Estar donde se debe estar es arte difícil que en la vida militar se aprecia, pero no siempre se domina. Requiere mucho entrenamiento, pero sobre todo sensibilidad. Claves de la victoria en combate: adivinar lo que hay al otro lado de la colina, como decía Wellesley, junto al don de oportunidad. Esto es así no solo en la guerra sino también en su aspecto más amable, la paz.
Se cumplen 30 años de la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas. Conté hace tiempo que mandando yo la Legión cierto medio quiso entrevistar a las Damas legionarias que partían para Irak. No fue posible, no hubo manera. De esto hace ya tiempo. Sencillamente ellas no quisieron. El hecho de ser Dama legionaria les parecía tan normal que no entendían que eso fuese un hecho destacable, una noticia que las señalase como algo singular. No querían ser un objeto mediático ni nada distinto a sus compañeros. Ellas sabían que estaban donde debían estar: cumpliendo su vocación, querer a España, su vocación y sino. Se cumplen treinta años de la mujer en las Fuerzas Armadas. Normalidad. Más que en muchos otros sectores de la sociedad.
Nuestra ministra es una mujer. Sabe estar donde debe. Hoy la vemos en un submarino de la Armada. Emergiendo. Parece un símbolo. Una confirmación de que saldremos a flote de esta temporal inmersión, que ya se hace demasiado larga y profunda. De lo que estamos seguros es de ser una esperanza. Como lo fue el ingreso de las primeras mujeres en las Fuerzas Armadas y que hoy se constata como una feliz realidad. 
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog generaldavila.com
4 marzo 2018