EL ACUERDO DE PAZ Y LA MILITARIZACIÓN  DE LA SOCIEDAD. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Putin no tiene prisa, pero el tiempo le va cercando alrededor de un Kremlin cada vez más inseguro. Su debilidad está provocada de manera indirecta por la guerra de Ucrania, donde está siendo vencedor, pero lo coyuntural de la guerra le ha llevado a una situación estructural caótica de su economía que en nada se parece a lo deseado al invadir Ucrania. La jugada le ha salido mal y ha sido rematado con un inesperado desequilibrio, actual y futuro, que nunca imaginó, en Oriente Medio. Pierde influencia y poder. Pierde el Mediterráneo. Pierde sus ventas de gas y petróleo a Europa. A ello se suma una gran derrota tecnológica. Rompe un vínculo inesperado: el de Occidente que siempre mantuvo viva a Rusia. En este histórico momento es la mayor de sus debilidades.

Sus devaneos africanos también se disipan y su influencia estratégica, aun siendo importante, ya no es tan decisiva como esperaba.

Trump y Putin son los únicos que saben a día de hoy lo que el futuro nos ofrece. Keir Starmer también, como lanza estadounidense en Europa. La Unión Europea no sabe nada. Ucrania obedecerá si no hay un golpe de Estado antes. Turquía mantendrá el tipo en Siria junto a Israel (norte y sur) que por ahora es un tema menor. Los Servicios de Inteligencia de todo el mundo (especialmente en Europa) llevan tiempo alertados por un probable atentado terrorista de esos indefinibles y sin origen conocido.

A Europa todo esto le ha pillado sin diplomacia ni Ejército. No cuenta por ahora, es un largo camino, un calvario lo que le espera.

Sin  analizar algunos aspectos militares, nada periodísticos, será imposible entender algo más allá de las invenciones que a diario nos mandan, incluso desde el frente, que en su mayoría forman parte de la guerra informativa, muy lejos de la verdad.

Nadie se ha parado a pensar que los hombres serán capaces un día de destruir el mundo. Lleva tiempo, pero cada vez estamos más cerca. Esta guerra marcha por un camino de destino fatal, la escalada  a los extremos, porque ha traspasado el interés concreto y se ha convertido en un enfrentamiento global que está conmocionando a Oriente y Occidente. La historia se repite violentamente, incapaz de resistirse a la fuerza y todo, incluso la razón, la justifica. La sociedad camino de la militarización vive manipulada, de espaldas al conflicto humano, hasta que la llevan a la guerra, quiera o no quiera.

Es necesario recordar Auschwitz e Hiroshima. Se repite cada cierto tiempo, el suficiente para creer que aquello es el pasado. Pero de manera inevitable el concepto se hace realidad. El hombre acabará con el mundo, ese es el fin y la guerra será el medio.

Ni Einstein ni Freud pudieron resolver el ¿por qué la guerra? Dan vueltas a las pulsiones: conservar y unir; destruir y matar. ¿Son lo mismo? «El ser viviente protege en cierta manera su vida destruyendo la vida ajena». Es cuestión de tiempo, los iguales se rechazan; es el tan conocido combate entre dos gemelos o, según Clausewitz, la guerra; cualquier guerra conduce a la escalada a los extremos (En Acabar a Clausewitz de René Girard).

El duelo es la constante en el desarrollo que conduce al enfrentamiento, la acción recíproca detallada magistralmente por Clausewitz. Una ley de guerra sigue secretamente todas las relaciones humanas.

Francis Fukuyama nos asombró cuando dejó escrito que la Historia, como lucha de ideologías, terminaría tras la Guerra Fría gracias a la democracia liberal. Estábamos convencidos de que lo que narraba en El fin de la historia sería el de las guerras ideológicas. La sociedad se lanzaba al placer y bienestar. Toda una generación entendió mal y cayó en el optimismo hegeliano. El comercio se impondría a cualquier ideología. Lo cual hasta ahora se ha demostrado como un fracaso. «Desde que los romanos se aficionaron a los placeres, empezó la ruina de mi patria» (El arte de la guerra. Maquiavelo).

Podría haber individuos satisfechos con el disfrute de su bienestar material y de los placeres hedonistas, sin luchas dialécticas, pero vemos que no es así. El hombre ama más la caza que la presa, nos dice Pascal.

Destruirnos o amarnos y entre las dos opciones está la competición que lleva al enfrentamiento, el juego que consiste en aniquilar al adversario. Siempre presente. «Además, los hombres tienen menor consideración en ofender a quien se hace amar que a quien se hace temer pues la amistad, como lazo moral que es, se rompe en virtud de que la crueldad lleva a los hombres a cuidarse de sus intereses. En cambio, el temor se mantiene merced al castigo, sentimiento que no se abandona jamás» (Maquiavelo, El Príncipe).

Hasta ahora solo se ha demorado, pero siempre ese juego regresa y lo hace con más poder de destrucción: la guerra nuclear o la inteligente. En nada ha puesto más inteligencia el hombre que en la guerra.

