ARTÍCULO PUBLICADO EN MARZO DE 2016
Cuando era niño recuerdo que en el balcón de casa anidaba todos los años una pareja de golondrinas. En cuanto nacían los golondrinos mi madre se apresuraba a ponerles en una patita, como si las anillara, un lacito con la bandera de España. Yo conocí aquellas golondrinas ya con la bandera en una de sus patas. Mi madre nos contaba que al año siguiente el nido lo ocuparía una de las crías como así venía comprobando cada año.
La inocencia infantil me hizo pensar que aquellas golondrinas nacían con la bandera de España en su patita debido a su origen español.
Don Camilo José Cela en su casa de Madrid en Río Rosas, cuando llegaba la primavera, pegaba con papel cello en el ventanal del living un cartel que decía: ‹‹No cerrar la persiana. Hay un nido de golondrinas››. Aquel cartel sin duda define a nuestro nobel tanto o más que cualquiera de sus libros. Fue el mejor de todos ellos.
La entrada principal al domicilio y zona privada del Palacio de la Zarzuela, donde viven los reyes eméritos, tiene un zaguán donde todas las primaveras anidan unas golondrinas. Nadie las invita, pero aparecen puntualmente a primeros de abril. Son golondrinas comunes, ni daúricas ni reales, del pueblo llano y sencillo, que han encontrado un palacio para anidar.
Debajo del nido un pequeño armarito servía para que los ayudantes de campo dejásemos allí nuestras gorras y así tenerlas siempre a mano al salir acompañando a los reyes. Como pueden imaginar la llegada de las simpáticas golondrinas y sus constantes bombardeos en las entradas y salidas al nido, obligaban a una prudencial retirada de las gorras militares a posiciones menos vulnerables.
Como es lógico la puerta y el zaguán se cierran al anochecer, pero había que dejar, por orden de Su Majestad la Reina, el acristalamiento de la puerta abierto para que las golondrinas entrasen y saliesen de su nido a la hora que estimasen oportuno. Más de un atardecer, casi anochecido, la Reina salía a comprobar que todo estaba en orden mientras con una sonrisa sensible y hermosa veía los últimos vuelos de la tarde de aquellas golondrinas palaciegas.
En ocasiones sus vuelos y gorjeos por el pequeño zaguán sorprendían a algún Jefe de Estado entrando en el palacio, lo que con frecuencia era interpretado como señal de esperanza y amabilidad en el recibimiento. Embajadoras de la paz y armonía, oí decir a alguno de ellos.
También recuerdo al que dijo: ‹‹Vienen de mi país, creo que además a estas las conozco porque son las mismas que en el invierno anidan en mi palacio››.
Cerca de Madrid, en Navacerrada, hay un precioso cerro que popularmente se conoce como El Cerro de las golondrinas nombre que viene de una vieja leyenda que dice que una de las golondrinas que arrancó una de las espinas clavadas en la frente de Cristo, voló y voló sin rumbo fijo hasta caer en este cerro y allí depositar la espina. Desde allí se ve el mejor paisaje de la Sierra de Guadarrama. Era la tierra y la poesía de Luis Rosales («sentí en tu mano un desfile de golondrinas que vuelven»). ‹‹Porque entre el atardecer y el anochecer, entre el Cerro de La Golondrina y La Peñota, se alzará mi monumento››.
‹‹Las golondrinas no se matan. Las golondrinas son de Dios››, nos enseñaban de niños, cuando se las esperaba y formaban parte de tu compañía en los atardeceres de juegos infantiles; cuando las vacaciones eran la calle.
Ya bajan las golondrinas
con el vuelo muy sereno
a quitarle las espinas
a Jesús de Nazareno.
Ya vienen las golondrinas
con el pañuelo en la mano
pa quitarle las espinas
a Jesús de Nazareno.
Hoy me dicen que empieza a vérselas, junto a los vencejos y los aviones comunes, por el sur, ese sur que es Sevilla. Vienen ya para la Semana Santa, puntualmente. Llegan respondiendo a la voz del poeta, don José María Pemán:
¿Y no habrá ya golondrinas
para arrancar las espinas
de la frente del Señor?
Mientras el mundo, burlando
vaya en tu frente clavando
sus zarzas y sus espinas
¡nosotras tus golondrinas,
te las iremos quitando!
Seguirán siendo el sueño de un niño que las veía nacer con la bandera de España en su patita. Serán el mejor libro escrito por un nobel. Son la sensibilidad y belleza en la mirada de una Reina de España.
Habrá golondrinas si la ternura del alma las alimenta, mientras pongamos nombres como El Cerro de La Golondrina.
