitorio.
En un artículo titulado «¿Por qué mienten?», Julián Marías aseguraba que la historia era objeto preferente de la operación de mentir y en otro, memorable, «La vegetación del páramo», desmontó el mito del páramo cultural español de la postguerra, asegurando que tras la contienda «la libertad empezó a germinar y brotar, como brota la hierba en los tejados y en las junturas de las losas de piedra».
Los grandes clásicos consagrados volvieron muy pronto a escribir y parte esencial de su obra corresponde a la postguerra: Menéndez Pidal, Azorín, Baroja, Ortega, Zubiri, Morente, Dámaso Alonso, García Gómez, Vicente Aleixandre, Miguel Mihura, José López Rubio, Marañón.Y los nuevos escritores apenas conocidos o desconocidos enteramente, que publicaron la mayor parte de su obra tras la guerra civil. Aparte de algunos libros promovidos por la guerra misma, hasta 1941 no surgió ese nuevo brote de pensamiento, narración o poesía.Casi toda la obra poética de Gabriel Celaya, la de Luis Rosales, de Dionisio Ridruejo, deLeopoldo Panero, de José Luis Hidalgo, de Carlos Bousoño, de Eugenio de Nora, de Blas de Otero.Zunzunegui, anterior a la guerra, publicó con fecundidad tras ella, y fue Camilo José Cela el que inició la novela de su generación a fines de 1942: «La familia de Pascual Duarte» y luego, otras. Tras él, Ignacio Agustí, Carmen Laforet, Gironella y Miguel Delibes. Empezaron a aparecer cuentos de Ignacio Aldecoa, novelas del economista José Luis Sampedro, de Gonzalo Torrentey la obra teatral de Buero Vallejo. Menos citadas pero no menos importantes son las obras de Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite y Juan Marsé.
¿Cómo olvidar la obra ingente de Pedro Laín Entralgo? Enrique Lafuente Ferrari dio en éstos mismos lustros obras capitales. ¿Y los innumerables libros de Camón, Gaya Nuño, Sánchez Cantón, Angulo, María Luisa Caturla, María Elena Gómez Moreno? Añádase la de Fernando Chueca, los estudios de geografía social de Manuel de Terán, los ensayos de patología psicosomática de Rof Carballo, y tantas otras obras originales. Los libros de historia de las ideas de Antonio Tovar, Luis Díez del Corral, José A. Maravall, Enrique Gómez Arboleya, Lapesa, Blema, Díaz-Plaja deslumbran hoy. La «Historia de la Filosofía» (de 1941) del propio Marías fue el primer libro nuevo de autor nuevo que invocó la tradición filosófica española anterior a la guerra. También cabe mencionar a autores hoy proscritos por la corrección política como Pemán, Sánchez-Mazas, Foxá, Fernández Flórez y los hermanos Álvarez Quintero. Desde luego, si esa pléyade de autores habitó el páramo, uno se ve obligado a preferirlo a la estéril frondosidad del panorama cultural actual.
Todo lo anterior es una fracción de lo que se publicó en España tras la guerra civil. No fueron, pues, buenos botánicos los que hablaron del páramo: se les pasó esa frondosa y esperanzadora vegetación que pudo brotar en un clima inhóspito, sin abono ni cultivo.
Hoy la voluntad de mentir se concentra especialmente en la presentación del pasado cercano y del presente. Casi todo el mundo considera necesario decir que España, durante cerca de medio siglo –o más– fue un desierto, de ahí la expresión «páramo cultural». Lo más curioso es que a veces la utilizan quienes con su propia obra desmienten lo que postulan.
En España han sucedido muchas cosas, buenas y malas: lo preocupante es el triunfo de la mendacidad. La verdad fue, como en todas las guerras, la primera víctima en 1936. Una crisis previa de la veracidad fue la causa últimamente decisiva de la discordia que llevó a la guerra civil; se buscan las causas de su origen, y rarísima vez se piensa en ésta.No se abrirá de verdad el horizonte de España mientras no haya una decisión de establecer el imperio de la veracidad, la exclusión de la mentira.
A partir de la primera legislatura de Zapatero, se acometió la miserable tarea de tratar de controlar el pasado, de manera que los asesinos se convirtieran en víctimas y los asesinados en verdugos; su piedra angular es la Ley 52/2007, popularmente conocida como de memoria histórica, un texto legal que la cobardía del partido popular le impidió derogar sin percatarse de que se trataba de un intento de cuestionar la legitimidad del régimen constitucional instaurado en 1978. Doce años después de su promulgación, la exhumación del general Franco es un paso muy significativo en esa dirección.
Nota: parte del texto reproduce de manera condensada artículos de Julián Marías.
(*) Ex Embajador de España.
Blog: generaldavila.com
24 octubre 2019
«‒ Quien controla el presente, controla el pasado» Nada más cierto y lo acabamos de ver, pero no acaba aquí el control del presente. Sólo hemos visto el primer acto.
