El Monumento a los Caídos se levantó en Pamplona en el año 1942, y en su Cripta se enterraron, en julio de 1961, los restos de ocho caídos en la última Guerra Civil, en representación de todos aquellos que con el sacrificio de sus vidas habían conseguido que se restaurara el culto católico en el resto de España, donde no solo estaba prohibido sino mortalmente perseguido.
Los restos de estos caídos eran:
- José Sanjurjo Scanell, general bilaureado con la Cruz Laureada de San Fernando y uno de los principales artífices de la pacificación del Protectorado de Marruecos (+20-07-1936).
- Emilio Mola Vidal, general con la Cruz Laureada de San Fernando y la Medalla Militar Individual, el director intelectual del Alzamiento Nacional (+ 3-6-1937).
- Pedro Martínez Chasco, capellán del Regimiento de Infantería Melilla (+ 24-02-1938).
- Los hermanos Joaquín Aznar Zozoya (+ 02-07-1938) y Dimas Aznar Zozoya (+ 14-05-1938) respectivamente alférez y sargento de requetés.
- Requeté Severiano Arregui Olalquiaga el requeté caído de mayor edad con 62 años (+ 28-12-1936)
- Requeté Jaime Munárriz Escondrilla + 21-12-1938
- Joaquín Sota Garoya el requeté caído más joven con 15 años (+ 21-09-1938).
Es conocido que recientemente, 16 de noviembre de 2016, se ha procedido a la exhumación de estos restos de la Cripta donde descansaban, para lo que ha tenido que contar con la autorización expresa y necesaria del arzobispo de Pamplona, último responsable de la cripta sacralizada, como usufructuario a perpetuidad, y de los cuerpos que en ella descansan, y a pesar de la oposición expresa de las familias. Como consecuencia de las exhumaciones sus familias han tenido que hacerse cargo de sus restos
Expuestos sucintamente los hechos, no es nuestra intención hacer una valoración de los mismos, sino exponer la situación inapropiada de algunos de los restos de nuestros caídos que se debe de solucionar de forma digna y urgente, por aquellos a los que correspondan…
El caso más cruel es el de los restos del jovencísimo Joaquín Sota Garoya que, al parecer, no queda ningún familiar que pueda reclamar sus restos, y como según la ley de la taifa de Navarra, solo las familias los pueden reclamar, corren grave peligro de ir a la incineradora o a una fosa común. ¿Nadie en España se compadecerá de sus restos, desahuciado por los políticos y por el Obispado de Pamplona?
Creemos firmemente que la rendición de honores a nuestros muertos va mucho más allá del formulismo que se hacen en las paradas y formaciones militares. Su verdadero sentido, como hacen todas las naciones civilizadas, es preocuparse y ocuparse que tengan una última morada digna, y sean públicamente honrados. Es responsabilidad y una cuestión de honor de los ejércitos y de los militares, que está por encima de los avatares políticos y de la administración de defensa.
Consideramos que en estos casos debe tomar cartas en el asunto también la Real y Militar Orden de San Fernando, que en su art.1 de su reglamento determina que: tiene por objeto honrar el reconocido valor heroico y el muy distinguido, y en su art. 2, también determina que Su Majestad el Rey es el Soberano de la orden, y el DRAE define como soberano al que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente. ¿Cuántas sepulturas de laureados están sufriendo las incurias del tiempo y de los hombres? ¿Las conocen la Orden Militar? ¿Le preocupa algo? Las apreciaciones hechas anteriormente sobre la Real y Militar Orden de San Fernando, también son válidas para la de San Hermenegildo, de la que también SM es el soberano, y para las hermandades y asociaciones de veteranos, de las que tantos de sus miembros cayeron en combate.
Es ocasión propicia para reiterar la necesidad de que El Ejército tuviera un cementerio nacional para sepultar a sus héroes y caídos, como lo tienen otras naciones de forma modélica. Hubo un intento de construirlo en el año 1996, dentro de los terrenos militares de Toledo, pero parece ser que no prosperó porque era asunto de competencia municipal, lo que no puede servir de pretexto porque las razones y necesidades de Estado deben de estar por encima, y además es solo un pretexto porque existen magníficos camposantos de propiedad y gestión particular. El Ejército necesita un cementerio militar de su plena competencia y responsabilidad para dar la última morada a los que cayeron o caigan combatiendo bajo la Bandera de España, sin distinción de época, lugar, creo o ideología. Sin necesidad que los políticos, que en todo quiere inmiscuirse, interfieran en deberes tan sagrados.
Salvador Fontenla Ballesta General de Brigada (retirado).
Blog: generaldavila.com
15 febrero 2017