Siempre habrá golondrinas mientras el mundo, burlando, vaya en Su frente clavando sus zarzas y sus espinas. Porque ellas, las golondrinas, se las irán quitando.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
Volverán las oscuras golondrinas…
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Mi General : Hoy he madrugado, un poco más, y como lo primero que suelo hacer es abrir el Blog. Al leer , la maravilla de “Las golondrinas……”, pienso que es un gran día de fiesta.
Levantarse y leer este regalo, te hace sentir lo bonito que es vivir.
Siempre me han gustado las golondrinas, pero hace muchos años que no las veo, es penoso vivir rodeado de cemento,coches,ruidos, pero no se puede evitar. Gracias por este maravilloso despertar.🇪🇸🇪🇸🇪🇸
¡¡¡TODO POR LA PATRIA!!!
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Atentamente y con el debido respeto
Hoy he visto golondrinas
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Hoy he visto golondrinas
anunciando el mes de Abril
por esos montes de encinas
donde los jilgueros trinan
y otras aves del jardín.
Que sobrevuelan los campos
brindándole al campesino
las dulzuras de sus cantos
que quiebran los desencantos
y el pensamiento mezquino.
También he visto al jilguero
que ansioso de hacer su nido
bajo el amparo del cielo
y a orillas de un arroyuelo
buscando estaba un olivo.
Los cantos de la cogujada
que se escuchan donde quiera,
y floreciendo la enramada
que habita en tierra mojada
con hermosa y dulce quimera.
Hoy pasaron las golondrinas
buscando barro en el suelo;
¡y me quitaron las espinas
que en el alma se empecinan,
porque vi la luz del cielo!
Serranía de Ronda marzo de 1.998
Autor. Ramón Lencero Nieto
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Buenos días, general y lectores/colaboradores.
Bonito artículo. Precioso el poema de Pemán, gran escritor de la España del s XX, despreciado por la Expaña del s XXI. Primavera… ¿Volverá a reír la primavera…?
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A las órdenes de V. E., mi General.
Lo de hoy es digno de Juan Ramón Jiménez en su poema en prosa a un himilde burrito, Platero. Por la misma ternura que encierra y provoca, porque hace vibrar el corazón y la mente.
Nada como los recuerdos de la infancia, a ellos volvemos y nos agarramos, como tabla de salvación, cada vez con más frecuencia. Los de un servidor sobre las golondrinas son la ilusión con que las esperaba todos los años ya por San José, que era cuando aparecía sobrevolando como en reconocimiento de la finca, la primera pareja. Después iban llegando por miles, y era impresionante verlas, formando como una nube negra, parecida a un banco de pecs, evolucionando en acrobacías imposibles sobre la era en que se trillaba, porque había granos de leguminosas de los que salían volando enjambres de cocos que eran su alimento preferido y más abundante. Asombrosa la habilidad con que los cazaban y la algarabía de chillidos disputándose las presas.
¡¡¡Viva España!!!
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Maravilloso. Las golondrinas siempre traen son buenos augurios: por ejemplo si están en una casa, significa que es un hogar próspero que ha conseguido su fortuna con honradez. ¿Será por eso que cada vez hay menos en España? Me ha encantado ¡Felicidades!
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Bien pueden bombardearnos gorras y coches, vuelan mejor que nosotros. Buenos días mi General y todos.
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Que bonito su escrito Mi General. Te hace sacar tu fibra más sensible y romántica, la que todos llevamos dentro de nosotros, pero que por una causa u otra, la tenemos aparcada. Mil gracias y saludos para todos.
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Mi General. No hay nada como que unas golondrinas aniden en tu propia casa. Aún cuando se renovó la fachada algunos vecinos encargaron a la empresa contratada que eliminaran sus hogares aprovechando que se hacía en pleno verano y que ya no estarían criando y al parecer estos maravillosos animales les estorbaban ( ¿qué se puede esperar de tales seres humanos?)
Afortunadamente y para mi mayor alegría, las golondrinas han vuelto, al año siguiente. Y esta vez para quedarse.
Un cordial y afectuoso saludo a V.E y resto de seguidores de su blog!!!
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Yo, que fui cazador, aprecio como nadie sus palabras, y la sensibilidad que manifiestan sus personajes, ese recuerdo a su infancia y a la mía, las tradiciones de nuestros antepasados, las nuestras vivencias, los posos que dejan en nuestras almas. Ahora cerca de los sesenta y cuatro, aún me quedan fuerzas para rallar el pan duro y ponerlo en la terraza para los gorriones que acuden raudos con sus crias volanderas y llenar mi soledad con sus algarabías. Gracias por sus recuerdos, que ya hago míos.
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