El Papa Francisco ha colaborado con Pedro I el Profanador para hacer posible una exhumación que, de lo contrario, habría sido imposible de acuerdo con el concordato firmado entre el Estado español y la Santa Sede sobre asuntos jurídicos, firmado el 3 de enero de 1979 en la Ciudad del Vaticano, cuyo artículo I dice lo siguiente:
.(5) ‒ Los lugares de culto tienen garantizada su inviolabilidad con arreglo a las Leyes. No podrán ser demolidos sin ser previamente privados de su carácter sagrado.
Conseguido el primer objetivo con la colaboración del Tribunal Supremo, que ha ratificado que el asunto es de «urgente necesidad (?), el profanador de tumbas ya ha mostrado su intención de echar a los frailes benedictinos de la basílica, un primer paso para desacralizar el monumento y poder derribar la cruz, otra «gran victoria de la democracia» que el Ejecutivo profanador desmiente por el momento para evitar que se organicen movimientos en contra. Nos darán hechos consumados después de negociaciones secretas con la Iglesia.
Pero para echar a los frailes es necesario un reajuste del régimen jurídico del Valle, y para ello es necesario modificar los estatutos de la Fundación del Valle, y que un nuevo patronato público asuma la gestión, de modo que la presencia de los benedictinos sería innecesaria.
En cuanto al templo, también disimulan sobre su desacralización y dicen que se mantendría la basílica como lugar de culto, una opción que no se la creen ni ellos ya que no quieren que los republicanos allí enterrados estén bajo una cruz ni en una iglesia.
La venganza no ha terminado todavía y la Iglesia española, salvada de su extinción por Franco, dará nuevas muestras de ingratitud.
Lamento la extensión pero no debe quedar nada en el tintero.
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Muchas gracias por este excelente pensamiento. Somos un pais con una gran cantidad de intelectuales que muchos quisieran tener, y la mayoría, están relegados, tenemos derecho a saber de nuestra historia y no a ocultarnos toda la sabiduría de tantos escritores y filósofos que se han quedado atrás. Estoy cansada de tanta «memoria histórica», ¿Dónde está, sino podemos leerla completa?. Saludos.
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Con la autorización de V.E., mi General.
Efectivamente, Excelentísimo Señor Embajador.
Creo que esto no es más que el primer paso de los que nos quedan que ver y vivir, y que con tanto acierto enumera V.E. en su último párrafo. Por eso, como alguien apunta por ahí, habría que haber hecho desde hace dos o tres días y noches, y en especial hoy, a la hora de la verdad, una auténtica muralla humana alrededor del Valle, con cientos de miles de personas y con eso haber impedido físicamente el latrocinio. Esta acción execrable de hoy es, con perdón, un salivazo en la cara de todos los españoles, de cualquiera de los bandos en lucha, que dieron su vida por arrancar a la Patria de las garras del mayor mal que vieron los siglos, así como de todos los que, ya en la paz, nos hemos dejado también la vida en sentido no literal, para lograr sacar a España de la más absoluta miseria moral y material, bajo la guía del difunto a quien hoy se profana vilmente, colocándola entre las primeras naciones civilizadas e industriales del mundo. Y esto no es tolerable ni asumible, y sólo pido a Dios que en los pocos o muchos años de vida que me queden, poder ver cómo los profanadores y culpables de pretender provocarnos a otra guerra civil, comparecen ante un tribunal de justicia y paguen por su maldad.
Lo de hoy me trae a la memoria la barbarie y salvajismo de la soldadesca de Napoleón, que al mando del General Horacio Sebastiani llegó a Granada en 1.810, y la primera «gran heroicidad» que hicieron fue, en el Monasterio de San Jerónimo, la violación y profanación de la tumba del Gran Capitán, Don Gonzalo Fernández de Córdoba, exhumando y esparciendo sus restos por la tierra. Y porque no lograron dar con los Reyes Católicos, gracias a Dios. Otros que vinieron aquí a reescribir nuestra historia.
¡¡¡Viva España!!!
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buenas noches, Exmo. Sr. Ex-Embajador, D. Melitón Cardona:
Muy buen articulo, y que verdad es, que España es uno de los países, con más números de personas cultas y grandes escritores. Impresionante lo que nos pone, y describe.
Gracias por su escrito en el blog, del General Dávila , Me gusta leerle.
Un afectuoso saludo.
!Viva España ! ! Viva el Rey ! !Viva la Legión !
Josefa López del Moral Beltrán
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Buenos días a todos; «el páramo intelectual» en España se produjo en 1975, salvo muy pocas y honrosas excepciones.
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Apreciado D.Melitón Cardona.
Muchas gracias por defender, en su brillante exposición, el gran bagaje cultural de España del período de 1939 a 1975, que muchos quieren ignorar e incluso denostar.
Un saludo,
Pedro Dalmau
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Don José Morales: una sola y necesaria corrección:el Papa Francisco no ha colaborado con Pedro I el profanador. Ni la Iglesia española tampoco. El profanador se ha pasado por el arco del triunfo a Su Santidad y a algunos miembros de la Iglesia española. Cordialmente. Caros
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Pues eso no ha quedado muy claro y no parece que haya sido así. Por respeto no entraré en detalles.
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