EL ECLIPSADO REAL (DE REY). Rafael Dávila Álvarez

 

Teoclímeno es un personaje homérico que en la Odisea, canto XX, pudo predecir un eclipse solar. Hay datos que lo confirman y hasta datan el fenómeno, pero no entremos en discusiones científicas.

Solo recordar las palabras de aquel vidente: «El Sol ha sido borrado del cielo y una oscuridad funesta invade el mundo».

Los eclipses siempre presagian, nada bueno, como en la Odisea que profetizaba la muerte de los pretendientes que competían por casarse con Penélope.

El presidente del Gobierno del Reino de España no asistirá a los funerales de Su Santidad el Papa Francisco y nos parece muy bien ya que la razón que parece alegar es no querer eclipsar la figura Real (del Rey de España), o del Vaticano quizá, Roma la antigua y la nueva; mejor se queda en casa y debemos agradecer el gesto que evita que el Sol se borre con su presencia.

Ello me ha recordado la anécdota militar, muy de moda en su momento, que ya las nuevas generaciones han olvidado dada la perfección en la transmisión de las órdenes, lo avanzado del mando y control y el alto nivel técnico de nuestras tropas, alcanzado en estos tiempos al ser la inteligencia artificial y no tan natural como lo era la nuestra. Éramos muy burros y las órdenes se iban alterando ellas solas en el recorrido de arriba abajo.

Fue con motivo de un eclipse total de Sol en España y la incertidumbre y temor que despertó el acontecimiento. No lo tenemos datado como el de la Odisea.

En uno de nuestros Regimientos más conocidos el coronel quiso que todos sus soldados viesen en directo el prodigioso fenómeno para lo que transmitió la consiguiente orden a su ayudante:

-Mañana sobre las nueve habrá un eclipse de Sol, cosa que no ocurre todos los días, por lo que  quiero que todos los hombres de este Regimiento comprueben el fenómeno con sus ojos sin que nadie les atemorice con malos presagios. La tropa saldrá al patio en traje de faena para que puedan observarlo y yo mismo estaré presente para explicarlo. Si llueve, no podrá verse nada, así que ordenará usted que se lleven la tropa al gimnasio.
El ayudante transmitió la orden al capitán de la 1ª Compañía:
-De orden del Señor coronel, mañana a las nueve habrá un eclipse de sol; si llueve no podrá verse desde el patio y, por ello, en traje de faena el eclipse tendrá lugar en el gimnasio, cosa que no ocurre todos los días.
El capitán transmitió la orden al sargento de semana sin dejarse ni una coma:
– Mañana a las nueve, en traje de faena, el coronel eclipsará al sol en el gimnasio, como ocurre todos los días que hace buen tiempo; si llueve tendrá lugar en el patio.

Del sargento pasó al cabo furriel:
– Mañana a las nueve el eclipse del coronel en traje de faena por el sol tendrá lugar en el gimnasio; si llueve allí, cosa que no ocurre todos los días, la tropa formará en el patio.

Así la orden estaba dada por su conducto reglamentario por lo que radio macuto empezó a oírse entre la tropa:

– Mañana si llueve, el sol eclipsará al coronel en el gimnasio. Lástima que esto no ocurra todos los días.

Me quedo con el final. Es evidente que no me refiero a la muerte de un Papa, sino que bien está que cada uno ocupe su lugar y el Sol sea Sol, las estrellas a lo suyo y los meteoritos dejen de impactar entre nosotros.

Hay soles que están perdiendo su escaso brillo. Lo avisó Teoclímeno: «El Sol ha sido borrado del cielo y una oscuridad funesta invade el mundo».

El sol eclipsará al coronel.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

24 abril 2025

«Y SI VOY A SANTIAGO, VOY A SANTIAGO PERO NO A ESPAÑA, QUE QUEDE CLARO» Rafael Dávila Álvarez

Son palabras de Su Santidad el Papa Francisco sobre su posible visita a Santiago de Compostela. Que tampoco. Porque de lo que dice se deduce que no va a Galicia, ni a la ciudad de nombre Santiago de Compostela, sino a su feudo, la Catedral, a la tumba del Apóstol y no más. Así lo entiendo, aunque sin entender el resto.

¿España?

¿Es esto lo que debe quedar claro? No sé.

La elegancia de un filósofo está en la sencillez para que todos le entendamos. La de un Papa en amar y enseñar a amar, de acuerdo con una única fórmula: a Dios y al prójimo como a ti mismo. Un Papa no debe utilizar la ironía para dejar una incógnita abierta y más si esta puede causar malestar. ¿Es infalible el Papa al tratar un tema de tanta sensibilidad para un pueblo como lo es su unidad y más en tiempos recios?

Viene a Santiago, pero no viene a España. Puede ser un milagro de Su Santidad, pero me llega el recuerdo de Pascal:

«Dios no hace milagros en la guía ordinaria de su Iglesia. Sería uno extraño si la infalibilidad estuviera en uno; pero estar en la multitud parece tan natural que la guía de Dios está oculta bajo la naturaleza, como en todas sus obras» (Pascal Pensamientos en obra de Gabriel Albiac). Lo que me lleva a pensar que la infalibilidad en este caso exige un sacrificio tan grande como el de mantenerse en silencio. El milagro es de la multitud que clama sin pastor que la conduzca.

Una vez que coges a Pascal no puedes dejarlo:

«Los milagros no son ya necesarios, a causa de que ya los tenemos. Pero cuando ya no se escucha a la tradición, cuando no se propone más que al Papa, cuando se le ha engañado y, habiendo excluido la verdadera fuente de la verdad, que es la tradición, y como a pesar de haber prevenido al Papa, que es su depositario, la verdad no tiene ya la libertad para aparecer, entonces los hombres no hablan ya de la verdad. La verdad debe hablar por sí misma a los hombres. Es lo que sucedió en el tiempo de Arrio».

Espero que las palabras del Papa no sean firmadas como infalibles; en este caso.

Recordaba Gabriel Albiac: «El gran Francesco Guicciardini lo formulaba en el siglo XVI con una perfección pasmosa: todas las cosas se derrumban un día, también los hombres, también los ciudades, las naciones, los mundos; lo duro es estar debajo cuando caen».

Me siento así; sin más. Estar debajo. Irremediablemente. Se cae el sustento de una civilización, de, casi podríamos decir, la civilización. Me (nos) pilla debajo.

«Mirad, que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres…» (San Pablo, Colosenses, 2-8).

«Muéstrenme la moneda para el impuesto. Y se la enseñaron. –¿De quién son esta imagen y esta inscripción? –les preguntó. –Del César

–respondieron. –Entonces denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mateo 22: 19-21).

A pesar de estar debajo de los escombros espirituales de occidente aún es posible, casi seguro, que interpreto mal; también las palabras del Papa.

No ha querido decir lo que ha dicho. Ha sido sin querer queriendo.

«Sancte Socrates,ora pro nobis» (Erasmo de Rotterdam).

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

6 septiembre 2021