EL VOTO MILITAR. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Claro que puestos en elecciones todo lo que sea un grupo cohesionado, fuerte y característico por su disciplina y valores es reo de vil propaganda y melifluas caricias para ver si consiguen sacarle unos votos.

Les suelen llamar «colectivos», definición que en nada encaja con la institución militar. Aquí nos une la Patria y es el servicio nuestro uniforme, aunque, eso sí, nos hemos ido pasando el santo y seña día tras día, año tras año, centuria tras centuria, y dice:

«Estos son españoles, ahora puedo

hablar encareciendo estos soldados

y sin temor, pues sufren a pie quedo

con un semblante, bien o mal pagados.

Nunca la sombra vil vieron del miedo

y aunque soberbios son, son reportados,

todo lo sufren en cualquier asalto.

Sólo no sufren que les hablen alto».

Que nadie ose la alabanza o use la lisonja para acercarse a lo militar porque no hay mayor ofensa para un soldado que la descortesía del incumplimiento escondido tras la adulación. Adular a un soldado viene a ser hablarle alto. En el mundo del deber todo se reduce a cumplirlo y tener la voluntad presta para ir incluso más allá de su estricto cumplimiento. Nada esperar del favor ni temer de la arbitrariedad.

En esas estamos: promesas.

Los programas electorales ya sabemos que están para no cumplirse. Somos mayores de edad. Sobra ese gasto inútil que sonroja a quien lo redacta. Al que lo lee.

Hay instituciones a las que no debería prometérseles nada en época electoral, sino rendir cuentas y esto se hace poniendo al lado de su misión a cumplir, su más alto deber, lo que el gobernante ha hecho no solo para facilitar su cumplimiento, sino para impulsarlo, y así dar cuenta  de los medios materiales y morales que ha puesto a ese servicio y contrastarlo con los resultados obtenidos.

Por tanto veamos cual es la misión de las Fuerzas Armadas para poder llevar a cabo ese balance. El militar no pide nada para él, sino para el servicio, para el mejor cumplimiento de la misión, esa que la sociedad demanda y que no ha redactado él sino que está en la Constitución. Vayamos a la Ley de Leyes. Nos dice:

«Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional».

Por partes.

Soberanía e independencia de España: ¿Soberanía? ¿Es España un Estado independiente, soberano? ¿Independencia o dependencia política, económica, energética, militar, cultural, territorial…? Nos viene el recuerdo de decisiones como la de Marruecos y el Sahara, Gibraltar y los intentos secesionistas ¿dependencia del voto independentista?, ¿dependencia de las imposiciones de otros…? ¡Ay nuestra soberanía en Gibraltar!

Defender su integridad territorial: que es lo contrario a lo que nos muestran grupos que gobiernan en territorios de España, que buscan romper con España, con su integridad territorial y con los que el Gobierno de España pacta para gobernar en España. ¿Contradicción? Se ha consentido romper España. ¿Qué nos une? ¿En Cataluña y en el País Vasco que queda de España?

—En fin eso de la defensa de la integridad territorial habrá que verlo y lo de la Constitución pasa por echar una ojeada y comprobar cómo está formado y conformado el Tribunal llamado Constitucional.

Por no hablar de pactos (¿puntuales?: simplemente no es cierto) con aquellos que tanto sufrimiento nos han dejado como tatuaje imborrable en nuestras almas de soldados.

Es decir que en un breve análisis habrá que preguntarse si lo importante es la misión o el voto, si una cosa es la letra y otra la música, o al revés, porque sonar suena todo muy bonito en campaña, electoral, pero lo militar va más por comprar cañones para guerrear allá lejos, muy lejos, que para defender lo indefendible.

Podría ser, que no lo sé, que hayan cambiado la misión constitucional de las Fuerzas Armadas y no me haya enterado, en cuyo caso pido disculpas.

Nuestra integración en Europa no significa que debamos perder nuestra cultura y tradiciones y menos dejarnos llevar por imposiciones ideológicas. También lo de la OTAN pasa por que nos expliquen Estado Unidos y el Reino Unido sus amaños en el Mediterráneo, ambas orillas del Estrecho, en la angostura, allí donde el Peñón, y ¿por qué? nunca un militar español ha sido Presidente del Comité Militar de la OTAN, ¿no valemos? ; ¿por qué en este concierto internacional no somos nadie?

Algo preocupante me queda en el tintero. Para votar en libertad convendría saber, que ya lo saben, quien espió lo que contenía el móvil del presidente del Gobierno de España y el de la ministra de Defensa del Reino. También, eso es seguro que se sabe, que información tenían esos móviles, porque no creo que fuese una simple lista de citas o reuniones.

Las irresponsabilidades en estos casos las paga España, es decir todos. Puestos a pedir no estaría de más conocer los viajes del presidente haciendo uso de medios militares para cuestiones no militares, porque militares son las de Estado.

Claro que todo esto dicho es más bien una cuestión conceptual. Así nos va, que es lo mismo que decir que no nos va o si lo prefieren que da lo mismo que vaya o que no vaya que no cabe duda que «ni la madre que la parió».

Por último: todo ejército que se retira deja al caballo de Troya dentro. Eso hizo la coalición que atacaba la ciudad del Escamandro.

Echen cuentas. El balance se inclina mucho a un lado inequívoco: por incumplimiento.

El voto es personal, directo y secreto. Allá cada cual. Para ello les recuerdo lo que decía Alejandro Magno: «La negligencia individual provoca un prejuicio colectivo, y la diligencia propia produce un triunfo colectivo».

Ahora vayamos a votar. Lo demandó el honor…

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

10 julio 2023