Vamos camino de un mundo nuevo y la tecnología nos permite adivinar al menos los pasos que habrá que ir dando. Ninguno nos separa del enfrentamiento. En un mundo dominado por el comercio, la economía es la guerra, y no creo que la guerra sea economía, sino su derivada.

Más cercano a una realidad de los hechos se nos muestra Clausewitz, aún no superado en las razones de la guerra, aunque el siguiente paso está muy cerca: una guerra sin límites, de la que nada se podrá escribir.

Europa, que va más allá de la Unión Europea, se arma. No sabemos muy bien porqué ha tardado tanto, ni a qué se han dedicado los asesores  militares en la OTAN tantos años atrás. ¿No veían que ya desde Maquiavelo «Los principales cimientos en que asentar un Estado -sea nuevo, viejo o mixto- son las buenas leyes y los buenos ejércitos»?

Es bueno amar la paz, pero grave irresponsabilidad no saber hacer la guerra.

Concluyamos que la paz solo llega en la guerra cuando uno de los contendientes es derrotado de forma irreversible o bien existe un equilibrio sin que se prevea ningún cambio probable en ese estado, casi inamovible.

De una u otra manera se ha llegado en la guerra de Ucrania a un interés mutuo por no seguir, por ahora, con el enfrentamiento. Las razones las hemos analizado en muchas ocasiones, pero todo pesa, la acción de unos y la inacción de otros; en ambos casos hay una debilidad sospechosa que nos hace dudar y mirar en otras direcciones en no mucho tiempo. Si no fuese así la guerra terminaría con un claro vencedor, sin renunciar a sus iniciales objetivos, la invasión para uno y la recuperación del terreno invadido para el otro. No será así.

Se abre un dudoso acuerdo. «Siempre, en lo que yo recuerdo. o bien se hizo la guerra o bien se discurrió cómo hacerla; ahora discurrimos, dentro de nada la haremos; y cuando la hayamos acabado volveremos a discurrir sobre ella». Eso decía en 1526 Maquiavelo y hoy es actualidad: discurrimos.

Es muy pronto para ver las condiciones y los efectos de las mismas.

Es difícil asumir ese empeño de seguir con la guerra a cualquier precio, tarde o temprano el equilibrio se romperá; ahora soñemos mientras discurren.

Las condiciones previas nadie las sabe, pero como en toda negociación se emiten señales para ver si hay respuestas de los que quedan fuera.

-Alto el fuego antes de mayo.

-Retirada de las tropas ucranianas de Kursk.

-Se abre el espacio aéreo y marítimo sobre Ucrania y mar Negro. El mar de Azov control ruso.

-Ucrania acepta soberanía Rusa sobre Crimea y conversaciones sobre Dombás que pasan a Administración rusa.

-Elecciones en Ucrania a corto plazo.

-Ucrania renuncia a su entrada en la OTAN y a su expansión hacia el este.

-Se autoriza extracción minerales y reconstrucción de Ucrania.

-La OTAN renuncia a su expansión. No participará en nada sobre acuerdos de paz en Ucrania

-Las tropas estadounidenses en Letonia, Lituania y Estonia se retirarán a los EEUU.

-Se negociarán las sanciones a Rusia.

-Rusia acepta soberanía Ucrania y reconoce su independencia y libertad.

-Fuerza de Verificación Alto el Fuego a lo largo de la actual línea del frente con Reino Unido y Francia (¿Alemania?). Otras: España, Italia, Polonia, Turquía… Entre 15 y veinte mil hombres.

-Acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU.

No será Europa quien lleve el mando de las tropas, caso de enviarse, a una línea de armisticio. El Reino Unido se ha hecho cargo del alto el fuego y será el representante de Trump en Europa. Es significativa la desaparición o ausencia del Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (Kaja Kallas). Ni está ni se la espera.

Europa o apuesta por la política de Trump o tiene un futuro preocupante en Defensa. Tampoco la OTAN que será un simple observador que vaya perdiendo cada vez más fuerza. Por ahora no hay ninguna señal de que la Defensa de Europa vaya a sostenerse en un Ejército Europeo. Aún poniéndose en marcha de manera urgente y todos de acuerdo se tardaría no menos de 5 años en contar con un embrión de Ejército, Armada y Aviación más todo lo que conlleva de Inteligencia, Operaciones Especiales, ciberguerra, y sobre todo una poderosa industria militar de armas y municiones muy condicionada por los intereses de cada uno. A día de hoy parece imposible por lo que la UE deberá ceder y confiar en Trump.

España ha de pensar más en el sur que en otros lugares donde cada vez pintamos menos por intereses  y capacidades.

Está claro que a Europa nos miran desde una prudencial distancia. No habrá Ejército, pero ya han empezado a militarizar a una sociedad confusa que banalizó su seguridad y defensa. Esperemos que no sea tarde y el uniforme esté hecho a la medida.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

17 marzo 2025

Blog: generaldavila.com